Divorciarse es una decisión difícil. Es difícil plantearlo, difícil decírselo a la familia, difícil hacérselo entender a los hijos y difícil iniciar una vida en solitario. En este páramo de dificultades, siempre es bueno que haya un refugio donde lamerse las heridas. Ese refugio es el humor, el antídoto contra los nubarrones vitales. Así surge 'Divorciarse con humor', el formato de vídeo presentado por Miguel Ángel Bargueño, autor del libro 'Yo, tú, ex'.
A lo largo de ocho entregas, 'Divorciarse con humor' ha ofrecido una visión panorámica de lo que supone una separación matrimonial: abordar en solitario la educación de los hijos, gestionar como se puede la maltrecha economía doméstica, cambiar de casa (a peor), actualizar la agenda o buscar una nueva relación en un momento en que las apps son las nuevas discotecas.
Todo ello, con mucha guasa, mucha ironía y, también, mucha ilusión. Decir adiós a una pareja y un modo de vida lleva implícito empezar una nueva vida, la que se acaba de elegir. ¿Para eso se divorcia uno, no?
En la última entrega de 'Divorciarse con humor', Miguel Ángel Bargueño trata un asunto peliagudo: tratar con adolescentes, una especie distinta dentro del especimen humano. Todavía a medio hacer, con las hormonas a reventar, pueden dar algún quebradero de cabeza a padres y hermanos. La cosa se complica cuando en casa no hay un frente común, una vía que los chavales aprovechan para lograr sus intereses, bastante más lúdicos que los de sus progenitores. En palabras de Bargueño: "Los hijos pueden convertirse en unas fieras; hay que tener mucho cuidado para que no se te suban a la chepa".