Durante la cuarentena, Robert Downey Jr cumplió 55 años y se pasó el día presumiendo en Twitter de todas las estrellas que lo felicitaban: desde Mark Ruffalo hasta Chris Evans, pasando por la cuenta oficial de Disney. Y no es para menos, porque Downey Jr es el paladín de la saga 'Vengadores', que a lo largo de 22 películas y una década ha convertido a Disney en el estudio más poderoso de la historia de Hollywood.
Sin embargo, resulta asombroso que una empresa como Disney, obsesionada con proteger su imagen de creadora de magia para todos los públicos, haya designado como su abanderado a un tipo que estuvo dos veces en la cárcel y que llegó a ser arrestado mientras dormía en un callejón, drogado hasta las cejas, sobre un charco de su propia sangre.
El relato de auge, caída y auge de Robert Downey Jr es de esos que solo ocurren en las películas americanas. Pero a veces también en las bambalinas de sus rodajes. Durante los 90, la propia agente del actor confesó que se despertaba cada mañana esperando encontrar la necrológica Downey Jr en el periódico. Ahora es la estrella mejor pagada de Hollywood y en su bio de Twitter, en vez de incluir una descripción como cualquier usuario, se ha limitado a escribir "Ya sabéis quién soy". Y no se equivoca. Downey Jr ejerce su rol de líder también fuera de la pantalla y ha apoyado una organización que efectúa tests gratuitos del Covid-19 para aquellos ciudadanos estadounidenses sin seguro médico.
En realidad, antes de la cuarentena el actor apenas usaba las redes sociales y aun así tiene 15 millones de seguidores. Todos ellos, claro, saben perfectamente quién es tal y como asegura su bio de Twitter. Pero durante unos meses, mucho antes de Twitter y mucho antes de Vengadores, Robert Downey Jr no fue más que el reo P50522.
Su relación con las drogas empezó cuando su padre, el también actor Robert Downey Sr, le dio a probar un porro de marihuana cuando tenía seis años. De ahí pasaron a la cocaína cuando Robert era adolescente. Años después el propio actor recordaría que la cocaína que Jack Nicholson llevaba a su casa era la mejor que ha probado en su vida. Eran los 70 y nadie en Hollywood se planteaba no consumirla. La entonces pareja de Nicholson, Anjelica Huston, contó hace poco que Jack tenía dos tipos de cocaína en casa: la del piso de abajo (de peor calidad, para los invitados casuales) y la del piso de arriba (de primera clase, para amigos íntimos). Se sobreentiende que la que Nicholson llevaba a casa de Robert Downey Sr era del segundo tipo.
A los 22 años, durante el rodaje de la adaptación al cine de la novela de Bret Easton Ellis 'Menos que cero', el actor se convirtió (según sus propias palabras) en un yonqui. "Antes de aquella película tomaba drogas después del trabajo y en los fines de semana. A veces me presentaba en los rodajes con resaca, pero no más a menudo que los demás operarios. En 'Menos que cero' hacía de yonqui y, para mí, el personaje era como el fantasma de las navidades futuras. Era una exageración de mí mismo. Pero entonces las cosas cambiaron y, en ciertos aspectos, yo me convertí en una exageración del personaje" confesaría. Su adicción a las drogas entró en tal estado de descontrol que su novia, Sarah Jessica Parker, rompió la relación. Pero aquellos problemas todavía se mantenían en secreto y cuando consiguió una nominación al Oscar, por 'Chaplin' en 1993, la prensa lo saludó como el próximo mejor actor de su generación y una estrella en ciernes. Se había casado con la actriz Deborah Falconer tras 42 días de noviazgo y habían tenido un hijo, Indio, en lo que parecía la cima de su éxito personal y profesional. Pero aquel fantasma de las navidades futuras estaba a punto de alcanzarlo.
Su espiral de autodestrucción había empezado, según él mismo contaría, durante unas vacaciones en Tenerife: "Me pase un fin de semana en esa isla volcánica y me metí en tantos líos que parecía que la propia isla me estaba diciendo que me marchase. Pero todos mis nuevos mejores amigos no. Había un bar que yo sentía que podría ser como mi Casablanca, donde me quedaría a vivir y y donde recibiría mi correo. Me bebí la isla entera".
En 1996 Robert Downey Jr fue arrestado en Los Ángeles por conducir bajo los efectos de la cocaína y el alcohol. La policía encontró en su guantera heroína y un revólver Magnum 357. Un mes después la prensa encontró una mina de titulares cuando se filtró la llamada a la policía de la vecina del actor: la mujer había entrado en su casa con su marido y su hijo y se había encontrado a Downey Jr, que se había confundido de casa, durmiendo en la habitación del niño. En la grabación de la llamada se escuchaba al actor roncando de fondo. La textura de comedia negra que tenía esta estampa no terminó ahí: cuando Sean Penn y Dennis Quaid, dos actores que conocían muy bien los estragos que la adicción causa en las estrellas de Hollywood, obligaron a su amigo Robert a ingresar en una clínica de desintoxicación este se escapó por la ventana del baño tras un solo día de tratamiento. Lo cierto es que, al ser un ingreso voluntario, Downey Jr podía haber salido por la puerta caminando. Pero optó por una huida esperpéntica que acabó con él haciendo autoestop vestido con una camisa hawaiana y los pantalones del hospital.
