Las apariencias engañan, dice el refrán. La creencia popular nos induce a pensar que los llamados nativos digitales, aquellos que han crecido lidiando con la tecnología, son menos propensos a caer en estafas y fraudes online que las generaciones más mayores, en teoría menos familiarizadas con ella. Sin embargo, el simple hecho de ser joven no te vuelve inmune a los peligros de la red. Al contrario, el estar siempre conectados les hace más vulnerables y menos precavidos ante ciberataques que sus padres y sus abuelos.
Esa es la conclusión de un estudio de la Alianza Nacional de Ciberseguridad de EEUU, con participantes no solo estadounidenses, sino también de ciudadanos de Reino Unido y Canadá, que revela que los miembros de la Generación Z (los nacidos entre mediados de los 90 y principios de la década de 2010) son más susceptibles de verse afectados por una estafa online que las generaciones anteriores.
Según ese estudio, el 64% de los jóvenes de la Gen Z están "siempre conectados", lo que les otorga más números para caer en estafas online que a los millenials o los baby boomers, que se quedan en un 48% y un 33%, respectivamente. Pero además el 47% de la Generación Z cree que es fácil alcanzar un nivel aceptable de ciberseguridad, lo que puede conducirles a tener una falsa sensación de seguridad. En ese sentido, la investigación también los identifica, junto a los millennials, como los más confiados y propensos a caer en estafas amorosas o de robo de identidad.
En el lado contrario, los boomers pueden presumir de ser más prudentes que otras generaciones, y por eso caen en menos estafas online. Solo el 12% de ellos han sido víctimas de phishing, y solo el 8% han sufrido robos de identidad. En general, su desconfianza hacia el mundo digital les hace ser más cuidadosos con sus contraseñas y no comparten tanta información personal en Internet. Se puede decir que compensan con cautela y escepticismo su falta de formación en materia de ciberseguridad.
Sin embargo, los Gen Z, guiados por una combinación de sentimiento de falsa impunidad y de tener poco que perder, se interesan menos en proteger sus datos. Una de las estafas en las que más caen está relacionada con los influencers. Los ciberdelincuentes se hacen pasar por representantes de marcas y solicitan a los jóvenes que realicen reseñas de productos a cambio de muestras gratuitas. Pero antes de enviar esas muestras se les pide que paguen los gastos de envío y luego los productos nunca llegan.
Así que sí, seguramente los Gen Z se manejan mejor las redes que los boomers pero caen hasta tres veces más que ellos en algún tipo de fraude. En este caso sí es válido ese otro dicho que dice que la experiencia es un grado. Si no se está seguro de algo, mejor no hacer click. Y aunque aplicaciones como Instagram o TikTok tienen numerosas opciones de privacidad, en última instancia es responsabilidad del usuario configurar adecuadamente esos ajustes.