Si usas smartphone desde hace años sabrás que la relación con tu móvil está determinada también por el uso que le das: el número (infinito) de horas que pasas conectado, cuántas veces haces scroll, qué aplicaciones utilizas con más frecuencia, qué gestos has configurado para que el uso del teléfono se adapte a tu estilo de vida y comodidad.
Todos somos uno con el aparato, como si fuera un apéndice digital o una extensión de nuestra personalidad y nuestros vicios. Podemos volvernos adictos y dependientes de él con facilidad. ¿Alguna vez has sentido que tu teléfono vibraba en el bolsillo sin motivo y, cuando lo has sacado para echarle un vistazo, has descubierto que no tenías ninguna notificación?
Este fenómeno se conoce como ‘síndrome de la vibración fantasma’ y se estudia desde hace años.
La aparición de este síndrome se dató por primera vez en 2003 gracias a un periodista estadounidense que lo nombró como tal en un artículo para una revista. El término causó sensación por la exactitud con la que nombraba un fenómeno que guarda reminiscencias, al menos en su semántica, con la terminología médica y los pacientes han sufrido la pérdida de un miembro. En este caso, uno enteramente ‘digital’, nuestro propio móvil.
La vibración fantasma guarda relación con la teoría de detección de señales, que es la manera en la que nuestro cerebro lee el entorno de forma inconsciente, capta tanto respuestas reales como imaginarias (un fallo de detección, que también es una manera de estar alerta) y reacciona en consecuencia. Nuestro cerebro puede actuar de diferentes formas ante la presencia o no de un estímulo: percibe una señal real que existe (la vibración del móvil), y su lectura es correcta; no percibe estímulo alguno, y por lo tanto, no reacciona; no percibe un estímulo que sí existe (un ultrasonido); o reacciona ante un estímulo imaginario, que solo es producto de una lectura incorrecta del cerebro.
En el escáner del entorno y de los estímulos no es para nada infalible. En él influyen distintas variables, desde nuestra propia experiencia o nuestra dependencia del móvil (deseo de ser vistos y percibidos en redes sociales, FOMO, miedo a perdernos un mensaje importante, la dopamina que genera cogerlo y desbloquearlo para comprobar si hay algún input o notificación) a un estado fisiológico alterado, como el cansancio o el miedo.
Tras acuñar la expresión, un famoso diccionario australiano decidió otorgarle al término ‘síndrome del móvil fantasma’ el premio a la palabra del año, y poco después se publicó el primer estudio en torno al fenómeno. En ‘Phantom vibrations among undergraduates: Prevalence and associated psychological characteristics’, la investigadora Michelle Drouin analizaba las respuestas de 290 estudiantes estadounidenses en torno a esta percepción inexistente, la de un móvil o un aparato que sentimos vibrar de forma imaginaria.
Las respuestas, casi unánimes, no sorprenden. Un 89% aseguraba haber sentido este tipo de vibración de forma frecuente, como mínimo una vez cada dos semanas. Un pequeño porcentaje de los encuestados mostraba reacciones emocionales adversas al fenómeno y picos de ansiedad, al comprobar que no tenían ninguna notificación de WhatsApp o un mensaje de texto en la pantalla de su smartphone.
En otro estudio de la Universidad de Michigan, este de 2017, se trató de concluir si el fenómeno de la vibración fantasma obedecía a algún tipo de dependencia del móvil por parte de las personas que lo habían experimentado. 784 estudiantes respondieron preguntas relacionadas con su personalidad y su estabilidad emocional (grado de amabilidad, extroversión, búsqueda de control y otros rasgos psicológicos), el uso que hacían de su teléfono y si alguna vez habían experimentado el síndrome de la vibración inexistente.
Los resultados hallaron una asociación entre quienes eran más inestables emocionalmente y, en alguna ocasión, habían sentido imaginariamente vibrar su teléfono, con una prevalencia mayor entre las mujeres y las personas más jóvenes del grupo de estudio. Entre los síntomas: ansiedad, hipervigilancia, estrés y perturbación emocional.
Para Daniel Kruger, director del estudio, los resultados evidencian que las personas con cierta adicción o dependencia al teléfono pueden sentir la vibración fantasma con más facilidad, así como fenómenos como la nomofobia (pavor irracional a no tener el móvil disponible todo el tiempo). De momento, ninguno de estos síndromes emergentes ha tenido como respuesta su inclusión en los listados de trastornos mentales, aunque ciertamente hay investigadores que lo han solicitado.