Muchos uppers o bien tenemos padres mayores o bien empezamos o deberíamos empezar a pensar cómo molaría vivir cuando nosotros lo seamos. La pandemia de covid ha colocado a las residencias de mayores en el punto de mira. Sin embargo, las residencias de mayores son los lugares peor valorados como lugar para vivir. Son espacios en los que es complicado tener un proyecto de vida. Es difícil, por ello, no preguntarse: ¿debemos repensar la tipología?, ¿se deben medicalizar?, ¿qué cambios podemos esperar debido a la crisis?, ¿no deberían aparecer otras opciones? A hablarnos sobre ello ha venido la arquitecta Paz Martín a 'La edad por el tejado', la sección de arquitectura aplicada al envejecimiento de 'Uppersgram', nuestro espacio de charlas y entrevistas en directo en nuestra cuenta de Instagram. [Dale al play al vídeo de arriba para ver la charla completa]
Si bien no está claro cómo o cuándo terminará la pandemia, las presiones específicas que esta enfermedad ha provocado sobre estos centros, necesariamente determinarán la forma en que se deberán adaptar los actuales y se deberían diseñar las futuras residencias de personas mayores en los próximos años.
Vamos a hacer un recorrido por las opciones más molonas:
La primera, preferida y principal opción es la propia vivienda. A muchos nos gusta vivir en nuestra casa, muchos hemos hecho obras o, incluso, las estamos haciendo para convertir nuestras casas en templos de bienestar. Por ello, si estamos pensando en quedarnos en nuestro fortín, hagamos los cambios necesarios para estar más cómodos: baños grandes, iluminación natural, cambiemos ventanas para evitar ruidos y pérdidas de energía, espacios confortables, etc.
De nuestro bloque deberíamos revisar la entrada, las escaleras difíciles de subir, si hay ascensores… De nuestro barrio, deberíamos comprobar si tiene suficientes parques y lugares a donde nos guste ir, tiendas donde nos conozcan y si somos bienvenidos en él.
Nunca sin olvidar que, si las fuerzas fallan, tendríamos que poder contar con cuidados especializados de calidad en nuestros propios domicilios. Tendencia muy en boga en todos los países europeos para conservar al máximo la autonomía personal.
El avance de la edad debería suponer un incremento de la libertad de decidir sobre nuestro propio bienestar personal. Si una persona quiere mantener el control de su vida por encima de todo y desea vivir “si no es en casa, como en casa”, debería tener diversas soluciones que le permitieran hacerlo.
Si queremos cambiarnos de lugar, pero con amigos, porque muchos pensamos que cuidarse entre amigos es mejor que con desconocidos, hay dos opciones: coliving y colivingcohousing El coliving de seniors sería compartir una casa grande o piso con amigos, con los que compartir cenas, risas y penas y confidencias… y, por supuesto, gobernanza (decidir qué hacer en cada espacio y cómo utilizarlo, y con unas normas concretas y personalizadas). El cohousing es un paso más allá. Sería un conjunto de pequeñas viviendas individuales con una serie de espacios donde realizar actividades en grupo, todo ello autogestionado. Es decir, todas las decisiones acerca de dichas actividades se toman con la participación de todos los habitantes: comidas, cuidados, mantenimiento, preferencias de actividades deportivas y lúdicas, etc. Muchos de ellos se ubican en zonas rurales y cada vez tiene más éxito entre la población senior.
Si queremos cambiarnos de lugar y con otras personas no necesariamente mayores, para no sentirnos segregados y ser activos, hay un proyecto muy bonito: las viviendas intergeneracionales. Son viviendas independientes, que comparten espacios comunes y en las que viven dos o más grupos de diferentes edades, que basan sus relaciones en el apoyo mutuo. Existe un proyecto precioso en Holanda: una vivienda de madres solteras con abuelas mentoras, señoras que se han quedado viudas y hacen de abuelas para sus hijos.
Y si queremos cambiarnos de lugar pero con otras personas mayores, para sentirnos
comprendidos, existe la opción hotelera. Es el senior living, apartamentos con servicios. Viviendas independientes con espacios comunes, que están gestionadas por un tercero, que es el que ofrece programas y actividades a los convivientes.
Hospital versus hogar
La combinación de reglas draconianas y el enfoque que asimila vejez con enfermedad, lo único que consigue es privar a las personas de su independencia. Al conceder la máxima importancia a las cuestiones médicas, normativas e higiénicas, se desvanece la imagen positivista de la vida. Aunque podamos tener alguna limitación, existen modelos que anteponen el bienestar personal y la independencia a lo hospitalario e institucionalizado.
Atención centrada en las personas
En Holanda existe un modelo, en el centro Humanitas, que es la cultura del sí. Donde el bienestar personal está por encima del bienestar sanitario. Yo de mayor quiero fumar y meterme en una residencia con drogas y rock and roll. En esta residencia de apartamentos individuales, nadie lleva bata y no parece ni es un hospital. Hay café, restaurante, bar, supermercado y tiendas, y en ella no solo viven personas mayores. Está abierta al barrio y todos los servicios son para todo el mundo. Cada individuo puede decidir qué hacer con su vida y como desarrollar su proyecto de vida, independientemente de sus limitaciones.
Villa demencia (Hogeweyk)
Villa demencia es un precioso proyecto de residencia-pueblo para personas con problemas cognitivos (demencia, alzheimer...), que viven una vida plena (van a comprar, cocinan, pasean…) en apartamentos o casas de 6-8 personas. Son asimilables a unidades familiares y tienen supermercado, cine, jardín, iglesia y hasta parada de autobús. En Villa Demencia todos los trabajadores (médicos, enfermeras, cuidadores) no llevan uniforme y todas las personas llevan una vida adaptada a sus capacidades. Tiene tanto éxito que es tendencia en el mundo. Holanda fue la pionera, pero ya existe en Dax (Francia), en Canadá, Estados Unidos y en Roma.