Pudiendo haber bebido la vida sorbo a sorbo, saboreando cada gota y empapando de gratitud su éxito, prefirió hacerlo a borbotones emponzoñándola con todo cuanto encontraba a su paso. Con 11 años probó la marihuana y a los 23 ya era un auténtico adicto. Siempre le gustó lo prohibido: drogas, alcohol, peleas y prostitución. Todo en demasía.
Su trayectoria se asemeja a una montaña rusa. Acercarse a él implicaba tener que lidiar con todos sus vicios y demonios. El actor Jon Cryer, con quien compartió doce años de serie en 'Dos hombres y medio', recoge en un libro autobiográfico algunos de los momentos más excéntricos que tuvo que soportar, casi siempre vinculados con las drogas o la pornografía, como aquel día que golpeó la puerta de su caravana presa de pánico rogándole que le escondiese un saco lleno de porno.
Fue su obsesión por el sexo lo que precipitó su depravación moral y física. Hubo noches en que se dejó hasta 22.000 euros en prostitutas y muchos otros miles en dispendios malsanos. Eran tal vez los estragos de un salario de millón y medio de euros por episodio en manos de quien carecía del don de la contención. El propio Cryer fue advirtiendo de su deterioro durante los rodajes. Su cuerpo había empezado a desgastarse y algunos días apenas podía sostenerse en pie. Recuerda que aparecía demacrado, pálido y sudoroso. "¿Puedo quedarme junto al sofá?", preguntó durante la grabación de una de las escenas de la octava temporada. En esa época atacó con violencia a Chuck Lorre, creador de la serie. Su comportamiento deplorable se hizo insostenible para la continuación de la serie, lo que provocó su despido inmediato.
Su personaje Charlie Harper en 'Dos hombres y medio' es su puro retrato: mujeriego, bebedor y jugador. La ironía empezó a tomar tintes dramáticos cuando el actor superó en escándalo a su propio personaje después de varios ingresos por sus adicciones y al verse involucrado en episodios de violencia doméstica. En su descenso a los infiernos iba dejando infinidad de parejas sentimentales, cinco hijos y un reguero de altercados. No era solo el sexo, sino su relación con las mujeres. Su exnovia Brittany Ashland, quien le acusó de malos tratos y amenaza de muerte, le definió "violento y sexista". Estas mismas acusaciones se fueron repitiendo después con sus sucesivas novias y esposas.
Charlie, según cuentan las crónicas, nació azul. Tuvo que pasar un tiempo hasta dar algún signo vital. Una vez que lo hizo, nunca más se mantuvo en silencio. Para su padre, el célebre actor Martin Sheen, Charlie ha sido desde siempre su mayor frustración por no haber sabido ayudarle. No se ha cansado de confesarlo. Llegó un momento en que se convenció de que poco más podía hacer por él que rezar a Dios para que él le ayudase a levantar. Esta rendición fue su propia desesperación. Martin también sufrió su propia encrucijada juvenil de adicciones, fama y excesos. Ahora lleva más de tres décadas sobrio después de sufrir un ataque al corazón durante el rodaje de 'Apocalypse Now'. Siempre que ha tenido ocasión ha salido en su defensa e incluso ha pedido ayuda para que se trate a su hijo como a un enfermo. "Charlie es un hombre extraordinario, ¿cómo le tratarían si tuviese cáncer? La adicción es otra forma de cáncer y se debería cuidar con terapia médica, amor y preocupación", declaró en 2011 durante una entrevista en el canal británico Sky News.
Su otro gran apoyo incondicional ha sido su hermano mayor, Emilio Estévez, que mantiene el apellido de su bisabuelo gallego, Francisco Estévez. Ambos compartieron escenarios y rodajes de cortos y documentales, pero hace ya tiempo Emilio cambió el mundo de la interpretación por los negocios del vino, su otra gran pasión. Charlie nunca fue ese ideal que su padre debió de imaginar o anhelar en él al descubrir su talento interpretativo y su carismática imagen. De carácter impulsivo y díscolo, el hijo fracasó ya en su sueño de convertirse en jugador de béisbol profesional. Siendo aún adolescente, le detuvieron por un fraude con tarjetas de crédito. En la industria del cine fue, sin embargo, muy bien recibido. En 1986 ya trabajó, junto a Oliver Stone, en 'Platoon'. Poco después, su actitud indisciplinada provocó que el cineasta desistiera de su idea de darle el papel protagonista en 'Nacido el 4 de julio'.
Nunca se mostró muy dispuesto a cambiar: "Dicen que lo malo de estar en la cima es la soledad. Pero a mí me gusta la vista", decía. Pareció tocar fondo cuando desveló que había contraído el VIH. Fue el 17 de noviembre de 2015, pero el diagnóstico se lo dieron cuatro años antes. Ahí sintió que su mundo, definitivamente, se derrumbaba. Reconoció que había llegado a pagar hasta 10 millones de dólares a quienes le extorsionaron durante ese tiempo para contarlo. Unos dolores de cabeza en racimo y sudores nocturnos habían levantado su sospecha. No era una sentencia a muerte, pero le aterrorizó. Aclaró que, desde entones, había informado a cada pareja sexual de su condición, lo que hacía muy improbable que hubiera transferido el virus a otras personas. Admitió, sin embargo, que seguía buscando la compañía de prostitutas y también del alcohol. Las drogas, sin embargo, ya formaban parte del pasado.
Fue una confesión catártica que le ayudó a recoger todo lo que quedaba de él y recomponerse de nuevo. No se trataba de un intento más, sino el definitivo. Sus obsesiones y adicciones han embarrado una carrera que podría haber sido estelar. Charlie sigue en tratamiento y su respuesta a los medicamentos antivirales es óptima. Por primera vez en su vida, parece haber escogido el camino de la sensatez.
Sobrio, aparentemente recuperado y vegano por obra y gracia de su joven novia Julia Stambler, solo le queda por ganarse la confianza de los productores. Demasiado riesgo, demasiada inestabilidad a su espalda, pero sería su renacimiento definitivo. Una de sus últimas reflexiones es sobrecogedora: "No sé cómo creé tal caos y terminé en ese espacio mental. Es como si hubiera alguna posesión alienígena o demoníaca. Desearía hacerlo desparecer, pero no lo llamarían pasado si no fuera así".