A finales de los años ochenta la mítica revista 'El Víbora' empezó a dar cobijo a las viñetas cotidianas de unos jóvenes urbanitas en una Barcelona chispeante que daba sus primeros pasos hacia la modernidad. Eran Lola, Ernesto, Héctor, Rita y César, y tenían por delante un montón de sueños por cumplir. Por detrás de ellos, o más bien diluido entre ellos, estaba Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962), pensándose a sí mismo y a toda una generación. Treinta años después y muchos proyectos, adaptaciones y premios mediante, Seguí trae de vuelta en 'Boomers' (Salamandra Graphic) a aquellos personajes, ahora al borde de la jubilación, un tanto desencantados ante la certeza de que muchos de aquellos sueños se quedaron en el camino y frente a la incertidumbre que trae el futuro.
Seguí abre su obra con una cita de Irene Vallejo, "Ser joven no es lo mejor. Lo mejor es pensar años después en cuando éramos jóvenes", como para marcar ese tono nostálgico que va a impregnar todas sus viñetas, aunque en realidad por debajo de todas las preocupaciones y reflexiones que lanzan sus personajes a lo largo de todo el cómic prevalezca un mensaje de cierto optimismo ante lo que queda por vivir. En Uppers hablamos con Seguí sobre su primer álbum como autor completo en 20 años.
¿De dónde viene esa melancolía que se filtra en ‘Boomers’?
Es imposible no ser nostálgico. 'Boomers' trata sobre aceptar el paso del tiempo; no solo por cómo te pasan los años por encima, sino también como tu tiempo, lo que conoces, también va quedando obsoleto. Seguimos aquí, funcionamos de coña, pero es como si lo hiciéramos con un sistema operativo que no acepta más actualizaciones. No hay como la ironía para reírse de uno mismo, y 'Boomers' huye de la típica queja intergeneracional.
¿Qué pasa cuando lo que sucede a tu alrededor ya no te representa?
Eso es lo que más vértigo da. Las generaciones más jóvenes solo tienen de referencia el presente, y con eso afrontan el futuro; pero los que ya tenemos historia, venimos de otras realidades. Los de mi generación crecimos con la idea de que con los años todo mejoraba y estamos viendo cómo la historia es capaz de volver atrás como un péndulo, y ver como conquistas sociales y libertades que dábamos por inamovibles están en peligro nos causa estupor.
¿Se vuelve uno más radical con la edad?
Debería ser así. Cuando a uno le va quedando menos tiempo, no está para perderlo en medias tintas. Una de las ventajas de hacerse mayor es que tienes más claro lo que te importa y lo que no. Eres más selectivo, y lo que los demás piensen de ti, pasa al último lugar.
¿Son los 60 los nuevos 40?
En mi caso, sí. No recuerdo haber pasado la crisis de los 40, pero los 60 (puede que también por la pandemia que les acompañó) me pasaron por encima como un terremoto y tenía ganas de contar este desconcierto de los que ya hemos pasado la grapa.
¿Es buena edad para darse al sexo, drogas y rocanrol?
A los 60 igual aún no. Aún tienes responsabilidades, y a mi edad tardas demasiado en recuperarte de los excesos; pero si sigues vivo a los 80, nada debería impedirte exprimir los últimos años con todo el vicio asumible, aunque puede que no en ese orden.
¿Nos reconciliamos con nuestros padres a medida que cumplimos años?
En mi caso, sí. Crecí resistiéndome a la típica frase “cuando llegues a mi edad pensarás como yo” y durante mucho tiempo, me reafirmé en las diferencias. Ahora, aunque sigo pensando diferente, me reconozco más en ellos.
Uno de los personajes de ‘Boomers’ dice “Lo único que importa en esta vida es que te quieran y haber querido” ¿Lo suscribes?
Totalmente. Y lo certifica también Battiato: todo el universo obedece al amor.
“El mayor miedo a los 60 es que el tiempo que queda pase sin pena ni gloria”, dice otro. ¿También lo crees tú?
En 'Boomers' no hay tanto un miedo a la muerte, como a que se te escapen los últimos años sin aprovecharlos. A mi edad ya sabes lo que es perder a un padre o verlos consumirse en una residencia. Estás ahí en primera línea de fuego y algunos colegas ya han partido antes de tiempo, y nada tiene más sentido que aprovechar los años buenos que puedan quedarte antes de acabar en manos de otros.
¿Qué hay de cierto en eso de que a los 60 los hombres pasan a ser interesantes y las mujeres invisibles?
El culto a la juventud se aplica tanto a hombres como a mujeres, pero, mientras nosotros nos hemos dejado una puerta abierta a un retiro dorado poniendo en valor la madurez como atractivo, las mujeres, por una convención social machista, pasan de objeto de deseo masculino a la invisibilidad. Hay destellos de que esto está cambiando y me parece fantástico que cada vez más mujeres maduras reivindiquen la belleza de sus canas.
¿Dejaremos un mundo más feo a nuestros hijos?
Me gustaría pensar que no. Que simplemente el mundo cambia cada vez más deprisa y lo que sucede es que no nos da tiempo a entender las coordenadas. La historia de la humanidad está llena de crisis que han servido para avanzar, y también de civilizaciones que han sustituido a imperios anteriores. Quiero pensar que serán capaces de seguir adelante, pero ojo con Mordor que siempre está ahí acechante.