A Teo, de nueve años, le fascinan las gafas de Spiderman. A Fiona, de siete, le preocupa que su abuela no la reconozca cuando la ve. A Teo tampoco le gusta ver así así a su abuela. Y en medio de esas disquisiciones, llegan sus padres, el ingeniero Joaquín Pais y la abogada Alicia Figueroa, con una decisión: la familia al completo va a participar en Technovation, un concurso internacional que premia los proyectos más innovadores de Inteligencia Artificial. La originalidad es que estos proyectos no estás desarrollados por ingenieros informáticos, sino por familias. En su caso, nadie sabía ni una palabra de IA, por eso durante muchos sábados los Pais-Figueroa aprenden los conceptos principales de esta tecnología en unos cursos específicos organizados por la propia Technovation. Llegan así a una nueva fase: el desarrollo de un proyecto de IA que suponga un beneficio social.
Entre superhéroes, fines de semana tecnológicos y mucho brainstorming, la familia llega a su momento eureka: Memory Glasses, unas gafas inteligentes que permiten a los pacientes con alzhéimer identificar quién se cruza en su camino y qué relación guarda con esta persona, una información crucial para el que tiene débil la memoria. La abuela de Teo y Fiona es una de los 1,2 millones de residentes en España que padece esta enfermedad. “Al principio nos pareció una propuesta sin sentido, pero le fuimos dando forma y nos pareció una idea fantástica y sobre todo muy sencilla de explicar”, afirma Joaquín Pais. Y, además, contaban con el entusiasmo de Teo y Fiona. Los niños vieron claro que las gafas podían ser las de Spiderman, pero mejores, más útiles y, sobre todo, más necesarias en una sociedad en la que el Alzheimer, poco a poco, va convirtiéndose en la epidemia silenciosa.
El funcionamiento es relativamente sencillo. Las gafas disponen de una tarjeta de memoria en la que se guardan las fotos de las personas que se quieren identificar, así como un código, una cámara y un altavoz con el que el usuario escucha el nombre de la persona que tiene enfrente y el vínculo que guarda con ella. A través de un programa de reconocimiento facial, los pacientes pueden reconocer a los personas de su entorno y alejarles momentáneamente del olvido en el que viven.
El proyecto ha recibido una acogida excepcional. “Todo va muy rápido”, dicen casi al unísono. Muchos familiares de pacientes les piden a diario que comercialicen pronto las gafas. Su ejemplo provoca el interés tanto de personas afectadas como de instituciones. En el horizonte cercano está crear un prototipo que pueda probarse a gran escala. A partir de ahí, seguirán avanzando.
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