Los Chunguitos han sido uno de los grupos musicales más populares de nuestro país y máximos exponentes de la rumba flamenca junto a Los Chichos. Inspirados en el imaginario marginal español, la delincuencia, las drogas y las relaciones amorosas destructivas, alcanzaron un éxito increíble pero fueron despreciados por la crítica, e incluso por los propios flamencos. El crítico musical José Manuel Gómez Gufi nos cuenta en una nueva entrega de 'Salseo Quinqui' las claves de este fenómeno.
Los Chunguitos estaban integrados inicialmente por los hermanos Enrique, Juan y José Salazar, gitanos extremeños sobrinos de Porrina de Badajoz, uno de los grandes del flamenco en los años 40 y 50. Emigraron con toda su familia desde su Badajoz natal hasta el barrio madrileño de Vallecas, donde ellos mismos construyeron una chabola sin habitaciones en la que los once miembros vivían. Comenzaron a cantar y a buscarse la vida en la Plaza Mayor y los mesones aledaños. Así fue como llamaron la atención de su descubridor, Ramón Arcusa, del El Dúo Dinámico.
Después de varios años actuando, saltaron a la fama con su primer single 'Dame veneno' en 1976, vendiendo más de 50.000 copias de su álbum de debut. Un triunfo que se consolidó con su segundo trabajo, 'Vive gitano' (1978), que incluía la canción '¡Ay!¡Qué dolor!'. Uno de los temas de 'Pa ti, pa tu primo', publicado en 1980, alcanzó la fama un año después, cuando fue elegido para formar parte de la banda sonora de la película 'Deprisa, deprisa' de Carlos Saura, ganadora del Oso de Oro en Berlín. Era la inmortal 'Me quedo contigo' y su historia ya te la contamos aquí.
Tras el fallecimiento de Enrique Salazar en 1982, a los 25 años de edad a causa de un cáncer de garganta, reclutaron a un nuevo integrante: su primo Manuel Fernández. Desde entonces, han publicado decenas de discos y se han consolidado como uno de los grupos más reseñables del flamenco, a pesar de que los puristas del género no les reconocen esa genealogía.
"Cuando tu perteneces a un pequeño club elitista tu poder se basa en que no entre nadie más", explica Gufi. "Pero había que ir a los tablaos. Allí siempre sacaban a un rumbero, a Bambino o a Peret, o después a las Grecas, porque era lo que molaba. Los tablaos siempre se han pagado con los turistas, y allí les daban un poco de flamenco de verdad pero sobre todo mucha rumba", cuenta nuestro experto quinqui.