De la despedida al apoyo familiar: el proceso de duelo tras perder a la pareja en plena madurez
Paz Padilla (50) acaba de perder a su marido (53) tras una enfermedad fulminante. ¿Cómo puede superarse el duelo cuando quedaba tanto por vivir? La psicóloga Syra Balanzat, de El Prado Psicólogos, ofrece las pautas más eficaces
Lleva colándose en los televisores de todo el país desde 1994. Es una más de la familia. Por esa razón, la muerte del marido de Paz Padilla, con solo 53 años, ha conmocionado a los espectadores. La actriz y presentadora ha pasado a formar parte del colectivo de viudos: según el INE, 2.923.000 personas en el primer trimestre de 2020; de ellos, 65.000 entre los 50 y los 54 años.
Poder despedirse, un paso de gran ayuda
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Si el fallecimiento de la persona con la que se comparte la vida es una de las circunstancias más complicadas de sobrellevar, la situación puede ser aún más compleja según el momento vital de la pareja. "Los sentimientos que ocasionan la pérdida de una pareja cuando ha sido debida a una enfermedad pueden facilitar la preparación y la despedida, mientras que si se produce de forma repentina éstos dos aspectos no se pueden realizar. La preparación mejora y atenúa el impacto inicial de la pérdida y es menos probable que se produzca la negación y el shock tan características de las pérdidas repentinas, que ocasionan que los duelos tarden más tiempo en resolverse. Además el poder despedirse genera que todo lo que se quería decir y poder hacer por esa persona, atribuye de forma más saludable la responsabilidad de lo ocurrido y la culpa”, explica Syra Balanzat, psicóloga de El Prado Psicólogos.
Mucho dolor, pocas certezas
No existe una guía para afrontar la muerte de tu pareja con todas las respuestas ni con soluciones, sin embargo, existen una serie de pautas que pueden ser de gran valor para afrontar el duelo, un proceso ineludible para superar la situación. "Cuando se produce el fallecimiento de una pareja, el duelo forma parte del proceso necesario para poder decir adiós a esa persona querida y aceptar que la vida tiene continuar sin él o ella. Los sentimientos que suelen generarse son de ansiedad, por miedo a lo desconocido y al futuro; de rabia, por la dificultad de poder aceptar lo ocurrido, o de culpa, que bien puede estar proyectada en uno mismo por lo que se pudo hacer y no se hizo, o proyectada en los demás, las instituciones, los responsables e incluso familiares. Los sentimientos en los que está relacionada la familia son más intensos y llegan a cronificarse, si aquellos que podían haber evitado el fallecimiento no asumen una reparación o compensación de la pérdida", afirma esta profesional.
Además de estas sensaciones, es normal experimentar la lógica tristeza y frustración por perder un proyecto de vida. Si, además, hay hijos "hay que sumarle el duelo familiar y cómo ayudarles y abordar su propio duelo. Aquí también puede manifestarse sentimientos de rabia o impotencia", explica Balanzat, para quien "dependiendo de cómo se ha producido, en qué momento de la vida y las ilusiones y expectativas, se podría generar mayor resistencia a aceptarlo. Siempre va a depender de los factores de personalidad de cada uno; es decir, su capacidad de resiliencia, la acumulación de pérdidas anteriores, la situación anímica actual y por supuesto la disponibilidad de una red de apoyo externa".
Entorno fundamental
Precisamente, es esa red de apoyo externa la que desempeña un papel fundamental a lo largo del duelo. ¿Qué pueden hacer familiares y amigos para ayudar a la persona que ha perdido a su pareja?
"Las principales estarían relacionadas primero con asegurarse en la medida de lo posible cubrir las necesidades básicas de sueño y alimentación. Si estas no se reconducen, podrían empeorar los síntomas", asegura la psicóloga. Expresar los sentimientos también es fundamental: "poder exteriorizar sus emociones, sus pensamientos sin juzgarlos, permitiría ir accediendo poco a poco al proceso de duelo. Se está produciendo un cambio muy importante en su vida y se necesita tiempo para ir colocando las emociones y la reconstrucción de una vida sin esa persona". Por último, el simple acompañamiento se revela como una actitud eficaz. "La realización de rituales de despedida, poder estar con personas de confianza que le faciliten hablar de la pérdida y del fallecido facilita la conexión con lo ocurrido para poder empezar a tomar decisiones que le hagan evolucionar y sentirse, mejor aceptando que esa persona ya no está", señala la psicóloga.
En cualquier caso, no hay un protocolo de ayuda para las personas que han perdido a su pareja, pero los profesionales sí están de acuerdo en que algunas pautas pueden aliviar el dolor. Estas son las más recomendables:
Permitirse la tristeza y el dolor
No es posible asumir una pérdida si no se afronta una realidad tan triste como la muerte del compañero de vida. Entre los primeros mecanismos naturales para la superación de una pérdida, los expertos coinciden en que es indispensable sentir pena y dolor. En cualquier forma y expresada de cualquier manera, tanto la persona que ha sufrido la pérdida como el entorno deben permitirse sentir pena y dolor. 'Taponar' los sentimientos es el primer paso para desarrollar un trastorno emocional.
Tiempo balsámico
"El tiempo lo cura todo", dice la sabiduría popular. En este caso, el saber ancestral y los expertos coinciden. Si el tiempo no logra curar del todo, sí elimina gran parte del dolor y permite asumir, recordar al ser querido aceptando la situación. Ningún psicólogo ni psiquiatra sabe qué tiempo es el necesario, depende de cada situación. En todo caso, las prisas y la presión por parte tanto propia como del entorno del afectado no serán útiles ni recomendables en ningún.
Ni negación ni olvido
Negar la desaparición es la primera fase del duelo. Es absolutamente normal y, por tanto, familia y entorno deben aceptar que el viudo o la viuda no reconozca la situación. Es habitual que en estos casos ni siquiera quieran ir al sepelio. Sin embargo, ni la negación ni el olvido son las pautas que se recomiendan para superar este tipo de situaciones de forma saludable. Por el contrario, la aceptación y el recuerdo incorporado de forma natural a la vida son la solución deseada.
Escucha activa
Los familiares cercanos y el entorno pueden ayudar a escuchar de forma activa evitando tópicos como "la vida es dura", "está mejor así" o "no llores". En ocasiones, la familia no sabe qué decir y se recurre a clichés que en lugar de ayudar hacen que la persona afectada exprese menos y sienta vergüenza por sentirse mal. La mejor terapia es estar presente y disponible, respetando los tiempos de cada uno y practicando la escucha activa: aceptando los sentimientos de la persona que sufre. Esa misma escucha activa nos hará reconocer cuándo la situación es grave y el afectado necesita ayuda profesional para superar la situación de la mejor manera y con el menor sufrimiento posible.