Conexión intergeneracional: el esfuerzo de un profesor de 60 años para enterarse de qué va el anime por su hija
Un tweet en el que un docente universitario pregunta a su alumna por unos dibujos encontrados en sus hojas de examen se hace viral
Casi 6.000 compartidos y más de 34.000 'likes' lleva por el momento el tweet de Emma, estudiante de la asignatura de Crítica Anglonorteamericana, en el que retuitea el mensaje de José Antonio, uno de sus profesores universitarios. Para responder a una pregunta de su hija, José Antonio quiere confirmar si unos dibujos aparecidos en un examen de Emma realmente eran de una serie de anime.
¿La serie? "Haikyuu!!", una de las máximas referencias del anime de los últimos años. Basada en las aventuras de un equipo de voleibol, representa los máximos valores del género: tramas complejas, imágenes realistas de influencia cinematográfica y cierta violencia en el lenguaje. Como tantos jóvenes, Emma se siente tan fascinada por la serie que incluso garabatea en los exámenes las figuras de sus personajes favoritos. Y llegan hasta el profesor. Y hasta la hija del profesor, probablemente otra fan de la serie, que necesita confirmar si lo que ve en los papeles que su padre corrige son los personajes de "Haikyuu!!".
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Las redes se encargan de canalizar la pregunta. Y la historia se viraliza. ¿Por qué?
Seguramente nos sorprende comprobar que hay personas a las que les importa conectar generacionalmente con los otros, ya sean hijos, nietos, compañeros de trabajo y hasta alumnos. La relación entre los que forman y los que son formados tiene muchas aristas y muchos puntos de interés o de desinterés. La edad forma parte de los prejuicios más negativos. Emma comenta alucinada que su profesor tiene "¿como 60 años???". Nótese la triple interrogación. José Antonio le ha roto el paradigma a Emma: es mayor y quiere conocer algo del universo joven. ¿Qué demonios está pasando aquí?
Profesores más innovadores: una reclamación pendiente
A esta alumna quizá le sorprende que su profesor interactúe con ella por un tema no académico… y a través de Twitter. Y no es raro. Los jóvenes usan la tableta y el móvil como una parte más de su cuerpo. Acceden a ocio, cursos, vida social… Todos es dinámico y se mueve a golpe de clic, hasta que llegan a la universidad. Allí se mantiene, en muchas de las facultades, un mundo suspendido en el tiempo entre las clases magistrales y presenciales, un mundo que reconocería cualquiera que hubiera ido a la facultad en el siglo pasado. Sin embargo, el cambio tecnológico hacia lo digital demanda un cambio de método docente.
Así lo indica un informe de la Red Vives, asociación sin ánimo de lucro que representa y coordina la acción de 22 universidades de los territorios de habla catalana, realizado en 2019 entre 40.000 alumnos de los campus de Cataluña, País Valenciano y Baleares. Según el informe, casi el 60% del alumnado piensa que las asignaturas se imparten de una manera tradicional y que solo un 5% se enseñan de una manera innovadora. Esta es la conclusión más importante, pero ¿qué otras cosas reclaman los alumnos?
Hiperaulas, aprender no solo en clase
Si hay una palabra que define los últimos tiempos es 'colaborativo'. Compartir es la tendencia de moda. Y ha llegado para quedarse. Hoy, los jóvenes quieren saber conducir, pero no quieren tener coche, sino alquilarlo (o conseguir uno) cuando sea necesario. En la enseñanza primaria y secundaria se refuerza el trabajo en equipo.
La universidad no ha quedado fuera de la tendencia, aunque la docencia universitaria sea la más reticente a cambiar. Pero los usuarios mandan: la mayoría de los jóvenes quiere hacer más trabajos en grupo porque sienten que aprenden más y su experiencia de aprendizaje es más satisfactoria, según el estudio. Sin embargo, la metodología no está preparada. Faltan hiperaulas y un sistema académico preparado para la enseñanza no presencial, ya que casi un 30% de los alumnos trabaja de forma intermitente.
Mayor flexibilidad
Los nuevos hábitos sociales también parecen ajenos a la universidad. El estudio muestra que los campus se dirigen a un tipo de alumnado joven, sin responsabilidades familiares ni profesionales y desatiende a los estudiantes que trabajan, que están emancipados o que, incluso, han creado una familia. Una solución podría ser flexibilizar el curriculum y el calendario académico, coordinado con el calendario laboral. De igual modo, habría que asegurar la conciliación entre la vida familiar y profesional y favorecer la prolongación de los estudios a lo largo de la vida. Es decir, ofrecer la opción de una formación continua real, no solo para los jóvenes.
Es muy posible que este deseo de formación continua haya empujado a José Antonio, el profesor que quiso saber algo de anime, a preguntarle algo a su alumna. Y que se haya dado cuenta de que la mejor manera iba a ser a través de las redes. ¿Dónde, si no, iba a encontrarse con Emma?