Chuck Norris es famoso entre gente que no ha visto ninguna de sus películas. Incluso entre gente que ni siquiera había nacido en 2001, cuando 'Walker, Texas Ranger' dejó de emitirse. El actor y maestro de artes marciales se retiró en 2012 pero ha trascendido el cine (o, en su caso, el videoclub) para erigirse como un icono posmoderno de la virilidad en internet.
Desde 2005, los 'Chuck Norris facts' ('hechos de Chuck Norris') funcionan casi como un dialecto que cualquiera puede entender aunque no conozca al actor: "Cuando el hombre del saco llega a su casa, mira debajo de la cama por si está Chuck Norris", "Debajo de la barba de Chuck Norris no hay una barbilla, hay un tercer puño", "Chuck Norris tiene dos velocidades: caminar y matar", "La muerte tuvo una vez una experiencia cercana a Chuck Norris", "Chuck Norris no usa reloj, él decide qué hora es". ¿Cómo llegó una estrella de acción de tercera a adquirir semejante estatus mitológico? ¿Dónde acaba la broma y empieza el homenaje? ¿Y qué tiene que decir él sobre todo esto?
"Nada me ha resultado fácil, ni siquiera nacer", aseguraba el actor en su autobiografía (aunque, según los "facts" Norris no nació sino que se abrió paso a puñetazos en el útero). Muchos años antes de convertirse en la personificación de la masculinidad más exacerbada, Norris creció sin el referente masculino definitivo porque cuando era pequeño su padre desaparecía durante meses para fundirse el dinero de la familia el alcohol.
Los orígenes de Norris no podrían ser más yanquis: su padre era un soldado cherokee (su alcoholismo se agravó tras regresar traumatizado de la Segunda Guerra Mundial) y su madre una inmigrante irlandesa. De pequeño Chuck sufrió 'bullying' en el colegio y, mientras trabajaba para mantener a su madre y a sus hermanos, soñaba con ponerse fuerte para encararse con los que le insultaban.
"No tenía ninguna autoestima", recuerda "porque anhelaba la atención y el afecto de mi padre. Y siempre temía decir algo que no debía así que opté por no hablar demasiado". Una noche, cuando Chuck tenía 16 años, le plantó cara a su padre por primera y última vez: amenazó con darle una paliza si no les dejaba en paz de una vez por todas, ante lo cual el padre se marchó y Chuck no volvió a verlo hasta que tuvo que gestionar su funeral en 1972.
En 1958, nada más terminar el instituto, Chuck se casó con su novia y se alistó en el ejército. Durante su estancia en Corea decidió aprovechar su tiempo libre para aprender artes marciales en vez de pasarse las tardes bebiendo y jugando a las cartas con los demás soldados. "Mis inseguridades psicológicas empezaron a calmarse, me volví más comunicativo y asertivo y además descubrí que trabajar hacia un objetivo es más satisfactorio que conseguirlo", explica.
En aquella época aprendió a partir ladrillos con la mano (se la rompió varias veces intentándolo) y tres años después regresó a Estados Unidos con un cinturón negro en Tang Soo Do y otro marrón en judo para trabajar como instructor. Uno de sus alumnos, Steve McQueen, le animó a que se dedicase al cine porque Chuck Norris era de los pocos americanos que podían practicar artes marciales sin necesidad de dobles. Mientras seguía formándose (Norris tiene cinturón negro en siete disciplinas distintas, incluidas Taekwondo, Karate o Jiu-Jitsu) desarrolló su propio arte marcial, el Chun Kuk Do, que además instruye en valores como "mantente centrado en tus objetivos con una actitud positiva que ayude a tu familia, a tu país y a ti mismo"
Chuck Norris interpretó al villano que se enfrentaba a Bruce Lee en 'El furor del dragón' (1972) en una hoy emblemática pelea en el Coliseo de Roma. Hasta 30 productoras rechazaron el guión que había co-escrito con un amigo, 'Los valientes visten de negro' (1978), así que Norris decidió producirla por su cuenta y alquiló los cines con su propio dinero para proyectarla: costó un millón de dólares y recaudó 18. Cuando Steve McQueen la vio le recomendó que incluyera "más hostias y menos diálogos". La cima de Norris llegaría en los 80, cuando la América de Reagan glorificó a los héroes rudos, solitarios, parcos en palabras y capaces de vengar la dignidad de la nación aplastando a hordas de extranjeros (terroristas árabes, mafiosos asiáticos, narcos latinos).
