Los monárquicos ingleses, o sea los ingleses, no deben estar muy contentos con Jude Law. Hace poco, y con motivo de su interpretación de Enrique VIII en la cinta 'Firebrand', medios británicos le preguntaban por su opinión sobre la monarquía, a lo que el actor respondía con un escueto pero sincero: "No lo sé. Pero no estoy por la labor de inclinarme ante nadie".
Según el propio actor, el explorar la figura de un rey tan, digamos, emblemático como Enrique VIII ha influido también en su perspectiva de la realeza. Pero no es solo en términos ideológicos que la personalidad del icónico monarca ha influido en la vida de Law. Otra cosa de su trabajo en 'Firebrand' que ha llamado mucho la atención es el espectacular cambio físico al que se ha sometido el actor para interpretarlo.
Un aspecto, el físico, que es ciertamente consustancial al personaje histórico que, se dice, llegó a pesar 145 kilos, tener una cintura de 140 cm. de diámetro y necesitar una serie de arneses para ayudarlo a levantarse de la cama. Como dice Alicia Vikander -Catalina Parr, sexta esposa del rey, en la cinta- "no sabíamos si Jude iba a pasar por las puertas con todo ese atuendo".
El propio Law ha dicho que elementos como la barba ("ocupa mucho espacio") han sido determinantes a la hora de construir un personaje que, según muchos historiadores, literalmente apestaba. Tanto así que como ya adelantaba Law a medios el año pasado, llegó a pedirle a un perfumista que le creara un aroma que contenía notas de pus, sangre, materia fecal y sudor. Toma método.
Además, según le contaba a la revista Culture del Sunday Times, su espectacular transformación: "fue un proceso. Como Charlie Chaplin o Santa Claus, Enrique tiene una silueta familiar, así que si consigues esa forma, el cerebro rellena muchos de los huecos. Me dejé la barba. Me puse trajes, ropa, pesas en las piernas y piedras en los zapatos para perfeccionar la forma de caminar. Sólo tuve cuatro meses para prepararme, así que no pude engordar del todo, pero comí mucho (pasta y helado hasta altas horas de la noche) para tener una cara más grande. Pensé en él como un gorila parapléjico. Tenía todo ese poder pero no podía moverse. Era extrañamente indefenso".
En la cinta, en efecto, Enrique apenas puede moverse sin ayuda, pero aún así abusa física y emocionalmente de su esposa -la cinta está basada en un libro escrito desde la perspectiva de ella y en España de hecho se titula 'La última reina'- y trata a las personas como objetos, especialmente a las mujeres, a las que les mete los dedos en la boca para 'inspeccionarlas' siempre que puede. Un personaje construido con y desde cierta repugnancia por parte del director de la cinta, el brasileño Karim Aïnouz, aunque Law intente no disculpar, pero si 'entender' sus características interpretándolas como una forma de locura: "Si te dicen durante 50 años que por encima de tí solo está Dios, esa idea se vuelve un auténtico delirio".
Aïnouz ha admitido por su parte que tuvo algunos personajes de la política actual en mente a la hora de empezar este 'retrato': "Uno de los primeros fue Donald Trump -le dijo a la BBC-, ero no es el único. Creo que Enrique es la imagen de un hombre que ha estado en el poder durante mucho tiempo. Por eso la película es casi una autopsia. Para mí es muy importante entender que las personas no nacen así, que las personas se convierten en eso. Fue un proceso interesante porque no solo era un gran patriarca, sino que también se lo ha comparado con un jefe de la mafia. La forma en que se organizaban las monarquías en ese momento de la historia, creo que era como la de la mafia".
Entre los otros personajes a los que recurrió Jude Law para crear a su Enrique VIII está también Harvey Weinstein. "No me inspiré en él, precisamente, pero Enrique simboliza la caída de muchos hombres que han triunfado en la vida y se han emborrachado de poder, han abusado de él y han caído... En ese aspecto Harvey sí cruzó por mi mente".
La cinta llega a cines el 18 de octubre.