Cómo detectar que tu hijo está teniendo problemas mentales en su primer año de universidad: "Hay banderas rojas"
La relación entre los padres y los adolescente en su primer año de universidad puede ser controvertida o incluso dar lugar a conflictos graves, pero se puede reconducir. La pedagoga Lola Álvarez Romano nos explica cómo.
La inseguridad propia de la adolescencia les hace propicios al consumo de sustancias adictivas.
¿Qué hace todo el día en su habitación? ¿Por qué no me cuenta nada de lo que hace? ¿Cómo le irá en la facultad? ¿Le pasa algo que no sepamos? Estas son algunas de las preguntas que nos planteamos los padres en el primer año de universidad de nuestros hijos. Para contestarlas hemos recurrido a Lola Álvarez Romano, licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, máster de Estudios de Observación Psicoanalítica y autora de 'Pero ¿qué te pasa?' (Planeta), diez claves para entender la adolescencia en positivo.
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Me gustaría que este libro quitara el miedo a los padres cuando piensan en la adolescencia de sus hijos y se vieran capaz de abordar situaciones en las que se pueden encontrar con más tranquilidad. El adolescente es como un motor fuera de borda que, pasado el acelerón inicial, poco a poco se irá ajustando a un ritmo normal. Hay que darles tiempo, escucharles y mantenerse firmes. Y no rendirse, porque la mayoría de esos conflictos tienen remedio.
¿Qué implica la llegada a la universidad de un adolescente?
Yo he llamado esta etapa la "adolescencia tardía", ya que aunque el joven continúa en esa etapa, aún con una visón adolescente de la vida, ya ha pasado el primer período de exploración y se han ido consolidando algunas características. La llegada a la universidad es un marcador importante de una fase que conlleva otros cambios igual de significativos, como la mayoría de edad, el poder votar, el poder conducir, es decir, una serie de responsabilidades para las que el adolescente puede o no sentirse preparado. Suele conllevar también una mayor libertad y capacidad de tomar decisiones propias.
¿Cuál es la actitud que debemos mantener los padres?
Esta etapa es muy delicada porque el adolescente empieza a hacer incursiones en la vida adulta, por lo que es esencial que los padres puedan ajustarse a este cambio, que es bastante sutil. En España, la inmensa mayoría de los adolescentes tardíos siguen viviendo con sus padres y por lo tanto teniendo que acatar las normas del hogar familiar, pero hay que recordar que ya han ido desarrollando su propio criterio sobre el mundo que les rodea, tanto sobre la familia como sobre su futuro. Es importante que los padres les den espacio para desarrollar esa vertiente adulta que emerge sin intentar imponerles sus propios puntos de vista.
En tu opinión, ¿cuál es el punto más conflictivo?
En este punto es frecuente que haya desacuerdos o diferencias de opinión, y hay que saber reconocer cuando esto simplemente significa que el adolescente ha madurado. Es decir, si hay un conflicto puede ser porque el adolescente necesita continuar en una rebelión que no ha conseguido dejar atrás (con lo cual, la postura de entrada es casi siempre de oposición a la autoridad parental) o bien porque el adolescente ha desarrollado un punto de vista distinto al de sus padres y esto ha sido el resultado de una evolución gradual, una indicación de que ésa es su identidad adulta que ya se empieza a vislumbrar.
Además de los padres, ¿es importante la dinámica del resto de la familia?
Si, la constelación familiar cambia cuando hay otra persona casi adulta en la familia. Es un arma de doble filo ya que puede tener más privilegios pero también más responsabilidades y eso se suele gestionar de forma diferente dentro de cada familia. También depende de si el adolescente tardío es el primogénito, porque entonces, al llegar esta fase, tanto él como sus padres se adentran en territorio desconocido y todos han de esforzarse un poco más para gestionar esos cambios. Para los hijos que vienen después el terreno ya está algo más allanado.
¿Qué situaciones nos pueden indicar que hay algún problema?
Las conductas nuevas o inusuales, el hermetismo en alguien que antes no lo era, la actitud evasiva, el que salga sin saber a dónde va ni con quién se junta, las bajadas en el rendimiento escolar, hay un sinfín de 'banderas rojas' que muchas veces los padres han notado pero tal vez no le hayan dado importancia pero que salen a la luz durante la consulta con un profesional. A veces lo consideran cosas de jóvenes sin llegar a percibir que puede ser algo preocupante. De hecho, lo fundamental es que, cuando hay algo que puede constituir una 'bandera roja', pueda haber un diálogo honesto al respecto entre padres e hijos, sean de la edad que sean. Mientras los canales de comunicación se mantengan abiertos, el riesgo siempre será mucho menor.