Aquel cine parecía sugerir que si Estados Unidos hubiera soltado a un puñado de Chucks en Vietnam el resultado de aquella guerra habría sido muy diferente. 'Desaparecido en combate', 'Invasión USA' (en la que los enemigos eran a la vez militares soviéticos y guerrilleros comunistas latinos), 'Código de silencio' o 'Delta Force' consideraban que la testosterona era un subgénero cinematográfico, que las explosiones eran un personaje más (a menudo con más personalidad que los seres humanos) y que el subtexto era para los mariquitas.
Su ideología era tan sutil como los mamporros que Norris repartía: lo extranjero como amenaza hostil (los escenarios siempre eran exóticos, desde la jungla hasta un desierto o un restaurante asiático), el individualismo como mejor opción para proteger a la comunidad y los bazokas como única solución para cualquier conflicto. El cine de Chuck Norris era una especie de desfile celebratorio de la victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría.
"Cuando alguien intenta matarme, me pongo muy nervioso" rezaba el póster de 'Golpe por golpe'. "Es más que un hombre. Es la única máquina capaz de destruirlos", aseguraba el de 'Código de silencio'. "Un ejército invisible invade Norteamérica. Nadie pensó que pudiera ocurrir aquí, América no estaba preparada... pero él sí", prometía el de 'Invasión USA'. (El detalle de que la campaña promocional española utilizase "aquí" para referirse a Estados Unidos da buena muestra de cómo durante los 80 aquel país estableció su monopolio cultural en todo el mundo).
Aquellos eslóganes fueron un claro antecedente de los "Chuck Norris facts", excepto porque no estaban planteados con ironía alguna. "No es casualidad que Norris saltase a la fama en los 90. Él era la alternativa humilde entre la explosión del triunfalismo socarrón de los héroes de acción Reaganistas: constitucionalmente positivo, implacablemente seguro. Sus personajes estaban libres de toda ambigüedad moral o conflicto interno", analizaba el crítico Sean Macaulay. El subgénero tenía semejante vida propia y tanta popularidad internacional que Canon, productora de toda aquella acción de serie B, acudía a los festivales de cine solo con los carteles y las sinopsis de las películas. Si a los distribuidores europeos les gustaban, entonces rodaban las películas.
En una ocasión, una mujer se acercó a Chuck Norris en un restaurante y le informó de que él había salvado su matrimonio muchas veces: "Cada vez que discutimos mi marido se va a su estudio y se pone una de tus películas, su favorita es 'Delta Force', así es como canaliza su agresividad". Norris respondió "me alegro de serles de ayuda".
Para cuando Chuck Norris se recluyó en la televisión con 'Walker, Texas Ranger' ya era una vieja gloria. Y no hay mayor prueba de ello que 'Top Dog: el perro sargento', una comedia familiar en la que Norris interpretaba a un policía cuyo compañero era un perro: ese subgénero cinematográfico es una fosa común de la que ninguna estrella de acción se recupera. También solía aparecer en teletiendas anunciando equipos de fitness caseros.
En 'Walker, Texas Ranger' Norris hacía lo mismo de siempre (personajes que él mismo describe como "tíos que no buscan problemas, pero los terminan") solo que en un entorno rural y con una lección moral explícita en cada episodio. Norris defiende que la violencia siempre debe ser en defensa, no en ataque, y para ello se inspira en mitos fundacionales americanos como John Wayne. El actor reconoce que los cowboys que veía en el cine cuando era niño ejercieron el rol del padre que nunca tuvo.
