"Estamos fuertes, pero nos quieren robar las Elecciones". Con este tuit, censurado por Twitter, intentó Donald Trump encender la llama de la confrontación en EEUU la noche de las elecciones. Un mensaje lanzado cuando el candidato republicano iba perdiendo por 24 compromisarios. En EEUU, hay que recordar, no se vota directamente por el presidente, sino que se elige a un número de 'grandes electores' por cada estado y son estos los que después eligen a su candidato. Funciona de manera similar al sistema español en cuanto a la representación: a mayor población en el Estado, mayor número de compromisarios. Por ejemplo, California aporta 55 mientras que el pequeño estado de Delaware, solo cuenta con tres.
No son pocas las voces que llevan alertando desde hace meses de que en EEUU estaba empezando a reinar una suerte de fascismo, representado por la figura de Donald Trump. "Si los resultados no están claros durante un tiempo, entonces, nos encontraremos con un escenario que da miedo, con mucha violencia política y dios sabe qué más", decía sobre la noche electoral Masha Gessen (53), periodista y activista de los derechos LGTB, hace unas semanas en El País. Otras voces, también muy críticas con Trump, han añadido el matiz de lo importante que es no confundir esa palabra, fascismo, con la crisis política actual en EEUU. Es el caso de la historiadora estadounidense Victoria de Grazia, que advertía así en la BBC del riesgo de 'caricaturizar' el desafío de Trump con la etiqueta del fascismo. "No promueve ninguna comprensión. Lo considero retórica e intelectualmente pernicioso".
¿Pero de qué habla EEUU cuando habla de izquierda y derecha? En un país presidencialista y bipartidista en el que desde hace dos siglos han gobernado siempre los dos mismos partidos, no es fácil la distinción. La tentación histórica de asociar a la izquierda con el Partido Demócrata y a la derecha con el Republicano según el eje ideológico clásico europeo, puede llevar a sorpresas. Por ejemplo, fue Lindoln B. Johnson, demócrata, el presidente que ordenó la entrada de las tropas estadounidenses en Vietnam. O Harry Truman, también demócrata, el que aprobó el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se habla de derecha o izquierda en EEUU, se habla fundamentalmente de derechos civiles y políticas sociales. El mismo Johnson, texano (histórico estado conservador) fue a la vez el presidente que firmó la histórica ley de Derechos Civiles de 1964 que prohibía en todo Estados Unidos cualquier tipo de segregación racial (hasta ese momento, por ejemplo, los bares todavía podían prohibir la entrada a los negros por el color de su piel).
En esa disputa ideológica hay un periodo especialmente sensible, en el que ‘eso’ que los norteamericanos llaman ‘fascismo’ estuvo más cerca que nunca de hacerse con el poder. Hablamos de un periodo que abarca más de un cuarto de siglo, desde 1945 y el inicio de la célebre y siniestra 'caza de brujas' del senador McCarthy en busca de elementos soviéticos o comunistas hasta la dimisión de Richard Nixon por el caso Watergate en 1974. Ese periodo de la historia de EEUU está marcado, entre otros sucesos terribles, por el asesinato de un Presidente, un candidato a la Presidencia y ex Fiscal General y dos líderes mundiales del activismo contra el racismo. Además, en ese periodo se aprueba, por fin, la gran ley antirracista del país (1964), se inicia (y se pierde) la Guerra de Vietnam, se desarrollan los grandes movimientos de protesta de izquierda y se produce la dimisión de un Presidente por corrupción y por espiar al partido contrario.
Dos películas, 'Trumbo' y 'Buenas noches y buena suerte', son dos buenos puntos de partida para entender cómo fue la caza de brujas nada más terminar la Segunda Guerra Mundial. Dalton Trumbo fue un guionista de Hollywood que se vio obligado a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas, liderado por el senador McCarthy. Acusado de comunista, tuvo que firmar durante años sus películas con un seudónimo hasta el punto de ganar dos Oscar y ni siquiera poder ser reconocido como el autor de los guiones. "Amo a nuestro país y tenemos un buen gobierno. Pero todo lo bueno puede ser mejor", le dice Dalton Trumbo a su hija explicándole por qué le acusan de comunista. Personajes como Kirk Douglas, John Wayne o Edward G. Robinson son clave en la película. "Esto es el comienzo de los campos de concentración americanos", le espeta Trumbo al tribunal del Senado en su primera comparecencia. Más densa, pero clarividente, es 'Buenas noches y buena suerte', primera película dirigida por George Clooney. En ella, además de la esfera política, entran en juego la empresarial y la de la prensa, dejando ver que tras la búsqueda de esos 'conspiradores' comunistas también había intereses económicos.
