La situación de pandemia y el encierro en casa están propiciando emociones y sensaciones poco conocidas para muchos. Personas "preocupadas, ansiosas y con miedo" que como explica a Uppers Rosario Linares, directora de El Prado Psicólogos, "están debutando ahora con estos problemas y pidiendo ayuda por primera vez". Los datos que llegan desde Wuhan auguran lo que aquí ya intuimos: en febrero la Sociedad China de Psicología detectó que un 42,6% de los 18.000 ciudadanos chinos que participaron en su estudio presentaban síntomas de ansiedad relacionada con el coronavirus, recoge El País en su artículo Todo el mundo en Wuhan padece un trauma. Una condición que la escritora Mariana Enríquez ha descrito en La ansiedad como una sensación paralizante en la que es fácil reconocerse estos días: "Me deja muda e inmóvil en un sillón, encerrada. No en mi casa, eso no importa. Encerrada en mi cabeza".
Hablar de ansiedad, del dolor del duelo que en estas circunstancias difícilmente puede transitarse en sus condiciones habituales (con espacio para el abrazo, el ritual y la despedida) o la dificultad para convivir de repente de manera intensiva y en espacios reducidos resulta más fácil para aquellos que ya asistían a terapia. "Habitualmente acuden en mayor porcentaje personas de entre 20 y 40 años, menos a partir de los 50 y a partir de los 70 ya es muy raro que nos consulten", explica la psicóloga. Un tabú generacional que estos días se está rompiendo. No nos resulta extraño ver cómo el malestar se verbaliza, con y sin humor, en grupos de WhatsApp familiares, y en centros como El Prado ya perciben esa mayor demanda de atención psicológica, que ahora se adapta al formato de terapia online.
Si la "ansiedad, la preocupación, tristeza o las conductas exageradas o TOC" están haciendo que la persona se sienta mal de manera continuada, llevando a un desequilibrio mayor que puede repercutir también en el equilibrio de quienes conviven con ella; "es momento de pedir ayuda -sea durante el confinamiendo o en tu vida normal-". "Cuanto antes intervienes con el trauma, menos permites que se afiance", asegura la psicóloga. Hay situaciones, como las de quienes están pasando un duelo, en las que la psicóloga reconoce que "es normal e incluso saludable sentirse mal y transitar el dolor", y pone en valor la atención psicológica para ayudar a sobrellevarlo.
En esta situación de incertidumbre sanitaria y económica, su consejo es "enfocarnos en los que sabemos, en el presente y en el día a día. E intentar que la cabeza no se dispare tratando de averiguar qué va a pasar; eso no lo sabe nadie con certeza y es un caldo de cultivo para la ansiedad que nos hace sentir peor". Con esta finalidad, desde su centro de psicología están convocando a diario una sesión de meditación gratuita que se realiza en directo y en diferido desde sus cuentas de Facebook e Instagram. "Si la personas se siente ansiosa, esto puede ayudarle a manejar sus emociones, a calmarse y a conectar consigo misma". Entre los que se están uniendo a ellas (pacientes y no pacientes), uno de los aspectos positivos que están aportando las meditaciones es que "se sienten acompañados", cuenta Linares.
¿Qué diferencia una sesión de terapia presencial de una de terapia online? "Trabajamos igual en los dos casos. Incluso los trabajos con EMDR", un método especializado en procesar traumas a través del movimiento ocular que "a causa de esta circunstancia, estos días estamos trabajando mucho", apunta la psicóloga. Muchos pacientes se adaptan sin problema y a otros les da más pereza "porque tienen que descargarse algún programa de videollamada que quizás antes no usaban", reconoce Rosario. Pero en general, una vez se prueba "se quitan la barrera y están a gusto".
El principal obstáculo, sin embargo, no tiene que ver con el aspecto técnico, sino con "la dificultad para encontrar intimidad en casa". Ya sea por cuestión de espacio o porque en algunos casos aún pesa el tabú: "A veces la familia no sabe que están haciendo terapia o sienten que les van a escuchar". La recomendación de Linares al respecto es "decir abiertamente que necesito un rato para mí, que no se me moleste y, en caso de tener niños y que no haya otro cuidador en casa que se pueda encargar de ellos, dejarlos por ejemplo viendo una película. Si el espacio es pequeño y aun así siento que me pueden escuchar, puedo probar poniendo música en el lugar en el que estoy", concluye.
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