En 1926, Margarethe Schütte-Lihotzky diseñó la cocina Frankfurt, considerada la precursora de la cocina moderna tal como la conocemos hoy en día. Lo revolucionario de ella fue que se trataba por primera vez de un ámbito independiente y especializado de la vivienda, diseñada para permitir el trabajo eficiente y para ser construida de manera industrializada. Diseñada para el complejo de vivienda social Römerstadt en Frankfurt am Main (Alemania), del arquitecto Ernst May, se construyeron 10.000 unidades a finales de la década de 1920.
El hogar del trabajador típico de la época consistía en un apartamento de dos ambientes, en el cual la cocina servía para muchas funciones a la vez: además de cocinar, se comía, se vivía, se bañaba, e incluso se dormía allí. Mientras que el segundo cuarto, pensado como sala, a menudo era reservado para ocasiones especiales. Esta cocina de Schütte-Lihotzky era un pequeño cuarto separado, conectado con la sala de estar por una puerta corredera. Así, separaba las funciones del trabajo (cocinar), de las de la vida y del descanso.
Curiosamente, casi 100 años después, el debate trata de lo contrario: ¿debemos incluir la cocina en el salón?, ¿qué ventajas tiene?, ¿se puede siempre?
Es difícil encontrar hoy imágenes de espacios en los que las funciones no estén integradas. Salones con cocina americana y con zonas de estudio o trabajo, cocinas con isla comedor despacho, etc. Lo que cabría preguntarse es si esto es bueno o malo, ya que, como veíamos antes, la sala de cocinar fue creada en origen para, precisamente, eso: aislarla del resto de funciones que ocurren en el espacio doméstico.
La respuesta es, claramente, que no existe una solución única en la distribución de los espacios, ya que somos muy diversos y cada uno vive de diferente manera. Es por ello que deberían ser los espacios los que se adapten a nosotros y no al revés. Por ello, si estáis pensando en reformar vuestra cocina, lo más importante es estudiar como vivís ahora y como querríais vivir.
Primero hay que hacerse estas preguntas: ¿cuánto la utilizas?, ¿te gusta cocinar?, ¿te encantan los cacharros?, ¿cuántos peladores, robots, máquinas tienes?, ¿cuántos amigos recibes?, ¿eres ordenado y limpio?, ¿gas o electricidad?, ¿lavavajillas?, ¿lavadora y plancha?, ¿compra diaria, compra semanal o mensual?
Una vez detectadas todas tus preferencias existen cinco opciones:
Sensación de amplitud y amplitud real. El derribo de un tabique no supone que ganemos metros físicos, pero si ganamos amplitud espacial y también la posibilidad de mezclar y ampliar relaciones entre espacios. La mesa de comedor/isla/desayuno barra, puede ser muy importante en ese sentido.
Mejora de la iluminación natural, por lo tanto, del confort lumínico, muy importante cuando nos hacemos mayores. Dos ventanas o tres son mejor que una. Las estancias diáfanas aumentan la cantidad de luz natural luz y la conexión con el exterior.
Mejora de las relaciones humanas. ¿Cuántas veces nos ha tocado estar en la cocina, cerrada y el resto de los componentes del hogar o invitados pasándoselo bomba en el salón?
Contemporáneo y actual. Se acabaron los tiempos en los que se mantenía salón que parecía un museo y
que sólo se usaba con visitas o fiestas especiales, metros desperdiciados. Derribar sus tabiques para unir estancias y crear así espacios más amplios y llenos de luz, es un concepto mucho mas hedonista y contemporáneo.
Ruidos y olores. Hay que pensar muy bien este tema. A pesar de que actualmente existe tecnología increíble (como campanas de filtro de carbono de alta eficiencia y muy silenciosas), es verdad que cocinando se hace ruido: los platos, las ollas, el chup chup... son incompatibles con una llamada de teletrabajo, por mucho que nos guste. Volvemos al punto cero: cómo vives y cómo quieres vivir.
Esconder la suciedad y el desorden. Todo está a la vista y es un escaparate de nuestro orden y limpieza, especialmente cuando has estado haciendo galletas toda la tarde, te han traído la compra y vienen invitados inesperados. Serán muy importantes entonces las soluciones de almacenaje para que podamos organizar bien todos los objetos.
Homogeneidad y falta de diversidad. Disponer del mismo espacio para el salón, el comedor y la cocina no debería implicar que éstos conformen un único ambiente, pese a que el espacio carezca de tabiques, se puede definir bien cada una de las zonas con ayuda de la decoración, materiales... si es que lo deseas.
Cocina semiabierta o conectada visualmente con el salón. Es decir, el cierre de la cocina es parcial o total pero a través de separadores de vidrio, que garantizan la continuidad visual pero separan físicamente la cocina del estar. Si en un momento dado quieres conectar, abres las puertas y voilà.
Volvemos a la táctica del baño, podemos integrar en el salón las partes de la cocina que son mas publicas, y por ejemplo el almacenaje o el agua dejarlos en espacios adyacentes. Probablemente no sea tan práctica, pero si de lo que se trata es de una buena iluminación e integración en la casa, puede ser una opción a considerar.
Está claro, quieres tener un espacio independiente para ti, para tus cosas, donde cerrar la puerta y darle al play, sin molestar, sin socializar, donde manchar todo lo que quieras. Pues hay cocinas maravillosas independientes que merecen ser vistas. Un consejo: háztela a tu medida.
Puedes moverla a tu antojo y se entiende como un mueble más. Ya no hay más problemas. Y el almacenaje, al pasillo.
Búscate un espacio para poder trabajar sentado, y siempre utiliza suelos antideslizantes, las caídas en las cocinas son un problema con la edad.
Orden, orden y orden, los objetos se comen el espacio y también nuestra capacidad de maniobra. Evita armarios altos para el almacenaje, cosa que por otro lado hoy es tendencia, piensa que subirse en una escalera o banqueta a veces puede ser un peligro.
La cocina es un espacio de trabajo y tiene que estar muy bien iluminada. Si encima trabajas o recibes en ella, dale un punto cálido.
Coloca un grifo monomando extensible, porque cargar con 5 litros de agua de una olla hasta ponerla en el fogón es una labor completamente eludible. Y no te olvides de integrar el horno en pared a una altura media porque así ¡no será necesario agacharse siempre que quieras ver el estado de los deliciosos soufflés!