El ruido negro o los también denominados infrasonidos son aquellos “ruidos” que emiten las máquinas que nos rodean cuando están en funcionamiento. El problema es que el sonido es absorbido por nuestros órganos internos y podría tener efectos incalculables para la ciencia.
Son vibraciones de ondas infrasónicas, apenas audibles, con frecuencias inferiores a 20 hercios. No las escuchamos, pero las percibimos, y su presencia puede resultar tan estresante como dañina para la salud. Son una especie de zumbidos persistentes o de chasquidos que cohabitan con nosotros 24 horas al día 7 días a la semana.
Aunque, el sonido en sí es prácticamente imperceptible para el oído humano. Muchas personas, detectan estas ondas acústicas como sonido áspero, sensación de estallido, silbido de movimiento de la membrana timpánica. La frecuencia de las ondas infrasónicas coincide con la frecuencia de resonancia biológica de los órganos internos de los seres humanos como los pulmones, el corazón, el diafragma y en mayor medida en el sistema nervioso central (SNC). Eso implica que las ondas infrasónicas pueden hacer que las células de estos órganos oscilen. Esta vibración podría tener como consecuencia un incremento de temperatura no deseado que nuestro organismo considerase como lesivo. Y nos haría sentir que hemos de alejarnos del lugar en el que estamos recibiendo esta energía no deseada.
Actualmente esos infrasonidos suelen proceder de electrodomésticos, como los equipos de refrigeración y ventilación de comercios, máquinas, turbinas eólicas… El rodamiento de las ruedas de los vehículos, sobre todo tractores, autobuses y camiones, generan infrasonidos. De hecho, los conductores son los que más los sufren, aunque parece ser que esas oscilaciones imperceptibles también llegan a las viviendas cercanas a carreteras, autovías o autopistas. No obstante, los infrasonidos siempre han estado entre nosotros, incluso en la época preindustrial. Esa sensación de abatimiento y tristeza que nos invade en zonas donde hay acantilados y faros, o en los bosques, podría no ser más que el silbido de las ondas infrasónicas.
Los investigadores de la Escuela Politécnica Superior, David Baeza y Roberto Alonso González-Lezcano, han publicado en la revista International Journal of Occupational safety and Ergonomics un artículo titulado ‘Efectos de los infrasonidos sobre la salud: Propuestas para mejorar las condiciones de habitabilidad’, en el que alertan sobre los efectos nocivos de estas vibraciones en nuestra salud y proponen considerar estos ruidos en la construcción de viviendas y edificios.
Últimamente se han encontrado evidencias de que los infrasonidos de alta intensidad podrían producir el deterioro de los axones de las neuronas. Otros artículos científicos les atribuyen pérdida de concentración y perturbaciones en el sueño. Existen otros posibles síntomas menos frecuentes como pérdida de la audición, vértigo o dificultad en el equilibrio.
Los conductores de tractores y cosechadoras acusan disminución del estado de alerta y de la agudeza visual. Los conductores de camiones afirman sufrir fatiga, vértigo, dolor de cabeza. Se han realizado réplicas experimentales con una grabación que reproduce las vibraciones que se sufren en la cabina de dichos vehículos y las personas afirman sentir molestias y vigilia. Si se confirma, los infrasonidos podrían explicar por qué, tras muchas horas al volante de un coche, sentimos irritación injustificada, confusión y ligera pérdida transitoria de la audición. Síntomas todos ellos que desaparecen tras descansar.
Luego están los trabajadores próximos a máquinas industriales que emiten infrasonidos. Muchos de estos afirman percibir un zumbido constante, presión en los oídos, sensación de percibir un motor lejano, además de problemas para leer y dormir, estrés, agresividad y fatiga. No hace falta irse tan lejos para encontrar infrasonidos. Al parecer, acompañan al sonido audible de los truenos. Incluso podrían explicar que nos sobrecojamos al escuchar una tormenta, que sintamos que se acelera nuestro corazón, miedo o ansiedad.
La normativa actual de acústica en edificios se basa, principalmente, en cumplir con las exigencias de aislamiento de los recintos habitables del edificio, pero no de los colindantes o del ruido exterior. Por tanto, no se tienen en cuenta estos infrasonidos que pueden llegar a ser perjudiciales para la salud. Por esta razón, los autores sugieren contar con ese "ruido negro" y proponen que se tenga en cuenta el espacio en el que se ubicarán los equipos de ventilación, grupos de presión e instalaciones generales en establecimientos de restauración, así como en los cuartos de instalaciones y ventilación de locales comerciales en las plantas bajas de edificios.
Según su ambos investigadores, las habitaciones de las viviendas ubicadas en el primer piso de estos edificios "se habrían de disponer lo más alejadas posible de donde presumiblemente van a ser colocados dichos equipos por ser emisores de infrasonidos y bajas frecuencias de sonido audible”. Del mismo modo, sugieren a las administraciones que planteen "distancias mínimas de carreteras con amplio tráfico de coches y camiones hasta donde se vayan a construir nuevas viviendas".