Preferiría no hacerlo: cómo decir no a la cena de Nochebuena sin que le siente mal a tu suegra y cuñado
El psicólogo Guillermo Fouce ofrece las pautas para vivir unas Navidades entre la fiesta y la contención, un equilibrio difícil para el que es necesaria la implicación de toda la sociedad, incluidos los gobiernos y los medios de comunicación.
Guillermo Fouce, doctor en Psicología, vocal de la Junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Madrid y presidente de la fundación Psicología sin fronteras, tiene una voz bien timbrada y un discurso claro y coherente. Y muchas ganas de hablar. No es raro. Estuvo intubado en la UCI a causa del coronavirus y ha recuperado la voz hace poco. Su relación con la pandemia es dramática. Perdió a sus padres al principio de la crisis sanitaria y luego le tocó sufrir el virus de pleno. Pero lo ha superado y hemos podido hablar con él para que, como experto, nos dé las pautas con las que poder gestionar las decisiones sobre las reuniones familiares que se nos plantearán como cada Navidad.
El mapa familiar
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Decir sí o no a los próximos eventos familiares está relacionado con el clima que se respira en la propia familia. "Depende de qué tipo de Navidad celebramos, qué tipo de relación hay, si realmente queremos vernos o estamos obligados, o lo hacemos por imitación. La Navidad es también el momento de las nuevas promesas", explica Fouce y es, por tanto, el momento idóneo para replantearse si queremos seguir celebrando las fiestas como lo hacíamos habitualmente o lo hacemos por compromiso.
El segundo aspecto que hay que considerar es si vamos a ser capaces de mantener todos los protocolos. Para el psicólogo se trata de una condición importante. "Puede haber cierta sensación de cansancio. Vivimos desde hace muchos meses una crisis para la que hay pocas pautas de respuesta. Hay personas que todavía piensan que no va con ellos. 'Si a mí no me ha pasado nada ni conozco a nadie que le haya pasado nada, es que esto no es tan grave', pero sí, sí lo es", explica Fouce.
La peor consecuencia de la percepción de que "no pasa nada" es el sentimiento de "falsa seguridad y la minusvaloración del riesgo, sobre todo por parte de los jóvenes. Se creen invulnerables y la realidad es que la pandemia precisamente les pilla con su estado físico más potente. Creen que no va con ellos", sostiene Fouce.
Razones para decir "no, gracias"
Incluso cumpliendo todas las medidas de seguridad, es posible que no quieras arriesgarte a ser contagiado. Las familias no siempre son grupos-burbuja de convivencia (de hecho, puede ser que el único momento del año que compartís) y te preocupa no solo contagiarte tú, sino que algunos de los tuyos termine con el virus.
Se impone, por tanto, hacer pedagogía de la crisis. "Tenemos que recuperar la percepción del riesgo. No hay que obsesionarse con las noticias relacionadas con la Covid, pero sí mantener todos los protocolos. Quizá por ese 'cansancio pandémico', nuestras reacciones son pendulares: nos preocupamos mucho y, de pronto, nos olvidamos, queremos desconectar", señala Fouce. Entre los argumentos que podemos esgrimir también están la empatía y la solidaridad. Cumplir los protocolos de higiene y distanciamiento social es, según este psicólogo, "una cuestión de salud pública. La Covid está ahí y debemos protegernos".
¿Cómo retomar la conciencia de riesgo? Primero, gobiernos y medios
Reconectar con la situación de una manera racional es la clave. "Es importante retomar la conciencia de la crisis. Aunque no estemos afectados, existe un riesgo real, muere gente y nos vamos a seguir contaminando", señala Guillermo Fouce, para quien las celebraciones navideñas, por su impacto en la salud, trascienden el ámbito personal y deben ser también responsabilidad de los gobernantes. "Desde las administraciones públicas hay que ofrecer medidas alternativas a la Navidad tradicional: promover las quedadas virtuales, crear nuevos espacios de encuentro en los que se respeten las medidas de seguridad. También hay que ser activo con las restricciones, imponer multas cuando sea necesario. Tenemos como referente la campaña de Tráfico sobre los cinturones de seguridad, que funcionó muy bien", explica este psicólogo.
