Cuando se te van los referentes: por qué se siente un vacío íntimo con la muerte de algunos famosos
La muerte de Concha Velasco se suma a la desaparición de otros iconos del cine y la canción en este 2023 que simboliza el fin de una época
El fallecimiento de algunas celebridades provoca un luto colectivo entre las generaciones que han reído, llorado y se han emocionado con ellas
Dos hijos, un nieto, y una sobrina: el entorno de la mítica Concha Velasco, fallecida a los 84 años
2023 está siendo desgraciadamente prolífico en despedidas de grandes iconos del cine, la canción y la televisión española. El fallecimiento de Concha Velasco a los 84 años este fin de semana se suma a los de Carmen Sevilla, María Jiménez o María Teresa Campos en los últimos meses. Algo se muere no solo en el alma, sino en la memoria sentimental colectiva, cuando se va uno de estos referentes. Una fotografía en la que aparecen Concha y Carmen junto a Rocío Jurado y Rocío Dúrcal se viralizaba en las redes sociales tras la muerte de la artista vallisoletana, acompañada de frases como "fin de raza" o "el fin de una era". ¿A qué se debe esta especie de luto generacional que nos invade con el adiós de algunas celebridades?
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En sí mismo podría resultar paradójico experimentar una reacción personal tan fuerte ante el fallecimiento de una persona a la que nunca se ha conocido. Pero no poder explicar esa pena no significa que quede invalidada. Porque en realidad sí las conocemos: hemos crecido con ellas. "Vemos sus películas, escuchamos su música a diario y realmente llegamos a conocerlos. De algún modo, se convierten en un miembro de nuestra familia, especialmente los que nos gustan de verdad. Por tanto, cuando mueren, es como si un familiar lejano nuestro se muriera", explicaba David Kaplan, director ejecutivo de la American Counseling Association, en HuffPost.
El recuerdo de nuestra propia mortalidad
Entonces no es nada extraño que cuando se va alguien que nos ha hecho reír, llorar, emocionarnos y a quien admiramos sintamos una tristeza que nos puede parecer inexplicable. Pero también hay motivos más profundos. Su muerte nos recuerda nuestra propia mortalidad. Eva Wiseman, columnista de The Guardian, lo explicaba así: "Nos sentimos identificados y convertimos la muerte de un extraño, de nuevo, en un tema sobre nosotros. Proyectamos nuestras pequeñas preocupaciones en una pantalla. La preocupación viene porque revela nuestro propio vacío, nuestra desesperación y nuestros desechos”.
En eso consiste hacerse mayor
En realidad, la muerte de estos personajes tan populares también lleva implícita una reflexión sobre el paso del tiempo impregnada en nostalgia. "Se derrumba el mundo que amé, mis referentes... supongo que en eso consiste hacerse mayor", se lamentaba Bibiana Fernández al enterarse de la muerte de María Jiménez. En el fondo es una pena egoísta, porque cuando los modelos con los que has crecido y a los que has amado van desapareciendo también se hace cada vez más pequeño tu mundo, el que tú has conocido. Y aunque hayan ido apareciendo otros referentes nuevos, posiblemente ya no te sentirás tan identificado con ellos.
El reconfortante lamento colectivo
Y también es cierto que en la era digital el sentimiento de pérdida se intensifica. El bombardeo de información y reacciones a través de las redes sociales nos permite compartir la pena y llorar la pérdida de forma colectiva. "Queremos saber que no estamos solos", señalaba Kaplan. "Cuando me siento triste por un famoso, quiero saber que hay otras personas que se sienten así. Esa conexión es muy potente". La muerte de alguien a quien admiramos crea automáticamente una conexión humana universal que puede jugar un papel diferencial en el proceso de aceptación y sanación. Pero otra particularidad de este mundo hiperconectado es que todo este proceso también tiene que desarrollarse a toda velocidad, porque cinco minutos después ya habrá otro asunto que demandará nuestro atención. El signo de los tiempos.