Días después la policía volvió a arrestarlo al volante de su coche. Conducía drogado, desnudo y arrojando ratas imaginarias por la ventana. El juez lo sentenció a una libertad condicional que requería que se sometiese a controles antidroga periódicamente. Un año después, en 1997, Robert Downey Jr no se presentó a uno de esos controles y fue condenado a 113 días en prisión. En 1999, cuando volvió a saltarse un test de narcóticos, la pena ascendería a los tres años de cárcel.
El actor ha insinuado que sufrió todo tipo de vejaciones en la prisión Corcoran, pero ha jurado que jamás desvelará lo que ocurrió allí dentro. Se sabe, eso sí, que llegó a necesitar cirugía estética en la cara tras recibir una paliza. La estrella de Hollywood pasó un año raspando bandejas de pizza por ocho céntimos la hora. La prensa publicó informes que determinaban que Downey Jr era maniacodepresivo, pero él refutaría este diagnóstico aclarando que lo que era era drogadicto: "A veces quiero salir de compras y otras solo quiero ver deportes, masturbarme y comer helado. No estoy depresivo, joder, no soy un maniaco. Me han diagnosticado un desorden, pero el tipo que me trataba no sabía que durante las sesiones me iba a fumar crack en su baño. No puedes diagnosticar a alguien hasta que esté sobrio, joder".
Cuando salió de la cárcel, dos años antes de cumplir su condena gracias a su buen comportamiento, tardó una semana en encontrar un nuevo trabajo en la serie 'Ally McBeal'. Porque la industria, a diferencia de la prensa o del propio actor, nunca perdió la fe en Robert Downey Jr. Él siempre tuvo fama de profesional disciplinado incluso cuando su vida personal estaba fuera de control y tenía una capacidad única para levantar el ánimo del rodaje y liderar el equipo.
La crítica se reenamoró de él con 'Jóvenes prodigiosos', donde tenía un papel secundario con el que desataba todo su irresistible carisma. Pero aquel regreso triunfal era una fachada. "En aquel momento me importaba una mierda no volver a actuar jamás" admitiría él. Efectivamente, dos nuevos arrestos durante el rodaje de Ally McBeal hundieron su incipiente reinserción en Hollywood. En 2000 encontraron anfetaminas y cuatro gramos de cocaína en sus bolsillos y en 2001 unos policías se toparon con el actor descalzo durmiendo en un callejón infestado de ratas tras haber vomitado sangre. Downey Jr les suplicó que no lo llevasen a comisaría porque iban a arruinarle la vida y no se equivocaba: su mujer Deborah lo abandonó llevándose a su hijo Indio (que entonces tenía 9 años), los productores de 'La pareja del año' lo reemplazaron por John Cusack y fue despedido de 'Ally McBeal' a pesar de que su intervención había aumentado la audiencia de la serie y le había granjeado un Globo de oro. Su personaje, Larry, tuvo que romper con Ally por teléfono y fuera de cámara.
El 4 de julio de 2003, durante las festividades del día de la independencia, Robert Downey Jr lo pasó en solitario. Condujo hasta un Burger King, sintió que había tocado fondo definitivamente y arrojó todas sus drogas al océano Pacífico. Su amigo Mel Gibson decidió contratarlo como protagonista de 'El detective cantante' a pesar de que las compañías de seguros se negaban a cubrir la póliza. Gibson, en calidad de productor, avaló personalmente el contrato de Downey Jr. Su siguiente proyecto fue 'Gothika', un thriller de terror con Penélope Cruz y Halle Berry que no dejaría ninguna huella en ningún sitio excepto en la vida de Robert Downey Jr: se enamoró de su productora, Susan Levin, y aunque ella rechazó su invitación a cenar en dos ocasiones porque consideraba que ella "tenía un trabajo de verdad y él era solo un actor" acabaron casándose en 2005. Downey Jr ha confesado en varias ocasiones que ella le salvó la vida.
Cuando Mel Gibson fue arrestado por conducir ebrio e insultar a los agentes de policía, Robert fue el primero en llamarlo para mostrarle su apoyo. "Bienvenido al club, vamos a ver qué podemos hacer para trabajar en nuestro crecimiento" le dijo. Públicamente, Downey Jr fue de los pocos en defender a Gibson explicando que había cometido un error humano y que necesitaba ayuda. Esta estabilidad emocional ya era un auténtico triunfo personal para Robert Downey Jr, pero todavía le quedaba por delante el clímax de su propio relato: del auge y la caída pasó al auge y, a partir de 2008, a la apoteosis.
