Todos tenemos una edad cronológica, la que pone en nuestro DNI, los años que celebramos. ¿Pero todos nos sentimos identificados con ella? La respuesta es no. En un estudio publicado en 2018, un grupo de investigadores surcoreanos examinó el cerebro de 68 adultos mayores y descubrió que quienes se sentían más jóvenes habían sufrido un menor deterioro cognitivo relacionado con el envejecimiento, es decir, que su edad cognitiva era mucho menor a la real. Esto ocurre en prácticamente el 80% de la población. Hablamos con Laura Esteban, profesora del Máster de Neuropsicología de la Universidad Loyola, para que nos explique a qué se debe esta diferencia entre la edad cronológica y la subjetiva.
Para medir las diferencias se emplean biomarcadores relacionados con la edad como la elasticidad de la piel, la presión arterial, la capacidad pulmonar o la fuerza. Las personas con un estilo de vida saludable suelen obtener la puntuación de ‘más jóvenes’ en estas evaluaciones y se dice que tienen una edad biológica menor. "También entra en juego la forma de entender la vida, de afrontar el cumplir años. No es lo mismo la persona que tiene 60 años que está a punto de jubilarse y se considera poco útil en el trabajo que la que, con la misma edad, quiere aprovechar su experiencia y siente que le queda mucho por vivir. Se enfrenta a la vida y entienden la vida de forma diferente", explica la psicóloga.
De acuerdo con el estudio anteriormente mencionado, a los 50, las personas pueden sentir que tienen unos cinco años menos, es decir, 10% más jóvenes, pero cuando cumplen 70 años, podrían sentirse 15 o 20% menores. Lo que no deja claro es si sentirse joven ayuda a las personas a mantenerse sanos o si quienes lo están tienden a sentirse más jóvenes. "En psicología siempre se dice que el mejor predictor de una conducta futura, es una conducta pasada. Es decir, que cómo tú te sientas va a venir determinado por cómo ha sido tu vida, cuáles hayan sido las características de actividad física, de socialización... Obviamente hay diferencias individuales".
No obstante, esta distancia entre la edad que tienes y la que crees que tienes puede terminar siendo un problema en casos extremos. "Si una persona no es del todo realista, puede llegar a ocurrir que intente hacer cosas para las que ya no está preparado, porque el momento ya pasó y eso no es malo. Aquí entran en juego características de la personalidad y del ambiente en el que se ha vivido", apunta la experta.
Precisamente la sociedad también juega un papel protagonista aquí. Algunos expertos aseguran que la edad subjetiva es un reflejo de las obsesiones culturales por la juventud y por la connotación negativa que tiene la vejez en el entorno. A diferencia de otros países asiáticos, en los que la gente mayor es valorada por su sabiduría, aquí se sigue considerando como un impedimento, aunque el cambio se está produciendo.
Otro de los puntos clave para entender la diferencia entre la edad que tenemos y la que sentirmos tener es la reserva cognitiva. "Hace referencia a las capacidades cognitivas que yo he ido trabajando y que he ido poniendo en funcionamiento a lo largo de mi vida, que van a determinar o van a influir, mejor dicho, sobre cómo va a ser mi envejecimiento a nivel cognitivo (siempre y cuando hablemos de un envejecimiento sano o normativo)”, apunta la profesora.
Este concepto, sin embargo, no va a ser el único que nos ayude a sentirnos jóvenes. "Nuestras condiciones sociales también son mucho mejores ahora que hace 50 o 100 años. Nuestra alimentación, los cuidados sanitarios, las condiciones higiénicas… todo esto hace que nuestras capacidades físicas permanezcan más en el tiempo y vivamos mejor. También hay muchos recursos destinados a un mundo en el que la población cada vez es más mayor y requiere una atención especial", concluye.