Además de los gobiernos, los medios de comunicación también son responsables. "Desde los medios, hay que ofrecer información real y rigurosa". De igual forma, la comunicación institucional puede ser una herramienta valiosa para controlar la pandemia, teniendo claro quiénes son los principales destinatarios. "Si nos dirigimos a los jóvenes, tendrán que adaptarse el mensaje a su manera de expresarse y apoyarse en sus líderes de opinión. Mensajes como los del principio de la pandemia, como ‘Juntos podemos’, pueden ser muy útiles", afirma Fouce.
Después, en familia
Conciliar mensajes simultáneos de fiesta y contención es difícil. "Lo complicado es hacer el cóctel, encontrar el equilibrio entre la adaptación a la situación y la asunción del riesgo", señala este experto.
¿Y cómo enfrentar el momento de decirles a los padres, los suegros o los hermanos que este año no acudirás a la celebración habitual? La clave es precisamente evitar el no. "No se trata de negar nada, de plantear una situación de blancos o negros, sino de ir a los grises", afirma el psicólogo.
En esa escala de grises hay un concepto poderoso: adaptación. "Tenemos que adaptarnos a las circunstancias y generar alternativas. Podemos ver a la familia por tramos, no hace falta verse todos al mismo tiempo. Y si no podemos vernos, interactuaremos de otra manera, en entornos online. Puede que algunas personas tengan alguna dificultad para acceder a la tecnología, pero precisamente lo que la pandemia nos ha enseñado es que lo internet puede ser muy útil", explica.
No es no
Si por alguna razón has decidido que es mejor no mantener ninguna celebración estas Navidades, hay algunas recomendaciones que pueden serte útiles, ahora que la agenda navideña comienza a cerrarse.
- Escucha activa. Es probable que antes de que compartas tu opinión recibas la llamada de algún familiar. Escucha atentamente sus razones. Puede que incluso crea como tú que es mejor no hacer lo de todos los años.
- Empatía. Si el familiar insiste en hacer la clásica cena, trata de entender sus razones. Acercarse a sus posiciones es la mejor manera de iniciar una negociación.
- Asertividad. Una vez que has escuchado sus argumentos, explica claramente cuál es tu posición y por qué no ves razonable hacer ese tipo de encuentros. Para eso, te será muy útil toda la información fiable, relevante y de última hora que puedas recabar.
- Expresa tus sentimientos. No es momento de sufrir 'secuestros emocionales', pero sí hablar desde el cariño. La decisión de este año es algo coyuntural ante una situación crítica. Dicho de otra manera: para que no sea la última Navidad de alguien, prefieres celebrar las fiestas de manera más íntima.
- Mente abierta. Puede que a lo largo de la conversación surjan otros escenarios. Quizá no celebréis la Navidad de todos los años, pero, si todo va bien, es posible que haya otros reencuentros igual de alegres. O más.
La Navidad de los que no están y de los que sobrevivieron
Todas las Navidades son las Navidades de los que no están. Pero en estas, además, convivirán en la misma familia la ausencia de los que se fueron y la presencia de quienes sobrevivieron. Nadie mejor que el propio Fouce para hablar de ello. "He vuelto a vivir. Tengo una nueva oportunidad para vivir y una mezcla de emociones: tristeza por un lado y ganas de vivir, por otra. Ambas cosas son compatibles", señala el psicólogo, que también ofrece pautas para quienes han perdido un ser querido: "no negar la realidad e incluso hacerle presente de manera simbólica: dejar una silla vacía o recordarlo son buenos recursos para hacer el duelo, un túnel que hay que pasar, lleno de luces y de sombras, pero que necesariamente debemos atravesar”.