Marvel se había declarado en bancarrota en los 90 y durante los 2000 se veía incapaz de rentabilizar sus superhéroes en el cine. Kevin Feige, el productor de las películas de Marvel, se decantó por Iron Man para intentar arrancar una saga de adaptaciones del cómic. Quería a Tom Cruise como el arrollador empresario tecnológico Tony Stark. Pero el director Jon Favreau insistió en que el personaje necesitaba la energía de Robert Downey Jr: cínico, embaucador y, en el fondo, con buen corazón. Los productores se negaron en rotundo, pero accedieron a concederle una prueba de casting. Era la primera vez que Robert Downey Jr hacía un casting desde 1992 ('Chaplin') y salió de aquel despacho con el contrato firmado. "Cuando entro en un hotel" explicaba el actor entonces, "la gente no sabe si voy a apuntarme a una clase de shiatsu o si van a tener que reducirme contra el suelo".
Downey Jr aportó comedia a 'Iron Man', improvisando constantemente y reescribiendo sus escenas cada mañana con el director, y sentó así las bases del tono del cine de Marvel: lúdico, optimista y socarrón. Robert Downey Jr es Marvel. Y Marvel es la franquicia más exitosa de la historia del cine. El actor estaba entusiasmado con participar en una película tan ambiciosa y colaboró en el proceso de edición: "Hago sugerencias para mejorar el ritmo, la historia, las recompensas, las sorpresas. Y a veces les pido que por favor no usen la toma en la que parece que estoy cagando y gritando al mismo tiempo". Pero su Tony Stark también albergaba oscuridad. Se trataba de un megalómano egocéntrico que, tras una temporada encarcelado, resurgía habiendo aprendido una lección y se convertía en un superhéroe que pondría su talento para el liderazgo al servicio del bien. Tras escapar de su cautiverio, Tony Stark se iba a comer a un Burger King.
El actor cobró medio millón por Iron Man, nueve millones por la secuela y 28 por la tercera parte. Su sueldo por cada una de las cuatro entregas de 'Los Vengadores' (unos 67 millones de euros) lo convertirían en el actor mejor pagado del mundo pero, más allá de los números, Robert Downey Jr ha acabado alcanzando un estatus simbólico: su triunfo personal y profesional, habiendo caído más bajo que casi ninguna otra estrella de Hollywood, es más heroico que cualquier cosa que haya hecho en la pantalla.
Desde su regreso a las grandes ligas del cine (o, mejor dicho, a una liga que no existía antes de que él la inaugurase) ha tenido dos hijos con Susan Levin: Exton, de ocho años, y Avri, de cinco. Apenas habla sobre su hijo Indio, que ahora tiene 27 años y que en 2014 fue arrestado por fumar cocaína en su coche. Downey Jr publicó un sobrio comunicado en el que agradecía al sheriff por su intervención y confiaba en que "mi hijo protagonice otra historia de éxito y recuperación en vez, desafortunadamente hay un componente genético para la adicción e Indio, muy posiblemente, lo ha heredado” (en referencia a sus propias adicciones y también a las de su padre, Robert Downey Sr). El año pasado Deborah Falconer, la madre de Indio, aseguró que su hijo está recuperado y aclaró que mantiene una gran relación con su exmarido. "Robert ha estado a su lado en todo momento, en los altos y en los bajos, e Indio se encuentra en un lugar estupendo. Soy muy feliz. Indio es muy cariñoso y Robert lo ha apoyado mucho. Me siento bendecida por tener a mis chicos cerca cada vez que los necesito", aseguraba.
Robert Downey Jr, por su parte, mantiene un equilibrio con la prudencia de alguien que sabe que en cualquier momento todo puede derrumbarse. Practica pilates, estudia filosofía oriental, medita y hace artes marciales. "Tengo una red de apoyo que incluye un psicólogo, un sensei y un grupo de terapeutas curativos. Una vez cuentas con ese apoyo resulta imposible seguir avanzando sin él, porque si te conviertes en una maquinaria efectiva necesitas el mejor mantenimiento", asegura.
Robert Downey Jr es hoy una estrella, una marca y el motor mejor engrasado de Hollywood. Pero nunca deja de ser un hombre, y ese hombre es consciente de que necesita rodearse del mejor equipo para que el lado del bien prevalezca sobre la oscuridad. Tony Stark necesitó tres películas para comprenderlo. A Robert Downey Jr le costó un poco más. Y ahora utiliza su popularidad para inspirar a los chavales (y a los no tan chavales) a ser la mejor versión de sí mismos: Robert Downey Jr es, además de una estrella, una marca y una maquinaria, la fábula de Hollywood con el mejor final feliz.