Marina Abramović: así es la reina de la performance que ha ganado el premio Princesa de Asturias de las Artes 2021
La artista serbia ha recibido el prestigioso galardón Princesa de Asturias de las Artes 2021.
Abramović explora "los límites del cuerpo y la mente" a través de "performances" arriesgadas y complejas en búsqueda de una libertad individual.
La artista serbia Marina Abramović, conocida como la reina de la “performance” y con una carrera de más de cinco décadas, ha sido galardonada con el premio Princesa de Asturias de las Artes en 2021, que le ha sido concedido por un trabajo que explora “los límites del cuerpo y la mente a través de performances arriesgadas y complejas en una constante búsqueda de libertad individual”.
Nacida en 1946 en Belgrado, en lo que entonces era Yugoslavia, Abramović es autora de las series “Lips of Thomas” y “Barroco balcánico” pero una de sus obras más icónicas fue “La artista”, una performance realizada en 2010 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde permaneció sentada inmóvil en una silla un total de 700 horas durante tres meses, mientras miraba a los ojos a los visitantes que se sentaban frente a ella.
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La artista inició su carrera en los 70 con la serie “Ritmo”, en la que ya mostraba las claves de su trabajo y la utilización de su propio cuerpo como parte de la obra. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Belgrado (1965-1970) y completó sus estudios de postgrado en la Academia de Bellas Artes de Zagreb (Croacia, 1972). Entre 1973 y 1975 enseñó en la Academia de Bellas Artes de Novi Sad.
Después de mudarse a Ámsterdam en 1976, Abramović conoció al artista de performance germano-occidental Uwe Laysiepen, quien usaba el nombre de Ulay, con con quien compartió parte de su carrera. El objetivo de esos 12 años de colaboración con el artista, que falleció el año pasado, consistió en gestar una entidad artística única e individual, capaz de trascender los límites de lo público y lo privado. El último trabajo que llevaron a cabo se dio en 1988 y consistió en caminar por la Gran Muralla China desde los extremos opuestos para unirse en el centro y desde allí separar sus caminos con una sola palabra: adiós.
En 1997 Abramović presentó la pieza “Balkan Baroque” en la Bienal de Venecia, por la que recibió el León de Oro a la mejor artista y ocho años después ofreció en el Solomon R. Guggenheim Museum (Nueva York) “Seven Easy Pieces”, donde en siete noches consecutivas recreó los trabajos de artistas pioneros de la performance en los años sesenta y setenta, además de dos obras propias, “Lips of Thomas” y “Entering the Other Side”.
La performer suele definirse como una “soldado del arte”, acaso por ese afán de convertir a su cuerpo en el objeto de un trabajo que va más allá de la anatomía y tiene como propósito explorar desde ella misma las posibilidades del límite.
“La gente piensa con nostalgia que antes las performances eran más radicales. Te cortabas, te desnudabas, pero ahora son un proceso más mental. Entonces, tu público podían ser 10 personas, así que en verdad casi nadie las vio. Los museos aceptan hoy las performances como el vídeo o la fotografía, pero ha llevado mucho más tiempo ganarse el respeto. Ha habido un cambio radical: cuando empecé me querían encerrar en un manicomio porque creían que estaba loca, y hoy me alaban”, sostuvo la artista en una entrevista concedida al diario El País en 2015.
Ese mismo año, Abramović participó de la Bienal de Perfomance que tuvo lugar en Buenos Aires con una puesta que se desarrolló en el Centro de Experimentación de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) y de la que participaron más de 2.500 personas, quienes se sometieron a una experiencia energética para liberarse de las contantes distracciones del mundo moderno, sin aparatos tecnológicos y en total silencio.
La idea del denominado Método Abramović, que la artista viene difundiendo en varias partes del mundo y que han practicado celebrities como la cantante Lady Gaga, es lograr una profunda introspección a través de una serie de ejercicios que apuntan a “limpiar la casa” -es decir, mente y cuerpo-, en palabras de la propia artista.
El Princesa Asturias de las Artes, que el pasado año recayó de forma conjunta en el italiano Ennio Morricone -fallecido poco después a los 91 años- y el estadounidense John Williams por sus emblemáticas composiciones que han servido como bandas sonoras a cientos de películas, es el primero de los ocho galardones convocados anualmente por la Fundación que lleva el nombre del título de la heredera de la Corona en fallarse, y que este año alcanzan su cuadragésima primera edición.