La historia del pueblo hundido bajo un embalse que la sequía ha descubierto
Sant Romà de Sau quedó inundada por el agua del embalse hace años y ahora sus restos resurgen ante la sequía
Construcciones como lo que queda del molino han resurgido por primera vez ante un embalse que se encuentra al 4% de su capacidad
Su Iglesia siempre ha marcado las épocas de sequía con su campanario, pero ya está completamente descubierta
Cataluña ha entrado en situación de emergencia por sequía. Desde que existen registros la región no había tenido unos registros de agua tan bajos, lo que ha provocado que se apliquen restricciones de suministro en más de 200 municipios de la comunidad autónoma tanto en el consumo doméstico como en la hostelería, la industria o la agricultura. Seis millones de afectados en total por la sequía que tiene su mayor representación en el embalse de Sau, a solo un 4% de su capacidad, que ha dejado totalmente al descubierto Sant Romà de Sau, la población que quedó bajo el agua tras la construcción del embalse.
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Su situación es la viva imagen de la sequía que vive Cataluña, un embalse que abastece de agua potable al Área Metropolitana de Barcelona que está prácticamente vacío. Ya desde el año pasado se evidenciaba como nunca la sequía cuando el campanario de la iglesia quedó totalmente al descubierto, hasta el punto de poder visitarse sin ningún tipo de problema a pie. Una iglesia que data de 1062 y que es la más antigua del mundo que se mantiene en pie en esas condiciones.
Un pueblo que resurge con la sequía
Ahora todo el pueblo está al descubierto, al aire libre, y se puede caminar por él ante la falta de agua, hasta los restos del molino, que siempre habían estado bajo el agua, se encuentran ahora totalmente visibles sobre la tierra.
La Iglesia de estilo románico lombardo de la que antes solo se podía contemplar su campanario sobre el agua fue en su momento el centro de una localidad que en 1962 apenas estaba ya habitada. Quienes aún quedaban en el pueblo tuvieron que abandonarlo tras la construcción de un embalse con agua proveniente del río Ter. Tras abrirse las compuertas de la presa, el agua lo invadió todo, dejando al pueblo bajo el agua, cual Atlántida.
A lo largo de las décadas la Iglesia ha ido marcando épocas de sequía cuando más dejaba ver su campanario sobre el agua, pero nunca como ahora, cuando está totalmente al descubierto no solo toda la estructura del edificio que durante años fue el centro neurálgico de la localidad, sino todo los restos que quedan de las edificaciones en las que en su día vivieron cientos de personas hasta la construcción de la presa que dio lugar a un embalse que hoy agoniza como consecuencia de la sequía.