Acabamos de conocer que el mercado laboral español está fuerte, como pocas veces lo había estado. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA) en 2023 España sumó 783.000 nuevos ocupados al mercado, marcando un nuevo récord de empleo con 21.246.900 trabajadores, lo que ha hecho que por primera vez en los últimos tres lustros se acabe un año por debajo de los tres millones de parados, colocándose la tasa de trabajadores en busca de empleo en un 11’7%.
Y dentro de estas buenas noticias, ¿dónde quedan los uppers? Encontrar trabajo a partir de los 50 o 55 años es una tarea más que complicada, sobre todo cuando a partir de esas edades empieza a caer la sombra de las prejubilaciones e incluso la de un posible despido por ser un trabajador veterano que, por su validez y experiencia, cuesta más dinero a la empresa que un joven al que puede pagarle un salario inferior. Un informe elaborado por Oxford Economics ofrece algunas conclusiones interesantes, como que los trabajadores mayores son los más preparados ante los procesos de cambio, una situación que Javier Ruiz analiza en una nueva entrega de Money Talks.
Este informe pone en especial valor a los trabajadores en la franja de edad entre los 55 y los 64 años, justo la misma que las empresas eligen cuando toca adelgazar la plantilla, deshaciéndose de la experiencia. Sus conclusiones son claras, estos trabajadores aportan conocimiento, en tiempos de crisis son los que contienen sus salarios con el compromiso a sus empresas, y los que cuentan con una mayor ética laboral, dicho en otras palabras, trabajan más horas que los jóvenes.
Pero hay otra parte del mercado laboral que les afecta, más allá de sus bondades. Sigue habiendo una tasa de paro cercana al 12% y, si estos trabajadores no van abandonando sus puestos, es difícil que los trabajadores más jóvenes entren en el mercado, aunque no debería verse así, pues la complementariedad de perfiles probablemente aumente la productividad, lo dice el propio informe de Oxford Economics.
Por su parte, las prejubilaciones van camino de ser totalmente insostenibles. La esperanza de vida ha aumentado más de diez años en pocas décadas, es decir, si vives más y te jubilas a la misma edad, cada vez te quedan más años para gastar. Por tanto, o más gasto público en pensión para que los jubilados no pierdan calidad de vida; o pensiones más bajas, de ahí la intención de seguir alargando la edad de jubilación.
No solo eso, una prejubilación a los 55 años significa pagar una pensión unos 30 años con cada vez menos jóvenes entrando al mercado de trabajo. Se ve claramente en la pirámide de población, que ya no tiene esa forma. La población adulta, entre los 40 y 64 años, es mucho mayor que la de jóvenes, que son quienes deben sostener esas pensiones. Es decir, los jóvenes no dan abasto para pagar tantas pensiones.
No obstante, otro problema llega cuando, a partir de los 55 años, los despidos se disparan en una edad en la que es más complicado volver a encontrar un empleo, pues es la franja de edad donde existe una mayor tasa de paro de larga duración. Prácticamente la totalidad de la mano de obra española se sitúa entre los 25 y los 55 años, ya que a partir de esa edad aumentan los despidos. Ya ni hablemos de trabajadores mayores de 65, un porcentaje insignificante respecto a otros países, como Japón o Reino Unido.
Ampliar la edad de jubilación es una opción, que debería ir acompañada de la voluntariedad, pero no para todos los empleos. En un trabajo de oficina se puede contemplar, pero es imposible que en una obra o un camarero siga en activo una persona de 70 años.
¿Qué soluciones existen para poner en valor de verdad a los trabajadores senior? Javier Ruiz desgrana en el vídeo la situación laboral de los mayores de 55 y cómo ve el futuro en una posible ampliación de la edad a la que se sigue trabajando o complementar el talento joven con el senior.