Las primeras dos temporadas de la serie tuvieron una audiencia discreta, pero en la tercera se colocó entre los diez programas más vistos de Estados Unidos a pesar de que se emitía en un hueco tradicionalmente maldito (los sábados por la noche). Las series contra las que competía fueron cayendo, de modo que el secreto del éxito de 'Walker, Texas Ranger' fue, literalmente, resistir más que sus rivales. Una metáfora perfecta de la filosofía de Chuck Norris. En España la emitió Telecinco con tan buenos resultados que el espacio 'Sábado de acción' casi siempre programaba películas de Norris. En 1999 Vía Digital promocionó sus retransmisiones especiales de boxeo con el eslogan "Cinco horas de patadas, golpes y puñetazos... sin que aparezca Chuck Norris".
Tanto la masculinidad como el americanismo son conceptos por un lado inamovibles y por otro necesitados de reafirmación constante. Y desde los años 40 se retroalimentan entre sí. Chuck Norris es un embajador perfecto de ambos. Un tipo que en los 80 comercializó una línea de pantalones vaqueros elásticos para practicar artes marciales (¿puede haber algo más americano que eso?).
Un cowboy que en vez de látigos y caballos emplea metralletas y motos. Pero los valores son los de siempre: es un macho hiperbólico, a medio camino entre el honor y la autoparodia, y no en vano el tipo de cine que hacía Chuck Norris se conocía en España como "americanadas". Pero él se toma muy en serio a sí mismo, no tiene sentido de la ironía y no parece interesado en la sátira. Por eso cuando se convirtió en un ídolo de internet reaccionó con una simpatía galante al principio pero luego acabó interponiendo demandas.
En 2005, el estudiante de biología computacional Ian Spector (que entonces tenía 17 años) diseñó una página web en la que cualquier usuario podía publicar un "fact" relacionado con las habilidades sobrehumanas de Chuck Norris. El resto de usuarios votaba sus favoritos y los mejor valorados iban apareciendo en lo más alto de la lista. El fenómeno se expandió con tal fervor que todo el mundo quería conocer la opinión de Norris al respecto: él se lo tomó como un cumplido y confesó que su favorito era "Han intentado incluir la cara de Chuck Norris en el Monte Rushmore, pero no existe granito tan duro como su barba". Pero también aclaró que su destreza no era nada comparada con la de Dios y Jesucristo. "Chuck Norris fue una vez a Marte, por eso no hay signos de vida allí", "Chuck Norris duerme con la luz encendida porque la oscuridad tiene miedo de Chuck Norris", "Chuck Norris puede escuchar el lenguaje de signos", "Chuck Norris contó hasta el infinito. Dos veces", "Chuck Norris es la razón por la que Wally se esconde", "El único motivo por el que el color rosa existe es porque Chuck Norris es daltónico". Incluso proliferaron las adaptaciones locales, como el meme español de "Chuck Norris se descarga música en casa de Ramoncín".
Pero dos años después Spector publicó un libro con los 400 mejores facts y Norris demandó a la editorial porque consideraba que no solo infringía la marca registrada de su nombre, se lucraba a su costa e invadía su privacidad, sino que además vinculaba al actor con actividades racistas, lascivas e ilegales. "Chuck Norris viajó a las Islas Vírgenes. Ahora se llaman simplemente 'Las Islas'", "Chuck Norris no liga. Solo dice 'ahora'" o "Las lágrimas de Chuck Norris curan el cáncer. Lo malo es que él nunca llora" no le hicieron tanta gracia al actor, que señaló en su demanda que los lectores podrían tomarse erróneamente los "facts" como auténticos. Meses después, sin embargo, Norris retiró la demanda al comprender que se trataba de un homenaje en clave de humor y que Spector no era más que un chaval y un admirador (Norris llegó a reunirse con él en persona para agradecerle su iniciativa) que no tenía ninguna mala intención.
