Una declaraciones del agricultor catalán Pere Roqué para el programa La Sexta Xplica, han llamado la atención en estos días. Roqué es uno de los muchos agricultores de la zona de Lérida cuyo trabajo se ha visto afectado directamente por el histórico cierre del Canal de Urgel. "La gente no entiende. Si nosotros dejamos de producir, y España que es un país productor de alimentos, tendrá que empezar a comprar todo el producto que producimos a terceros países. Que nadie se preocupe, que una barra de pan valdrá más 10 euros pero una cerveza le costará más de quince" explicaba de manera dramática.
El canal de riego de Urgel, en Catalunya, fue pensado originalmente por los musulmanes. Pero no fue hasta 350 años después, en 1862, que entró en funcionamiento. Sus comienzos no podían haber sido menos auspiciosos ya que aparentemente el agua que traía tenía demasiada sal y aquello no solo causó unas cosechas insuficientes sino que provocó una epidemia de fiebre palúdica que duró cerca de ocho años. Solo ocho años después el riego empezó a ver sus frutos, nunca mejor dicho, y el Canal ha funcionado de manera ininterrumpida durante más de 160 años. Hasta esta semana.
Los agricultores de la zona estiman las pérdidas en unos 166 millones de euros. "Si no tenemos dinero para sembrar este año, el año que viene no se come" aseguran. Según datos de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, hay unos 3,5 millones de hectáreas de cereales en riesgo de quedar totalmente inservibles. Esto incidirá directamente en el precio de productos tan básicos en para la vida española como el pan o la cerveza, cuyo precio, como explicaba el agricultor Pere Roqué, puede sufrir un crecimiento exponencial. Una situación igual de grave atraviesan los cultivos de olivas: en enero el kilo de aceite costaba un 150% más caro que el año anterior, y en lo que va del año ya es 32,1% caro.
La sequía también afecta negativamente a los viñedos, que ya en 2022 habían producido un 10% menos de vino. Este año, de continuar así las cosas, se espera que zonas como la Cuenca del Idarrua, en La Rioja, lo sufran especialmente. La fruta fresca, por su parte, ha subido un 5,6% este año y la perspectiva es que irá a peor.
Mientras no llueva, no hay demasiado lugar para el optimismo.