Durante ese periodo de la historia estadounidense, hay un elemento que está presente casi de manera constante: las altas esferas del Pentágono, la CIA y la industria militar. "Gran parte del resto del mundo, y por supuesto España, ha tenido históricamente relación en mayor o menor medida con el autoritarismo. Pero Estados Unidos —y esto es importante destacarlo— nunca ha tenido un presidente autoritario. Incluso los presidentes que procedían de las fuerzas armadas, como Ulysses S. Grant y Dwight D. Eisenhower, han sido muchas veces los que más criticaban y desconfiaban de todo lo militar y del peligro de politizarlo", decía el escritor Dave Eggers (50) hace unos días en El País. La presidencia de JFK, malograda por un brutal asesinato que conmocionó al mundo, estuvo marcada por esa presión de los llamados ‘halcones’. El presidente demócrata y católico se encontró una fuerte presión por parte del poder militar para endurecer la posición de EEUU frente a la URSS. Esto se ve bien en la película 'Trece Días', sobre la 'Crisis de los misiles' de 1962. En diversas escenas se recrea la enorme presión que algunos altos mandos militares ejercieron sobre Kennedy y sobre su gabinete para forzar una respuesta dura, incluso arriesgándose al inicio de una guerra contra la URSS, por la instalación de bases de misiles en Cuba. "Los jefes quieren guerra, necesitan reparar sus errores de Bahía Cochinos", le dice Kevin Costner (jefe de gabinete) a Kennedy en medio de las disputas entre el Presidente y los jefes de Estado Mayor.
A partir de la muerte de Kennedy, los derechos civiles y las protestas contra la Guerra de Vietnam toman el relevo de la caza de brujas como elemento de disputa ideológico. 'Malcom X', 'El Mayordomo' y 'LBJ' son tres películas que dejan clara la importancia de la Ley de Derechos Civiles. Hace apenas unas semanas, Netflix ha estrenado 'El juicio a los 7 de Chicago', proceso crucial contra líderes de la izquierda que protestaron en 1968 contra la Guerra de Vietnam protagonizando uno de los episodios de disturbios más violento de la historia reciente del país.
“¿Qué hizo usted hasta los 18 años?”
“Nada. Creo que en Estados Unidos lo llaman sistema educativo”
Es la respuesta de Abbie Hoffman (Sacha Baron Cohen), líder de los hippies, al fiscal, durante el juicio, demostrando la importancia que en esos años empiezan a tener, no solo los derechos civiles, sino también las políticas sociales.
La última fase de este periodo de incertidumbre y convulsión política culmina con el caso Watergate y la dimisión de Richard Nixon, el único Presidente que lo ha hecho en la historia de Estados Unidos. Dos películas, 'Nixon' con Anthony Hopkins y la ya legendaria 'Todos los hombres del Presidente', son suficientes para hacerse una idea de cómo fue ese momento crucial para la historia del país.
Hay muchas películas que explican bien esa lucha entre ideologías progresistas, conservadoras y ultraderechistas durante esos años de gran convulsión. Esta lista puede ser un buen punto de partida. Al final, añadimos un título más como bonus track.
1. Buenas noches y buena suerte
2. Trumbo
3. Trece días
4. JFK
5. LBJ
6. Malcom X
7. El juicio a los 7 de Chicago
8. Los papeles del Pentágono
9. Todos los Hombres del Presidente
10. Nixon
11. 'El mayordomo' (2013), es una película que repasa la vida de diferentes presidentes en la Casa Blanca, desde Eisenhower hasta Ronald Reagan. Durante la presidencia de Lyndon B. Johnson, tiene uno de los episodios más esclarecedoras sobre los derechos civiles en el papel del hijo de Forest Whitaker, mayordomo de la Casa Blanca.