Estremece solo con mirarlo. Un fondo negro prepara el terreno para la escena. En el centro, Saturno, dios de la agricultura en la mitología romana, engulle a uno de sus hijos. Sus ojos desorbitados, la larga melena gris y la sangre a borbotones culminan el febril cuadro de Francisco de Goya, uno de los pintores más importantes de la historia de España. Incluido en el conjunto artístico de las Pinturas Negras, es una reinterpretación homónima de la obra de Pedro Pablo Rubens, que inevitablemente ha generado un debate a lo largo del tiempo que, de vez en cuando, vuelve a salir a la luz.
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De corte expresionista y trasfondo oscuro, la versión de Francisco de Goya fue pintada entre 1819 y 1823 y, como se ha comentado, se enmarca dentro de las catorce escenas que el artista madrileño creó en la llamada Quinta del Sordo, las dos habitaciones de la casa de campo que Goya adquirió junto al río Manzanares en el año 1819. El conjunto de la obra fue pintado directamente sobre la pared seca de la casa, según apunta el Museo del Prado, donde se expone actualmente y fue incluida por primera vez en el catálogo en el año 1900.
El momento vital por el que estaba pasando el artista es clave para entender el carácter lúgubre de la obra. Goya encaraba la vejez y el final de sus días después de más de 30 años cargando con una extraña enfermedad que le produjo una sordera que fue agravándose con el paso del tiempo. "Lo que está haciendo aquí es exponer la peor versión de nosotros mismos a través de esos ojos llenos de ira y de locura, o de esas manos que están aprisionando a un ser totalmente indefenso", explica Sara Rubayo, historiadora del arte, en su canal de Youtube La Gata Verde.
Nuestro experto en arte, Antonio García Villarán, ahondó en este vídeo en otro misterio que rodea a las Pinturas Negras: ¿qué está mirando el perro?
"A través de esa escena, nos transmite un profundo desasosiego, una profunda negatividad donde solo hay luz en el cuerpo desmembrado", analiza.
Doscientos años antes, el pintor flamenco Pedro Pablo Rubens ya representó esta escena mitológica, en un tono más clásico y luminoso aunque más crudo, quizá debido a su realismo. De acuerdo al registro del Museo del Prado, la obra fue pintada entre los años 1636 y 1638 en un óleo sobre lienzo. La obra fue un encargo de Felipe IV al artista incluida en una serie de pinturas para decorar la Torre de la Parada, un palacete ubicado cerca del Parque regional de la cuenca alta del Manzanares.
La decoración de la Torre de la Parada se basó en una serie de escena mitológicas extraídas de la Metamorfosis de Ovidio, en la que también participaron artistas como Diego Velázquez. En esta ocasión, el dolor del hijo sí se palpa a primera vista y no se difumina con el estilo más expresionista que practica Goya, que aunque más tenebroso, es menos evidente y deja más lugar a la interpretación personal.
¿Y qué historia narra el cuadro? "Saturno, queriendo saber la estabilidad de su Reino, tuvo por respuesta de un Oráculo, que le despojaría de él un hijo suyo. Con ese temor dio orden de que se criasen las hijas, que tuviese en su mujer Rea, o Cibeles, y lo varones que parían se los comía el mismo. Hallándose Cibeles preñada, huyó a la Isla de Creta, en donde de un parto dio a luz a Júpiter y a Juno", cuenta Ovidio en su libro Fastos, entre los pasajes 197 y 200. O dicho de otro modo: el dios Saturno -Cronos, dios del tiempo, en la mitología griega- tenía miedo de que alguno de sus hijos le destronara y decidió cortar por lo sano.