Este 2022 se cumplen 50 años de una de las mejores películas de la historia del cine: El Padrino. Dirigida por el legendario Francis Ford Coppola y protagonizada por Marlon Brando en el papel de Vito Corleone, la película revolucionó la industria cinematográfica de los años 70 y elevó el subgénero del cine de gangsters a una nueva categoría ofreciendo una nueva mirada sobre la violencia, la criminalidad y la oscuridad propia del ser humano.
La revolución que supuso el estreno de El Padrino no se apreció solo en su historia o su percepción de la violencia, sino también en su lenguaje cinematográfico, sus planos y métodos de filmación, que nos dieron secuencias tan icónicas como, precisamente, la que abre el film, en la que el funerario Amerigo Bonasera le pide venganza a Don Corleone por la violación que ha sufrido su hija.
La película, pese a los muchos cambios y problemas que sufrió durante su filmación (Coppola estuvo a punto de ser despedido en hasta cinco ocasiones), se convirtió en un clásico inmediato y en una de las películas más populares y taquilleras de 1972. Durante la 45ª ceremonia de los Premios Oscar, El Padrino recibió tres de las once estatuillas por las que competía: mejor película, mejor actor y mejor guión adaptado, y su estreno sirvió para revitalizar la carrera de Brando y lanzar a la fama a Al Pacino y Coppola, quien por aquel entonces tenía tan solo 32 años.
Junto con Martin Scorsese, Steven Spielberg, George Lucas y Brian de Palma, Coppola fue una de las figuras más destacadas del Nuevo Hollywood de la década de los 70, un movimiento caracterizado por importar elementos propios del nuevo cine europeo y, especialmente, de la nouvelle vague francesa. Sin embargo, para explicar el éxito de El Padrino es necesario mencionar a Mario Ponzi, el autor del libro en el que se basa la película y, por tanto, creador de Vito Corleone, uno de los personajes más icónicos de la historia del cine.
Tras el estreno del film, muchos fueron los que se preguntaron si el personaje estaría basado en una persona de carne y hueso, en un auténtico padrino de la mafia ítaloamericana. Y aunque el personaje es, indudablemente, ficticio, es probable que su autor sí se inspirase en la historia de un capo en concreto con el que guarda ciertas semejanzas.
Según la historia del libro de El Padrino, Vito Corleone nació bajo el nombre de Vito Andolini en Sicilia en 1892 y emigró a Estados Unidos cuando aún era un crío después de que un capo italiano ordenase matar a sus padres y hermanos mayores. Al llegar a América, Corleone tuvo que hacer cuarentena en la isla de Ellis, en Nueva York, ya que padecía de viruela y otras enfermedades, y solo al cabo de tres meses pudo salir al mundo y ser trasladado a casa de unos amigos de su familia.
El pasado que Ponzi nos narra en el libro guarda bastantes semejanzas con la vida de Giuseppe Battista Balsamo, el ‘Mano de Garra’ y uno de los primeros capos de Estados Unidos, que también emigró desde Sicilia a América, aunque, eso sí, ya con 25 años y con un historial delictivo que incluía robos y falsificaciones.
Tras pasar unos años apartado de la criminalidad, Morello reanudó su carrera delictiva en 1899. En tan solo cuatro años, se convirtió en el rey de Little Italy, el barrio italiano de Nueva York, y en 1905 ya era conocido, tanto entre sus enemigos como entre sus secuaces, como uno de los capos más temibles de Estados Unidos.
Morello creó la primera familia de la mafia de Estados Unidos o, al menos, la primera de la que se tiene noticia. Una banda, por cierto, completamente siciliana. A pesar de que los primeros delitos de Morello estuvieron centrados en la falsificación, su ámbito delictivo fue expandiéndose y añadiendo lo que uno espera de un mafioso: asesinatos, secuestros, extorsión, narcotráfico, robos. También hubo inversiones inmobiliarias, fraudes de seguros y premios de loterías falsos, aunque la crisis inmobiliaria de 1907 le hizo volver a lo que mejor sabía hacer: la falsificación, que, irónicamente, sería lo que acabaría con su reinado.
Para reiniciar su negocio de la falsificación, Morello se rodeó de dos hombres: Antonio Cecala, que se encargó de los seguros de la familia, y Antonio Comito, que fue obligado a trabajar a la fuerza.
Tras años sufriendo bajo las órdenes de Morello, y tras haber escapado, Comito fue convencido por William Flynn, un jefe de policía que había dedicado toda su carrera a acabar con la mafia y, en concreto, con el clan de los Morello, que estaba en el punto de vida tras el asesinato del teniente Joseph Petrosino, para declarar contra la familia en un juicio. A cambio de protección y una considerable cifra económica, Comito presentó pruebas contra Morello, Ignacio Lupo, su hombre de máxima confianza, y todos los integrantes dedicados a la falsificación.
La declaración de Comito se saldó con la condena de 25 años de trabajos forzados para Morello y de 30 para Lupo. Era el fin de ambos. Tras cumplir su pena, Morello salió al mundo en 1920, pero el mundo ya no era lo que conocía y él ya no era el peligroso capo al que todos temían. Diez años después, y en el marco de la llamada guerra de Castellammarese, Morello moriría atravesado por siete balas. Un año más tarde, Lucky Luciano mataría a Joe Masseria, uno de los aliados de Morello, y daría a luz a uno de los mayores imperios criminales del siglo XX.