"Vivimos en un entorno disruptivo, un entorno de cambio que no sabemos hacia dónde va. ¿Cómo podemos gestionar este entorno vulnerable, incierto, complejo y ambiguo? ¿Cómo podemos hacer que nuestros hijos también lo entiendan?". A Mario Alonso Puig, médico, escritor, formador y coach, siempre le ha interesado conocer, curar y "hacer florecer" el potencial de cada persona. Ahora, da un paso más y ofrece las pautas para que sean los padres los mejores consejeros de los hijos. ¿El objetivo? Hacerles conscientes de sus talentos y desarrollarlos al máximo, incluso en un mundo tan disruptivo como este. 'Uppers' ha compartido con Alonso Puig una sesión magistral sobre este tema organizada por el colegio CEU Claudio Coello. Estas son sus recomendaciones:
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, valoraciones, sentimientos y tendencias dirigidos hacia uno mismo. En resumen: es la evaluación perceptiva de nosotros mismos. Todos tenemos un índice de autoestima que va a determinar nuestra relación con el mundo. Una mayor autoestima está relacionada con mayor bienestar y mayor eficacia. Según afirma Mario Alonso Puig, el 98% de las personas tiene un índice de autoestima bajo. ¿Cómo influye en nosotros? En menor confianza en nosotros mismos y un vértigo enfermizo ante los nuevos retos.
En los jóvenes el mecanismo es el mismo. ¿Cómo hacer que recuperen la autoestima? No se trata de decirles que siempre son estupendos o que todo lo hacen bien. Solo hay que descubrir, sin presión ni tensiones, aquello para lo que están más capacitados. “Hay que asumir que ni ellos ni nosotros somos perfectos. Hay que liberarse de esa tensión porque tampoco buscan padres perfectos. Lo que quieren son padres que les acompañen, que les reconozcan, que les quieran. Y cuando sea posible, valorar lo mejor de cada uno y hacerlo de manera espléndida. ¡Hay que celebrar las cosas buenas", explica el coach.
Un directivo de Google se lo confirmó al propio Mario Alonso Puig: "no tenemos ni idea de cómo será el futuro, pero una cosa es segura: será colaborativo". En el sistema educativo español, sin embargo, lo colaborativo está aún en fase incipiente. Eso explica que el 50% de los alumnos españoles no sepa trabajar en equipo y desconozca lo que pueden aportar a su comunidad. Y es un concepto importante. Los últimos estudios sobre longevidad demuestran, por ejemplo, que hay un denominador común en las personas que viven más años: todas tienen un fuerte vínculo con su entorno y aportan su trabajo, experiencia o conocimiento. Por otra parte, contar con la opinión y la eventual ayuda de otros es básico en un entorno complejo y ambiguo.
Tendemos a sobreproteger a toda la familia, y, en especial, a los hijos. Esta sobreprotección, a veces, nos hace tener una visión rígida sobre sus capacidades y lo que es mejor o peor para ellos. Error. “Tenemos que tener claro que la realidad quizá no es la más adecuada o favorable, pero es la que tenemos y es el material con el que tenemos que trabajar. De la misma manera, nuestros hijos tienen sus propias capacidades, tenemos que ayudarles a desarrollarlas, sin imponerles nuestro criterio. Si son águilas, no los tratemos como gallinas porque terminarán comportándose como gallinas".
Frente al desafío, en el que tenemos claro el objetivo final, lo disruptivo no sabemos a dónde nos lleva. Y ese es el reto. “Tenemos que enseñar a nuestros hijos a que no tengan miedo del cambio, a que no sean personas agobiadas por el miedo porque el miedo impide crecer. Hay que sacarles de su zona de confort planteándoles pequeños retos; es la única manera de que se acostumbren a un mundo que les pedirá cambios y soluciones creativas”.
Quizá esta sea la parte más complicada de todo proceso educativo. Para lograr que nuestros hijos conecten con su potencial hay que practicar la escucha activa: dejar que se expresen, que tengan tiempo para descubrir sus pasiones, estar atentos a las señales y, por último, admitir que tal vez no sea nuestra preferencia, pero sí su elección, la que puede llevarles a una vida feliz. "Si juzgamos a un elefante por su capacidad de subir por los árboles, diremos que no es eficaz. Y perderemos el tiempo intentando que suba por los árboles. Cada persona tiene sus dones y descubrirlos puede llevar tiempo y nos puede generar, además, algún disgusto en un sistema educativo que piensa en el pasado más que en el futuro y donde las 'etiquetas' pesan".
Cierto estrés, mariposeo en el estómago, vértigo… Son sensaciones normales cuando iniciamos algo nuevo. Una pequeña dosis de estrés, de hecho, ayuda a que desempeñemos mejor nuestro trabajo. Pero sí es una sensación descontrolada surte el efecto contrario. "El miedo paraliza. Las tomografías craneales nos muestran que ante el miedo las amígdalas absorben mayor flujo sanguíneo y paralizan las otras áreas cerebrales. El miedo es invalidante". ¿Qué podemos hacer para huir del miedo? Formarnos, informarnos, conocer el proceso o el cambio al que nos veamos sometidos (en el caso de los hijos, por ejemplo, cuando llegan al Bachillerato, la universidad o su primer trabajo) para poder preparar distintos escenarios. Con la información adecuada perderemos el miedo al miedo.
“El éxito se atrae”, afirma Mario Alonso Puig. Es importante que los jóvenes conviertan los problemas en oportunidades y que no dramaticen los errores. Neurológicamente sabemos que es posible atraer lo que más nos interesa o alimenta nuestra pasión. El mecanismo se llama Sistema Reticular Ascendente y es el radar que pone en nuestra frecuencia de onda aquello que más nos importa. El Sistema Reticular Ascendente es el que, por ejemplo, nos hace ver embarazadas por todas partes cuando estamos embarazadas. No es casualidad, es nuestro cerebro. Y podemos entrenarlo para que anticipe y visualice nuestros objetivos.
Existen personas especializadas en contarnos los aspectos más negativos de todo. Son ventiladores de negatividad. Atención, porque las neuronas espejo, empáticas por naturaleza, nos pueden jugar una mala pasada y ponernos en modo off. Las neuronas de nuestros hijos tampoco son inmunes. “Ante un vampiro, yo me piro”, afirma el coach con una sonrisa. “No podemos desperdiciar nuestra energía vital con las personas que siempre adoptan un discurso negativo. Hay que tener mucho cuidado con ellas porque son las que boicotean nuestros sueños. En cualquier persona hay una parte de luz y otra de sombra. Los vampiros emocionales van a alimentar nuestra sombra”.
La empatía va a ayudarnos en este punto. Confiamos en ellos y sabemos que van a cometer errores. Tienen que empezar a curtirse cuanto antes en las tres capacidades más valiosas en un entorno cambiante: liderar, innovar y emprender. “La mayoría de los empleos del futuro aún no existen. La universidad sigue preparando universitarios para carreras que probablemente no tendrán ninguna relevancia en 20 años. ¿Cómo prepararles para este escenario? Dándoles alas para que empiecen a ser líderes, dejándoles que experimenten y fomentando su emprendimiento, abriéndoles camino para que salgan de su zona de confort”.
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