Unos lo recuerdan por su participación en ‘El bar Coyote’ o en la serie ‘Roseanne’, aunque los más jóvenes, cuando oyen hablar de John Goodman, se le viene a la mente Pedro Picapiedra, al que dio vida en ‘Los Picapiedra’ en 1994, son cosas de generaciones. Pero lo cierto es que a más de uno le cuesta reconocer al actor de 71 años en sus constantes apariciones públicas. Todo por la progresiva bajada de peso que ha ido teniendo desde que en 2007 explicó que iba a cambiar sus hábitos de vida. En total, ha perdido 90 kilos a lo largo de los últimos 15 años.
Una bajada de peso que se ha hecho evidente en estos últimos días, cuando se paseó por la alfombra roja del Festival de Televisión de Montecarlo de Mónaco. En 2007 el actor tomó la decisión de entrar en un centro de rehabilitación por sus problemas con el alcohol. “Llevaba 30 años con una enfermedad que estaba pasando factura a todas las personas a mi alrededor. Estaba en un punto en que, cada vez que bebía, me sentía más débil. Era una cuestión de vida o muerte”, explicó en una entrevista en 2012.
Lo cierto es que su físico fue en muchas ocasiones clave para los personajes que tuvo que interpretar, pero llegó un momento en el que estaba harto de ello tras haber pesado hasta 180 kilos. Así, tras su proceso de desintoxicación empezó otro en el que ha sido clave su entrenador personal, Mackie Shilstone, que también le ayudó a establecer unos hábitos de vida mucho más saludables. “Me afeitaba delante del espejo y no podía ni mirarme”, reflexionaba hace unos años.
Fue un proceso complicado, ya que comparó su relación con la comida con la que había tenido con el alcohol. “Intentaba llenar un agujero que no podía llenarse. En lugar de llenarlo con alcohol, cocaína o comida, se trata de darse cuenta de que ese agujero está ahí y no va a poder llenarse, vas a tener que vivir con ello”, contó Goodman.
Antes de cambiar de hábitos hacía dietas con las que bajaba peso, pero luego llegaba el temido efecto rebote. “Ahora me lo tomo con más calma y hago ejercicio. Estoy en una edad en la que no me puedo permitir estar todo el día sentado”, afirmaba, por lo que empezó con entrenamientos personalizados en los que tenía que alcanzar un mínimo de pasos diarios o hacer un determinado tiempo de bicicleta estática. “Quiero vivir mejor. Estoy sudando, pero no me vuelvo loco”, reconocía hace más de una década al iniciar el proceso de cambio.
Una vida mejor que empezó quitándose los azúcares de la dieta y con una alimentación en la que predominan los pescados, las frutas y verduras o los frutos secos. Eso sí, para ello tuvo que tomar conciencia de que algún antojo está bien, pero que no todos son necesarios.