Pasar a la historia de la cultura popular por un orgasmo, aunque sea fingido, no es poca cosa. Pese a ello, Meg Ryan en los noventa encajaba con el gusto más o menos puritano de la masa de espectadores americanos de las llamadas 'rom com', o comedias románticas: blanca, rubia, de rostro angelical (con un toque, ejem, incluso infantil) y sobre todo un aire virginal. Vamos, que el orgasmo de 'Cuando Harry conoció a Sally' bien, bien porque era fake y en público. Es decir, no tenía un propósito carnal, sino edificante.
Pero la novia de América no solo tiene que serlo, sino parecerlo. Y cuando, probablemente ya cansada del género, hacia el año 2002 Ryan empezó a aceptar papeles menos cándidos, como el de 'En carne viva' (2003), en la que además protagonizaba unas tórridas escenas 'sexuales' junto a Mark Ruffalo, el gran público le dio la espalda. Tampoco ayudó que se divorciara en 2001 de Dennis Quaid, que lidiaba con una fuerte adicción a la cocaína y con quien llevaba diez años casada, sus años de gloria, precisamente. Al parecer, el público tampoco le perdonó que ese divorció se viera envuelto en acusaciones de infidelidad por parte de ella, que habría tenido un romance con Russell Crowe.
El resultado fue un prolongado ostracismo -con papeles esporádicos y poco exitosos en términos comerciales- del que ha ido saliendo accidentadamente. Como cualquier mujer de su edad, el juicio sobre ella se centró en su físico, cuando reapareció hace poco con retoques y bótox. Así que al parecer, Ryan ha optado por recuperar gancho dándole al público lo que es del público: su gusto.
'Ojo, que What happens later' no solo es el retorno de Meg a la comedia romántica sino también a la dirección, ya que en la cinta no solo se pone detrás de las cámaras sino que también la produce y la coescribe. ¿De que va? Pues de dos ex amantes, Bill (un David Duchovny que también apunta al retorno después de sus papeles protagónicos en series como 'Expedientes X' o 'Californication') y Willa (Ryan), que quedan atrapados por la nieve en un aeropuerto regional durante la noche. Willa, es una mujer práctica pero con una dimensión mística especial, una pensadora mágica; y Bill, un tipo lleno de ansiedad que no para de vaticinar catástrofes a diestra y siniestra. Es eso y todas las concesiones del género: los personajes se sienten tan atraídos pero a la vez molestos el uno por el otro, bailan, beben y se montan en un carrito eléctrico mientras recorren el aeropuerto gritando "weeeeeee".
Pero a medida que resuelven el enigma de su pasado mutuo y comparan sus vidas con los sueños que alguna vez compartieron, comienzan a preguntarse si su reencuentro es mera coincidencia o "algo más mágico".