La habitación del adolescente es su santuario. ¿Debemos respetar que pase todo el tiempo que quiera?
Depende de el mensaje que eso transmita. Si hay indicaciones de que el adolescente está deprimido o pasando por un mal momento, largos periodos encerrados en su habitación suelen estar contraindicados, aun más hoy, cuando a través de internet se pueden estar conectando con todo tipo de cosas, algunas bastante perniciosas. Hay una distinción sutil pero clara entre un adolescente que necesita tener su propio espacio y quiere que le dejen en paz (algo muy normal) y un adolescente que rehúye el contacto con la familia y se refugia en el territorio infranqueable de su habitación. Esto último se tiene que investigar.
Es un 'clásico' el desorden que impera en las habitaciones de los adolescentes, ¿en qué punto es preocupante?
El desorden es una metáfora útil que nos ayuda a imaginar su estado interno: todo está revuelto, patas arriba, lo sucio mezclado con lo limpio, restos de comida, latas vacías… Eso es lo que les esta ocurriendo a nivel físico y emocional, donde ya no son niños pero tampoco son adultos, algo que les parecía importante, ahora les da igual, un minuto están riéndose a carcajadas y el minuto siguiente se gira la tortilla y se enfadan… El desorden es como una composición abstracta que narra sus vaivenes emocionales, que suelen ser extremos. Es un simple acto de rebeldía, el resto de la casa puede estar impoluto, pero ése es su terreno y ahí tienen que tener libertad.
¿Cómo podemos hacer que se implique?
En sí, no es preocupante, ya que ellos pueden estar allí la mar de felices, pero sí es cierto que puede causar conflictos con los padres. Lo mejor es negociar y llegar a un acuerdo, por ejemplo, que un día por semana saquen la ropa sucia y que abran la ventana de vez en cuando. En mi experiencia, todo esto suele mejorar con la edad. A veces empieza a haber un cambio cuando quieren ponerse algo con urgencia que está enterrado bajo una montaña de ropa. Cuando les fallan sus propias técnicas, puede ser buen momento para sentarse con ellos y reevaluar la situación.
¿La edad cuenta para las adicciones, ya sea a las drogas, al alcohol o a los videojuegos?
La edad es un factor muy importante en el consumo de alcohol o drogas y por regla general, cuanto más tarde se empiece, mejor, ya que el impacto neurológico será menor a medida que vayan creciendo. Lo más importante es diferenciar la experimentación con el hábito que se puede crear con el uso frecuente.
¿Qué señales deben alertarnos y cómo podemos actuar?
Lo cierto es que la inseguridad y la rebelión propia de la adolescencia propicia el uso de sustancias durante este periodo. La normalización del uso de tabaco, alcohol y cannabis entre los adultos (padres de muchos adolescentes) también crea una incongruencia cuando se intenta educar a los jóvenes sobre sus posibles efectos nocivos, además de que para obtener la droga pueden involucrarse en conductas poco deseable o delictivas.
Sobre desórdenes alimentarios, ¿cuáles son los indicios de que algo va mal?
El consumo de comida, tanto si es excesivo como si es restrictivo, siempre tiene como propósito acallar un malestar emocional, va más allá de lo puramente alimenticio. Las estadísticas sobre la anorexia son alarmantes, ya que tiene un alto índice de mortalidad. Las causas son complejas y el mensaje claro y contundente a todos los padres que perciban trastornos de este tipo es que actúen con rapidez y busquen ayuda de un profesional.
Recomendaciones de experta para 'lidiar' con los adolescentes universitarios
Como en otros momentos del desarrollo de los hijos, lo fundamental es acompañarles en cada nueva experiencia, manteniendo una escucha activa y promoviendo momentos donde pueda haber una comunicación fluida. Al llegar a la etapa universitaria, también es importante, según esta pedagoga, estas recomendaciones, que pueden resumirse en una sola: respeto.
- Respetar los tiempos de cada miembro de la familia. A partir de los 18 años, aunque sigan siendo adolescentes, también son adultos, y tanto padres como hijos han de adaptarse a ese cambio.
- Respetar los criterios personales. El joven adulto tiene su propio criterio y su propia visión del panorama familiar, que puede ser distinta a la de los padres.
- Respetar la independencia. Ha llegado la hora de asumir que tienen una vida propia por vivir. Promover su independencia no significa quererlos menos, sino querer enseñarles algo valioso para su propia existencia.