Mónica Delgado, tras divorciarse: "Me diagnosticaron filofobia y soy incapaz de volver a enamorarme"
La filofobia es una alteración del estado de ánimo que dificulta que una persona se enamore o se comprometa emocionalmente con otra
Las citas frustradas son un buen salto para vencer el miedo inconsciente al amor
"Me divorcié con 42 años. Una noche mi ex volvió del trabajo más tarde de lo habitual y me dijo que ya no me quería, que no le hacía feliz. Sentí que el mundo se desplomaba. Hasta ese momento, había creído que mi matrimonio era perfecto. Hablábamos, reíamos, teníamos sexo. Durante los siguientes años me resistí a conocer a nadie más. Tenía pretendientes, pero mi interés era nulo".
Quien habla es Mónica Delgado, responsable de sección de unos grandes almacenes. Cuando el próximo mes cumpla 56 años habrán pasado ya 14 desde su divorcio. No ha vuelto a amar. "No me veo capaz de querer a nadie. Ante la insistencia de mis amigos y compañeros, me inscribí en una web de citas. Ha habido momentos divertidos (virtualmente), seleccionando perfiles y entablando conversación con algunos de ellos. En ocasiones he llegado a concertar una primera cita, pero casi siempre vuelvo a casa decepcionada. Durante estos años, ha habido flirteo con algún hombre y podríamos haber llegado a más, pero cuando llega el momento de dar otro paso, me echo atrás".
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El diagnóstico de Mónica parece claro: filofobia. Así define Ciara Molina, psicóloga emocional, este trastorno: "alteración del estado de ánimo que dificulta que una persona se enamore o se comprometa emocionalmente con otra. El temor es tan intenso, que puede acabar sufriendo malestares tan agudos como ataques de pánico".
Juan Sánchez Lebrero, psicólogo clínico, tiene también la explicación de lo que le puede estar pasando: "Una vez curada la herida de la ruptura, el cerebro se protege entrando en un modo de alerta inconsciente ante cualquier atisbo de volver a sentir lo mismo. La sensación de placer se asocia al sufrimiento de poder perder de nuevo. No ocurre siempre, pero sí a mucha gente que, mediante un mecanismo llamado condicionamiento clásico, asocia la ruptura sentida a esa nueva relación y entra en pánico. Ese miedo no es más que una protección inconsciente ante la posibilidad de sufrir".
La primera vez que Mónica creyó sentir otra vez cosquilleo en el estómago fue con un hombre tres años menor que ella. "Demasiado perfecto. ¿Qué busca en mí?", pensó. En su siguiente ronda de búsqueda virtual, la experiencia mejoró. "Hubo varias citas y estaba ilusionada, pero distanciaba cada vez más nuestros encuentros. Finalmente rompí cuando me insinuó que sería estupendo quedar un día con nuestros respectivos hijos. Son relaciones que mantenía en secreto a pesar de tantos años divorciada. De antemano sabía que no iba a llegar a nada más, ¿cómo iba a contar nada a nadie?".
Según Molina, la persona que sufre esto se ha creado en su soledad una especie de burbuja de bienestar, a su modo y semejanza. "En el momento que ve que la burbuja puede peligrar es cuando aparece el miedo. Cuando te das cuenta de que tu nueva pareja te pide un paso más dentro de la relación, tu memoria emocional te lleva a esos primeros días donde te sentías tan mal después de la ruptura y se despierta toda una serie de miedos asociados a emociones pasadas. Lo que hasta el momento veías una relación bonita te empieza a hacer dudar de si realmente lo es o no, el miedo ya se está apoderando de ti, porque tu mente y tu cuerpo no quieren volver a sufrir", explica la psicóloga.
Sánchez Lebrero lo describe como una lucha interna entre el querer estar con una persona por la que siente atracción y la sensación inconsciente de que es algo malo. "Se resiste a abrirse al amor y ello desencadena que se active el sistema nervioso periférico y se puedan producir falta de atención, ansiedad, hiperventilación, incluso sensación de alienación o irrealidad".
Aun así, cree que las citas frustradas podrían ser un buen salto para vencer su miedo inconsciente y dejar de ser prisionero de una vida reprimida en este sentido. "Pero hay que querer vivir plenamente, con sus pros y contras", aclara el psicólogo. "La manera de superar el miedo a enamorarse de nuevo es asumir que somos seres sociales por naturaleza y tenemos la tendencia a estar en pareja, afrontando la nueva situación de manera inteligente. Es importante marcar, por ejemplo, qué líneas rojas no estoy dispuesto a cruzar en una relación, o que cruce la otra persona; o qué estoy dispuesto a permitir y hacia dónde quiero llegar en el terreno amoroso. Se trata de saber qué no quiero, para poder comunicar a la otra persona todo lo que me hace falta y si no nos lo da, retirarse a tiempo. Prudencia y pasos cortos pero firmes", aconseja Sánchez Lebrero.
Durante todos estos años, Mónica se ha ido llenando de excusas y cuando hace balance pesa más el lado negativo de tener pareja. La filofobia lleva a pensar, según Molina, que perdemos algo con una nueva unión (intimidad, libertad, tiempo de dedicación al otro, descanso), en vez de ganarlo (amor, compañía, bienestar). El temor impide avanzar. "Realmente, el miedo al compromiso viene a ser la consecuencia de una mala adaptabilidad a los cambios que por un lado anhelamos y por otro nos cuesta reconocer. Al sentirnos frágiles y débiles, nos ponemos una especie de coraza con la que consideramos que no nos pueden tocar, convirtiéndonos en prisioneros de nosotros mismos".
El miedo, piensa Molina, no es a sentir amor, ya que este nos sobreviene sin elegir, sino que hay todo un historial detrás vinculado a experiencias pasadas que llevan a sentir que se está mejor sin compromiso. "Se autoengaña. Quiere amar, pero el miedo levanta un muro tan grande que le resulta complejo dejarse llevar". Salir de ahí depende en buena parte, según ella, de la experiencia previa y la educación. "Habría que empezar a trabajar la confianza en uno mismo hasta lograr no tener miedo a vivir el amor. Al miedo se le enfrenta de cara. La huida lo aviva más. No nos podemos negar a vivir un amor solo porque nos produzca temor. Si hacemos partícipe a nuestra pareja de lo que nos sucede, nos ayudará a un mayor entendimiento ante nuestras reacciones", reflexiona.
La situación de Mónica no es buena por la sencilla razón de que, como indica Sánchez Lebrero, necesitamos el amor, con todo lo que ello conlleva. "Tener a alguien con quien intimar en conversaciones, en las caricias, en el sexo; que la serotonina nos haga flotar. Una persona que no sea capaz de remontar vivirá sin sentir una de las cosas más maravillosas que hay en este mundo, amar. Esto puede repercutir incluso en su estado de salud". Y el cambio comienza por una decisión: "Ser feliz", concluye Molina.
Averigua si su sufres filofobia
En el miedo a volverse a enamorar existen, según Ciara Molina, unos patrones de conducta muy definidos. ¿Te identificas con ellos?
- Tiendes a buscar defectos en la persona que has conocido para justificarte a ti mismo que no debes implicarte más.
- Te enamoras de personas inalcanzables para reafirmarte en que no tienes miedo a amar, sino que son las circunstancias las que no hacen factible la relación.
- Buscas personas muy diferentes a ti pensando que la unión fracasará.
- Provocas disputas buscando que sea el otro el que deje la relación.
- Evitas llamadas, esquivas verle con asiduidad, inventas excusas y te aíslas emocionalmente al sentir que se acerca demasiado.