¿Por qué el tener hambre despierta nuestro mal humor?

  • En los últimos años, se han publicado varios estudios que tratan de explicar por qué podemos ponernos de mal humor cuando tenemos hambre

  • Estos informes descubrieron que la falta de glucosa en sangre activa una serie de hormonas que también surgen en momentos de estrés y que pueden alterar nuestro estado anímico

  • Sin embargo, una investigación más reciente apunta a que el hambre por sí sola no es suficiente para enrabietarnos, sino que debe ir acompañada de otros factores

¿Alguna vez te has puesto de mal humor por tener hambre? ¿O conoces a alguien a quien le haya pasado? Aunque pueda parecer una exageración, lo cierto es que es una reacción bastante común. Tanto que incluso existe un término coloquial en inglés para describirla: hangry, una fusión de las palabras hungry (hambriento) y anger (enfadado) que el diccionario inglés de Oxford (Oxford English Dictionary) reconoció en 2018 y que viene a significar algo como “estar de mal humor por tener hambre”.

Pero ¿a qué se debe este comportamiento? En los últimos años, se han realizado varios estudios que han demostrado que los estados físicos como el hambre sí pueden influir en nuestras emociones.

Estas investigaciones señalan que los niveles bajos de glucosa en sangre, que surgen por la falta de alimento, activan una serie de hormonas que también aparecen en momentos de estrés, como el cortisol o la adrenalina, y que pueden alterar nuestro estado anímico, haciendo que nos sintamos tensos e irritables. Cuando esto ocurre, además, en nuestro cerebro se dispara el neuropéptido Y, un neurotransmisor que controla tanto la voracidad como la agresividad y que puede convertirnos en una auténtica bomba de relojería, lista para estallar contra el primero que se nos cruce por delante. Sin embargo, detrás de esta ira por la falta de comida, puede haber más que una simple reacción fisiológica.

¿Por qué nos ponemos de mal humor cuando tenemos hambre?

Al menos, eso es lo que se desprende de un informe elaborado en 2018 por dos investigadores de la Universidad de Chapel Hill, en Carolina del Norte (Estados Unidos), y publicado en la revista Emotions en el que se profundizó en las posibles causas de este mal humor para averiguar cómo el hambre podía influir en nuestra percepción del mundo.

Según esta investigación, a pesar de que el nivel de azúcar en sangre puede influir en nuestro estado de ánimo, el hambre por sí sola no es suficiente para despertar nuestra mala leche, sino que debe ir acompañada de otros factores como el contexto y la autoconciencia para despertar a nuestro Hulk interior.

Los autores afirman que las personas son más proclives a dejarse llevar por esta ira cuando se encuentran en una situación desagradable, ya que, en vez de centrarse en sus propias emociones, se concentran en lo que ocurre a su alrededor, magnificando así cada detalle y haciendo que, poco a poco, el enfado crezca.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron tres estudios. En los dos primeros, se realizó una prueba online en la que se les mostró a los participantes, que en algunos casos iban con hambre y, en otros, con el estómago lleno, una serie de imágenes diseñadas para inducir sentimientos positivos, negativos o neutrales. Tras esto, se les pidió que mirasen un carácter chino cuyo significado desconocían y que dijesen si significaba algo agradable o desagradable.

El resultado fue que los participantes que tenían hambre y habían visto una imagen negativa fueron los que dijeron que los caracteres significaban algo negativo, mientras que aquellos que habían visto imágenes neutras o positivas, aún teniendo hambre, respondieron igual que los que habían comido.

En la otra prueba, los investigadores contaron con 200 participantes, a los que se les pidió que fueran en ayunas o habiendo comido justo antes de entrar en el experimento, y les ordenaron hacer un escrito. Una mitad tuvo que redactar un texto relacionado con sus emociones; la otra, en cambio, tuvo que escribir sobre un tema neutro.

Tras esto, todos los participantes tuvieron que hacer un tedioso ejercicio a ordenador programado para colgarse justo cuando lo terminaban. O lo que es lo mismo: un ejercicio diseñado específicamente para crear frustración. Los investigadores culparon a los participantes del fallo del ordenador, obligándoles a repetir el ejercicio.

Esto molestó especialmente a los participantes que no habían comido ni escrito sobre sus sentimientos, que afirmaron sentirse más estresados y enfadados. Por el contrario, aquellos que habían escrito sobre sus emociones se mostraron menos violentos, independientemente de si habían comido o ido en ayunas.

¿Qué significa esto? Que si somos conscientes de nuestras emociones podemos evitar, o apaciguar, el mal humor que podemos sentir cuando tenemos el estómago vacío. Así que, la próxima vez que te mueras de hambre y sientas ganas de estallar, intenta relajarte: la ira no tiene por qué dominate.