El invierno se acerca con sus patas de nieve, y con él, llega la hora de tomar decisiones relacionadas con el gasto energético y la gestión de la casa. La factura eléctrica que pagamos suele pegar un petardazo en cuanto encendemos calentadores, ponemos lavadoras en la hora mala y activamos el sistema de calefacción de gas o eléctrico. Por desgracia, cuesta decidir si dejar que nuestra casa sea una nevera para rasparle unos euros a la factura de gas o entregarnos al hedonismo erótico de la calefacción central.
Te contamos algunos trucos para ahorrar dinero en invierno y echar unos pocos euros, metafóricos, a la hucha de tu ahorro. Se va con mirarlo.
La rutina del día en invierno tiene sus peajes. Para mantener la casa bien aireada hay que abrir puertas y ventajas y dejar que la ventilación cruzada entre estancias haga el resto. Con diez minutos será suficiente. Una de las formas principales de ahorrar energía es gestionar el calor residual de la casa de forma eficiente, con un sistema de puertas y ventanas que aísle de forma correcta el calor del que luego dependeremos. Si ventilas demasiado tiempo, todo ese calor residual se perderá y tendrás que subir la calefacción para que la temperatura del interior de tu casa vuelva al punto óptimo.
El modo de espera o reposo es otro gasto silencioso que nos sangra cuando llega la factura. En lugar de apagar aparatos como la televisión, la consola o el ordenador, los dejamos dormidos, en standby. Bien, pues sube tu factura, y no sabes cuánto. Es mucho mejor encenderlos cuando los utilicemos y apagarlos cuando toque.
Euro a euro, puedes ahorrar con cada gesto de hormiguita que implementes en las tareas del hogar: utilizar el programa en frío de la lavadora, fregar los platos alguna vez en lugar de tirar de lavavajillas o limpiar los filtros del aire acondicionado.
No es un dicho, pero como si lo fuera: casas viejas, ventanas malas. Sin aislar, de madera, con cerramientos pobres. El frío es listo y se cuela por la rendija más estrecha. Y no es muy difícil saber qué viene después: cuanto peor aislado está un piso, más odioso se vuelve en los inviernos de ciertas ciudades.
Es posible que aislar las ventanas, bien sea con espuma en las junturas o directamente instalando ventanas de climalit, haga que tu cuenta corriente se retuerza como un derviche. A la larga agradecerás que tu casa esté bien aislada y mantenga el calor de forma tan eficiente que ya no tengas que subir la calefacción hasta los 35 grados para mantener una temperatura habitable y dejar de vivir en un páramo helado.
Lo mismo con las bombillas: renovar todas las que tengas por las de bajo consumo es un gasto que agradecerás cuando pase el tiempo y tu factura haya bajado, aunque sea un pequeño porcentaje. Existen los gastos hormiga y también el ahorro de hormiga, en las pequeñísimas cosas que se nos escapan.
Quizá seas un yonki de la desnudez y te guste pasear sin ropa en invierno dentro de casa, como si estuvieras dentro de tu propia tostadora, pero cada grado que subes el termostato aumenta considerablemente tu consumo eléctrico, así que piénsatelo. Dejando de lado la eficiencia energética que se le pide a todo ser humano que quiera seguir vivo en este planeta sin culpa ecológica, quizá no sea necesario hacer de tu casa una sauna sueca y puedas acostumbrarte a ir semiabrigado. Gestionarás de forma más eficiente la energía, te resfriarás menos cuando la temperatura de tu casa esté más cerca de la de la calle y, de paso, te ahorrarás un buen pellizco.
Suena bastante aburrido ponerse manos a la obra y purgar los radiadores en invierno, pero es imprescindible para que la gestión del calor con el que atemperamos la casa sea suficiente. Quien dice radiadores, dice todo tipo de pequeñas acciones que contribuyen a tener una casa caldeada, como no poner ropa húmeda delante de una fuente de calor o gastarse la pasta en el elemento aislante más ninguneado en esto de hacer acopio de calorcito: las alfombras.
Si no tienes radiadores, toca ponerse a buscar un radiador portátil o un calefactor y hacer la cuenta de la vieja con el consumo de KW para encontrar el que te ahorre tres o cuatro euros en la factura eléctrica (no será mucho más)
Otro de los trucos imprescindibles para el mantenimiento de nuestra nevera es eliminar el polvo de la parte trasera y raspar el hielo y la escarcha del interior del congelador. Otro gesto que parece una idiotez pero que puede aumentar un 10% el consumo eléctrico del frigorífico, uno de los aparatos más sibilinos en cuestiones de ahorro: parece inofensivo, silencioso, letal, pero es de los que más consume. Añade a la eliminación del hielo la elección de una temperatura correcta para la nevera. No hace falta que los alimentos se congelen si solo deberían conservarse en frío, para eso ya tienes el congelador.
Todos estos pequeños gestos ayudan a que cada aparato esté en perfecto estado para consumir la energía justa. También el microondas influye en la factura eléctrica. Se recomienda aumentar su uso en invierno y disminuir el del horno, una auténtica bestia en esto de consumir electricidad y hacer temblar tu cuenta de gastos.
Por otro lado, si vas a utilizar el horno, recuerda dejarlo abierto al terminar de cocinar para que el calor se reparta por la casa. Un truco que parece de anciano en una guerra civil pero que te puede ayudar a entibiar el hogar.