La tecnología es hoy fundamental en nuestro día a día. Tanto que jugará un papel fundamental en nuestra evolución como especie en un futuro no muy lejano. Aunque pueda sonar a ciencia ficción, nuestra dependencia de los los smartphones, ordenadores portátiles, relojes inteligentes y demás aparatos electrónicos afectará radicalmente la anatomía del ser humano con el paso del tiempo, de modo que nuestro aspecto en el año 3.000 será muy distinto al de ahora. Al menos esa es la conclusión a la que ha llegado la empresa de telecomunicaciones Toll Free Forwarding.
Basándose en estudios, investigaciones científicas y opiniones de expertos sobre el compañía ha desarrollado un modelo creado en 3D que representa al humano del futuro, moldeado por el uso desmedido de estos aparatos. Así, Mindy, que es como se llama el modelo, presenta joroba, cuello encogido, mano en garra, codo en ángulo recto, un segundo párpado interior, un cráneo más grueso y un cerebro más pequeño.
"Si bien la tecnología ha sido excelente para la creación de empleo, la productividad y el aprendizaje de nuevas habilidades, existe una creciente evidencia que revela los efectos negativos que la tecnología puede tener en nuestros cuerpos", explica el equipo de diseñadores y científicos que ha creado Mindy.
El diseño de los objetos tecnológicos modernos, como los teléfonos inteligentes y los monitores, y nuestros hábitos típicos respecto a ellos tienen un impacto significativo en la forma en que nos sentamos y nos colocamos. Por eso la espalda y el cuello de Mindy estarán inclinados hacia su pecho.
“Pasar horas mirando tu teléfono tensa el cuello y hace que tu columna pierda el equilibrio. En consecuencia, los músculos de su cuello tienen que hacer un esfuerzo adicional para sostener su cabeza. Sentarse frente al ordenador en la oficina durante horas y horas también significa que su torso se estira frente a sus caderas", explica Caleb Backe, experto en salud y bienestar de Maple Holistics, a 'Gestión'.
Además, habrá desarrollado la 'garra de texto', consecuencia de agarrar constantemente el móvil, curvando los dedos en una posición poco natural durante largos períodos de tiempo. Esto se conoce como síndrome del túnel cubital. El brazo de Mindy tiene el codo de 90 grados, conocido también como "codo de smartphone".
Existe una creciente preocupación sobre la radiación de radiofrecuencia emitida por los teléfonos inteligentes y las consecuencias que pueden causar para la salud cuando se exponen al cerebro. En 2011, la Organización Mundial de la Salud clasificó la radiación de los teléfonos inteligentes como “posiblemente cancerígena para los humanos”. Ante estos riesgos, Mindy ha desarrollado un cráneo un poco más grueso, lo que la protege de cualquier daño.
Por otra parte, gracias a los avances tecnológicos en agricultura, salud y muchos más ámbitos de la vida, ahora tenemos que hacer mucho menos para sobrevivir, por lo que el cerebro también será más pequeño.
El cambio más extravagante llega con la aparición de un segundo párpado. Debido a que investigaciones apuntan a que las pantallas que causan dolores de cabeza, fatiga visual e incluso ceguera, "el cuerpo de Mindy podría desarrollar un párpado interno más grande para evitar la exposición a la luz excesiva, o el cristalino del ojo puede desarrollarse evolutivamente de modo que bloquee la luz azul entrante", según Kasun Ratnayake, de la Universidad de Toledo.