InnerTomato: una planta modificada genéticamente para brillar en caso de que necesite algo

  • En los últimos años, distintos científicos han desarrollado plantas luminosas para poder observarlas mejor y comprender cómo responden ante distintas situaciones

  • El último de estos cultivos de ciencia ficción es InnerTomato, una planta tomatera capaz de iluminarse cada vez que necesite algo

Hablar de plantas que brillan en la oscuridad puede parecer cosa de ciencia ficción, pero gracias a los avances tecnológicos cada vez estamos viendo más este tipo de cultivos. En los últimos años, diversos investigadores han realizado proyectos en esta dirección para observar mejor a las plantas y comprender cómo responden ante distintas situaciones. En 2013, además, la compañía Taxa Biotechnologies financió con éxito una campaña de Kickstarter, la mayor plataforma de crowdfunding del mundo, para lanzar al mercado unas plantas brillantes que prometían iluminar nuestras casas, aunque el resultado final no fue, ni de lejos, el esperado.

Ahora, sin embargo, este tipo de plantas modificadas genéticamente han llegado al mundo de la agricultura de la mano de InnerPlant, una compañía estadounidense que ha creado una variedad de tomate capaz de iluminarse cada vez que necesite algo: el InnerTomato.

Una planta de tomate que brilla en la oscuridad

El tomate es una de las frutas (verdura según algunos) más populares y sencillas de cultivar. Por poder, pueden cultivarse tanto en la huerta de toda la vida como en casa, en uno de esos huertos urbanos que tan de moda se han puesto. Tan solo hay que plantarlos en un espacio con una temperatura media de entre 15 y 30 grados en el que puedan recibir luz abundante, regarlos varias veces por la semana en pequeñas cantidades y podar las hojas más cercanas al suelo de manera frecuente para evitar que contraigan enfermedades. Así de fácil.

Sin embargo, muchas veces hasta las cosas más simples se complican. Que algo no requiera grandes esfuerzos no significa que no necesite que le dediquemos un mínimo y en ocasiones, ya sea por un despiste, por falta de tiempo o por puro desconocimiento, podemos acabar arruinando lo que parecía imposible de arruinar.

Con el tomate ocurre algo parecido. A pesar de la facilidad con la que podemos conseguir estos frutos, si no los cuidamos correctamente es probable que acaben estropéandose, ya sea por un exceso o falta de agua, por un déficit de nutrientes o una enfermedad.

Para evitar este tipo de problemas, la empresa estadounidense InnerPlant ha modificado el ADN de las tomateras para codificar una señal de aviso que les permita iluminarse en caso de que tengan algún problema. Gracias a esto, las plantas pueden producir unas proteínas capaces de emitir señales fluorescentes que advierten al agricultor en caso de que tengan insectos o necesiten agua o nutrientes.

Según la compañía, estas proteínas luminosas aparecen cuando las plantas comienzan a sentir los primeros síntomas, en un margen de 24 horas, y pueden emitir tres tipos de colores, uno en función de cada necesidad. Son, eso sí, invisibles al ojo humano, por lo que solo pueden detectarse mediante unas cámaras especiales equipadas en drones y satélites.

Beneficios para la agricultura

Los agricultores pueden acceder a esta información en cualquier momento gracias al portal de InnerPlant, donde, además de comprobar el estado de sus plantas, podrán obtener recomendaciones específicas para solventar sus problemas.

Según InnerPlant, esta rompedora tecnología permitirá que los agricultores actúen con mayor precisión y eficacia, lo que les ayudará a reducir la cantidad de pesticidas que utilizan. Como resultado, podrán ahorrar costes y desarrollar unos cultivos más sostenibles con el medioambiente.

Por el momento, la compañía ha decidido probar su Inner-Tomato en los campos de California para comprobar si es rentable, algo fundamental para que pueda salir al mercado. Sin embargo, son optimistas, y ya se encuentran trabajando en otro cultivo luminoso: la soja. Según sus cálculos, ambas plantas podrían estar disponibles en uno y dos años, respectivamente, siempre y cuando superen todos los requisitos legislativos y consigan una rentabilidad igual a las de las semillas convencionales.