En 2018 un estudio español apuntaba que el deterioro cognitivo en mayores de 65 años es cada vez más frecuente y, entonces, había una tasa de prevalencia de 18'5%, siendo mayor en las mujeres y aumentando con el paso de los años. Cada vez existen más técnicas y pruebas médicas que ayudan a detectar en fases tempranas las enfermedades neurológicas o psiquiátricas, pero también existen pruebas más 'caseras' que evalúan las capacidades cognitivas de las personas y que pueden señalar un posible deterioro cognitivo: el llamado test del reloj.
Su ejecución es, a priori, bastante sencilla. Consiste en que el paciente dibuje un reloj con todas las horas y las manecillas, que tendrán que marcar una hora concreta, por lo general se piden las once y diez. Así, la persona debe ordenar los números, dibujar la esfera del reloj y poner las manecillas en la posición que se le ha indicado. Sigue pareciendo fácil, pero lo cierto es que es una tarea con cierta complejidad, ya que entran en acción diferentes funciones cognitivas como la memoria, el lenguaje o las visuoespaciales. De esta manera, se consigue información sobre la percepción visual, la ejecución o la coordinación.
Existen dos formas principales de realizar el test. La primera es a la orden, es decir, se le ofrece un papel en blanco, un lápiz y una goma al paciente para que haga el dibujo pertinente que hemos explicado, poniendo las manecillas en una hora determinada. En todo momento si la persona cree que ha podido equivocarse puede borrar, corregir y proseguir con el dibujo. Además, en caso de que no lo recuerde, se le puede repetir la hora que deben marcar las manecillas.
La segunda forma se denomina a la copia, ya que en este caso no solo tendrá un papel en blanco, también se le ofrecerá otro en el que ya hay un reloj dibujado. Aquí el proceso es diferente, pues lo que se le pide al paciente es que copie el dibujo de la manera más exacta que pueda, poniendo su absoluta atención en el proceso. En los dos casos antes de retirar el papel se lanza la pregunta de si cree que el reloj está completo, si la respuesta es negativa, se dará más tiempo hasta que el paciente crea que lo ha completado.
Dependiendo de los profesionales se realizan diferentes formas de puntuación que varían entre los 3 y los 20 puntos, valorando tres puntos concretos. Lo primero es la esfera, puntuando en función de si es circular, simétrica o si está completa, sin grandes distorsiones. El segundo punto que se valora son los números, si están todos o no, así como si se han colocado en el orden y en la posición correcta. Por último, las manecillas, tanto que estén en la posición que se ha indicado como que las proporciones del tamaño de los dos palos sea la adecuada.
Con ello, y dependiendo del método de puntuación que elija cada profesional, se considerará con los detalles lo que se suma o se resta en cada punto teniendo en cuenta los diferentes aspectos a analizar.
Así, con los resultados se puede adivinar si todo sigue en orden o si una puntuación considerada baja enciende las alarmas sobre posibles problemas en algunas áreas del cerebro que no están funcionando correctamente y que pueden estar reduciendo las habilidades cognitivas de la persona, lo que hace a los médicos ahondar más hasta dar con el verdadero problema.