Aunque hoy parezca impensable algo así, en 2002 Hollywood le daba el Oscar al mejor director -con ovación de pie por parte de personalidades tan disímiles como Harvey Weinstein o Meryl Streep- a un realizador prófugo de la justicia y acusado de violación de una niña de 13 años. "La Academia felicita al señor Polanski y acepta este premio en su nombre" decía un sonriente Harrison Ford, encargado de entregar el premio.
Si hay un cineasta cuya vida (real) tiene todos los elementos de un thriller psicológico y, en algunos casos, de horror, ese es Roman Polanski. No hay 'personaje' más complejo en la industria que el del realizador polaco. Superviviente del Holocausto (perdió a su madre en Auschwitz), mendigo en el gueto de Cracovia, estudiante de cine en la posguerra, director de cintas de culto como 'Rosemary's baby' (1968) o 'Chinatown' (1974), víctima colateral de uno de los crímenes más brutales que se recuerda en Hollywood -el salvaje asesinato de su esposa (embarazada) Sharon Tate a manos de 'la familia' Mason-, acusado de violación a una menor de 13 años en 1977, ganador del Oscar por 'El pianista' en 2002 y desterrado de la Academia en 2018 en pleno movimiento #MeToo, Polanski tiene ahora 90 años y desde finales de los 70, cuando escapó de la justicia estadounidense, no ha vuelto a poner un pie en suelo americano.
No es el único caso en el que el arte enfrenta al público con el dilema de separar a la persona de su obra. Celine y Pound eran fascistas pero sus obras literarias son extraordinarias. ¿Cómo se come eso? Con sentido común, suponemos. Y desde Leni Riefenstahl (notable cineasta que elevó el delirio nazi a niveles épicos) a Woody Allen (acusado y absuelto de abusar sexualmente de su propia hija) la propia industria del cine nos ha puesto en esa tesitura más de o que desearíamos.
Hasta hace muy poco, antes del #MeToo Polanski parecía ser todavía un 'artista perseguido', objeto de una 'caza de brujas'. De hecho, en 2009 un nutrido grupo de miembros de la industria firmó una carta exigiendo la libertad del cineasta cuando este fue encarcelado en Suiza y corría riesgo de ser deportado a EE UU. Entre ellos nuestros Pedro Almodóvar y Penélope Cruz. Tras el zarandeo ideológico que ha significado la cuarta ola feminista es probable que algunas de las percepciones sobre el caso Polanski hayan cambiado. Y actrices como Kate Winslet o Natalie Portman, son solo algunas de las que han rectificado su posición sobre el asunto.
Esta misma semana, un nuevo episodio se sumaba a esta larga lista de hitos en la vida del realizador: otra acusación de violación por parte de una mujer que alega que era menor de edad cuando el cineasta la invitó a cenar, le hizo beber tequila, la llevó a su casa, la metió en su cama y la violó. Los hechos habrían ocurrido en 1973. Como se ve, se trataría de un 'modus operandi' similar al que denunció en 1977 Samantha Geimer, que tenía apenas 13 años cuando Polanski habría abusado de ella (después de darle alcohol y medio qualude) en la casa que compartían Jack Nicholson y Anjelica Huston.
La mujer, identificada como Jane Doe, ha comparecido este martes en conferencia de prensa acompañada por la abogada Gloria Allred, especialista en defensa de los derechos de las mujeres en casos controvertidos, muchos de los cuales implican a celebridades. Ha sido Allred la que ha relatado los hechos y afirmado, además, que Polanski será llevado a juicio el 4 de agosto de 2025. No será obligatoria su asistencia al tratarse de un juicio civil.