Hay quienes cocinan por gusto o porque les relaja, mientras que hay otros que lo hacen porque simplemente no les queda más remedio a pesar de que odian cocinar, aunque probablemente lo que menos guste a ambas partes sea el momento de recoger y tener que fregar los cacharros si no tenemos la suerte de tener un lavavajillas que lo haga por nosotros. En general los restos van a la basura antes de meter platos o sartenes en el fregadero, pero siempre queda alguno que es mejor retirar también, a no ser que quieras atascar las tuberías.
Que un día se nos escape algo por el desagüe es lógico y no vamos a colapsar las tuberías por ello. Sin embargo, si es la tónica habitual deberíamos tener cuidado, ya que entonces sí que estaríamos deteriorando poco a poco las tuberías hasta el punto de que se atasquen. En ese caso, prepárate para el desembolso, pues arreglarlo no es precisamente barato. Por eso mismo, más vale prevenir que curar, así que evita tirar algunos de los restos que más pueden tupir las tuberías.
El aceite es uno de los grandes enemigos de tu fregadero. Es normal que caigan unas gotas que se quedan impregnadas en la sartén, pero lo que nunca se debe hacer es verter el aceite después de freir en el fregadero al ser muy contaminante y generar atascos que pueden complicarte el día.
Seguramente te haces un café cada mañana para arrancar el día y, al lavar la cafetera, te deshaces de los posos del café. Si lo haces en la basura perfecto. En cambio, de hacerlo en el fregadero es mejor que te quites esa costumbre cuanto antes, ya que se puede acumular y terminar provocando un atasco.
Después de hacer un bizcocho toca lavar más de un cacharro que está lleno de masa o de harina. Antes de coger el estropajo quita todo lo que puedas y échalo a la basura, a que la harina crea una masa o pasta muy compacta que al irse por el desagüe se va acumulando hasta obstruirlo por completo.
Cuidado también con el arroz y la pasta. A veces nos despistamos y se va alguno por la tubería y, al hincharse con el agua, van haciendo tapón y creando un atasco. Algo parecido ocurre con las cascaras de los huevos, que de colarse se va pegando en las paredes impidiendo el correcto paso del agua.