Porque lo que Chuck Norris sí tiene es un profundo sentido de la decencia. Resulta curioso que, lejos de alimentar su vanidad explotando esta resurrección popular, apenas haya amortizado su nueva imagen pública: desde 2005 solo ha aparecido en una película. ('Los mercenarios 2' (2012) incluía un guiño a los "facts" cuando Stallone le decía "he oído que una vez te mordió una Cobra Real" y Norris respondía "así es, pero tras cinco días de dolor agonizante... la cobra murió"). El fenómeno de los "facts" era tan famoso que los productores de 'Los mercenarios 2' accedieron a reducir la violencia y el lenguaje de la película para que fuese apta para menores de edad, ya que Norris nunca participa en películas con vocabulario obsceno.
También ha escrito un libro ("Cinturón negro en patriotismo") y ha protagonizado su propio videojuego para móviles. Pero más allá de estos proyectos casi anecdóticos, Norris se ha dedicado a disfrutar de una vida apacible con su segunda esposa (la modelo Gena O'Kelley, con quien lleva casado desde 1998) y a visitar a sus 13 hijos, nacidos de sus dos matrimonios y de varias relaciones esporádicas. Solo aparece en público para visitar a las tropas americanas, para las que Norris es un héroe literal: su cara decora los jeeps de los soldados y sus "facts" inundan las paredes de las letrinas de las bases estadounidenses.
Chuck Norris es hoy un ídolo para el folclore de internet. En las elecciones armenias de 2012 varios ciudadanos escribieron su nombre en la papeleta. Cuando visitó Israel, los medios titularon "la paz parece inminente". En 2017 Fiat lo fichó para la campaña de lanzamiento de su nuevo coche, que al ser pequeño y menos potente necesitaba "una figura que lo endureciese y que conectase con las generaciones más jóvenes" según anunció la compañía. Norris tenía 77 años. En las previas de la Eurocopa de 2012, el periódico Marca describió al mediocampista sueco Pontus Wenbloom (del que José Mourinho dijo que podría lesionar a cuatro jugadores a la vez") como "más duro que Chuck Norris, no toma rehenes". Todos los lectores comprendieron la referencia.
Esa es la complejidad de la imagen pública de Chuck Norris. Sus admiradores lo idolatran con ironía, con sorna y con complicidad, pero también con cariño. Satirizan la masculinidad que él personifica, pero a la vez la atesoran (no sin cierta nostalgia), la celebran y se regodean en sus excesos: aquellos que se ríen de Norris son también admiradores de la virilidad. Chuck Norris es, por tanto, lo más cerca que ha estado el público masculino heterosexual de disfrutar de un producto camp: los hombres heteros consumen a Chuck Norris con una actitud parecida a la que los hombres gays consumen a las drag queens, que incluso en sus performances más desastrosas resultan poéticas y fascinantes como si tocasen una melodía que solo algunos son capaces de escuchar.
El activismo político conservador de Norris (apoyó a Trump, defiende el derecho a poseer armas y se opuso al matrimonio homosexual en Estados Unidos) no parece perjudicar su carisma casi involuntario, en parte porque la figura de Norris existe en una paradoja en la que se le jalea como el tipo más duro del planeta y a la vez se le considera un señor inofensivo. Cuando avisó de que reelegir a Obama sumiría a la nación en 1000 años de oscuridad no se trataba de una metáfora, porque Norris defiende la teoría del creacionismo.
De vez en cuando aparece en internet la falsa noticia de su muerte, la última vez hace un par de meses meses, cuando cumplió 80 años y surgió el rumor de que había fallecido por Coronavirus. Pero enseguida salieron los desmentidos, aclarando que incluso aunque Norris estuviese muerto se recuperaría sin problemas en unas horas. Además, todo el mundo sabe que el Coronavirus debería confinarse 14 días para no exponerse a Chuck Norris.