'Vacaciones en Roma' es como los palitos de mozzarella con salsa de tomate: una visión americana de Italia. Y como aquellos, es simplemente deliciosa. La película que consolidó a Gregory Peck -creía que le daban siempre los papeles que no quería Cary Grant- como elegante seductor, y que lanzó a Audrey Hepburn al estrellato internacional, llega a los 70 años más fresca que nunca. Como las Vespas. Y más allá de la visión estereotipada de la Italia de la posguerra (con ganas de vivir y dejar el pasado atrás), la película ayudó a promover el turismo no solo en Roma sino en todo el país. Mostró la belleza de la ciudad y sus monumentos icónicos, lo que atrajo a muchos visitantes.
'Vacaciones en Roma' es una historia de amor clásica y atemporal que sigue siendo apreciada por generaciones. La química entre Hepburn y Peck capturó los corazones de los espectadores y forma parte del canon de ese cineasta enorme que fue William Wyler. Escrita por Dalton Trumbo, quien no pudo firmarla porque era perseguido por el macartismo, la película reflejó también las diferencias culturales entre Europa y Estados Unidos, lo que la convirtió en un comentario relevante sobre la sociedad de la época.
Ganó tres premios de la Academia, incluido el de Mejor Guion Original. Así mismo, la actuación de Hepburn como la princesa Anna le valió un premio de la Academia, y se convirtió en una de las actrices más queridas de la época, estatus que refrendaría con películas posteriores como 'Sabrina', 'Desayuno con diamantes' o 'My fair Lady'.
Mención aparte merece el posicionamiento global de la Vespa como, que pasó de medio de transporte barato, propio de la clase obrera, a medio de transporte romántico por antonomasia. Mismo que a día de hoy aún se considera, por los turistas, algo tan característico de Italia como la pasta o la pizza. Y sigue siendo el preferido de los turistas que sueñan con bordear el Coliseo en pareja y a toda velocidad. En busca de la inalcanzable química que había entre Hepburn y Peck, que comenzarían en el rodaje una amistad que duraría toda su vida.
Como dato curioso, esa oda a Italia tiene una pizca de españolidad ya que uno de los periodistas que buscan declaraciones de la princesa Ana se identifica en la cinta como “Moriones, de La Vanguardia de Barcelona”. Y se trata, en efecto, del corresponsal del diario catalán en Roma, entre las décadas del 50 y 70, Julio Moriones.