¡Vaya Vacaciones! sigue conquistando al público con la historia de José (Tito Valverde) y Manuela (Gracia Olayo), dos abuelos que tienen que cancelar sus vacaciones para cuidar de sus nietos. Tras su exitoso estreno, la película de Víctor García León se mantiene en el top 10 de los films españoles más taquilleros. Un homenaje a los abuelos, figuras imprescindibles en las familias y un gran apoyo para la conciliación familiar.
Por el estreno de ¡Vaya Vacaciones!, hablamos tanto con Gracia Olayo, compañera de reparto de Tito Valverde, como con el actor abulense sobre el papel de los abuelos. "Son personas entrañables", asegura Tito. Sin embargo, no lleva muy bien interpretarlos en la ficción: "Tengo una idea de abuelo de persona mayor", comenta recordando a su propia familia.
Pero, reconoce que hay que asumir el paso del tiempo y "hacerse amigo del espejo" porque "ya no somos los mismos de antes", asegura con mirada nostálgica. Tito confiesa que ya no puede hacer actividades como jugar al fútbol o hacer footing: "Ya no corro y salto como antes", dice.
Además, también habla de cómo influye la edad en las relaciones sentimentales y sexuales. El actor, muy reconocido entre otros personajes por su papel en la serie El comisario, se sincera sobre el sexo a su edad, 72 años: "Es distinto, sin locuras". Considera que "la gente no ve bien las relaciones entre abuelos", pero defiende el amor a cualquier edad y reivindica: "Hay que cambiar los cánones".
A pesar de su apertura de miras, Tito no simpatiza tanto con un elemento totalmente inserto en la sociedad actual: las redes sociales. El abulense afirma que su experiencia no ha sido positiva porque no gestiona bien las críticas y prefiere no llevarse "berrinches".
El protagonista de ¡Vaya Vacaciones! habla sin ambages y está de vuelta después de tantos años en la profesión. Tanto que no le importa confesar lo que opina sobre el reconocimiento que dan los premios cinematográficos, concretamente, los Goya: "Para llevarse un Goya es más importante caer bien que una buena interpretación", sentencia. Y lo dice con conocimiento de causa, contando ya con un cabezón en su estantería desde el año 1993.
Precisamente su extensa trayectoria y la sabiduría que aporta la edad son las que hablan por él cuando afirma: "Hay que ser un poco inconsciente para dedicarte a este oficio". Lo dice, sin embargo, con una media sonrisa que indica que, a pesar de todo, le compensa. La define como una profesión "inestable e insegura", pero también maravillosa.