Todo el mundo cree conocer el Rick’s. Cree casi haber estado allí, con un cóctel delante. Pero el Rick’s, el mítico café en el que Humphrey le pidió a Sam que la tocase otra vez, no existe. Al menos fuera de nuestra imaginación. Lo que poca gente sabe es que, harta de ver cómo los viajeros iban en su busca, la encargada de la oficina comercial de Estados Unidos en Casablanca se lanzó a crearlo. Ahora ya puedes pedir un buen whisky y oír conciertos de jazz como hicieron Bogart e Ingrid Bergman en aquel romance bélico del 42. Además de este, te contamos otros ‘espejismos’ realidad-ficción de Casablanca, una de las películas más míticas del cine clásico, que está a punto de cumplir los ochenta años. Habrá que volver a verla. Que este sea el comienzo de una bonita amistad.
Cuando Kathy Kruger aterrizó en Marruecos en 1998, como muchos de los turistas que llegaban a la ciudad de Casablanca, vivió la frustración al descubrir que el auténtico Rick´s Café nunca existió fuera de los decorados de Hollywood. Años después, sorprendida de que a nadie se le hubiera ocurrido la idea de crear tan mítico lugar y por miedo a una reacción de islamofobia tras los atentados del 11-S, Kathy comenzó a buscar por la antigua Medina de la ciudad una mansión tradicional marroquí con un patio similar al que aparece en la película. Tres años de reforma después, el 1 de marzo de 2004 nacía el Rick´s Café. junto a otros 44 inversores convirtió en realidad el sueño de muchos cinéfilos. Ellos forman “The Unusual Suspect S.A”, haciendo un claro guiño a una de las últimas frases de la película: “¡Arresten a esos sospechosos habituales!”.
En el actual Rick´s Café, que aún se puede visitar, las referencias a la película son numerosas, desde los camareros que hablan varios idiomas y llevan el típico fez rojo en la cabeza, hasta detalles decorativos, como los fotogramas de la película que adornan las paredes o una televisión antigua que emite “Casablanca” sin descanso. Más que reproducir con exactitud el decorado de la película lo que Kathy pretende es recrear el espíritu del café más famoso del séptimo arte. Para lograrlo cuenta con dos aliados imprescindibles: un piano Playel auténtico de los años 30 e Issam Chabaa, el pianista negro que, a petición popular, cada noche toca varias veces “As time goes by” mientras le susurran: “Tócala otra vez, Issam”. Además, todos los domingos por la noche se celebra una Jam Session donde los músicos locales y los turistas aficionados improvisan piezas de jazz junto a él.
En el Rick´s Café no solo se pueden degustar cócteles o comer en su restaurante, que no cierra ni durante el mes del Ramadán. En su carta ofrecen una variada selección de marisco y pescado tradicional marroquí. Y en honor a su fundadora, tampoco faltan las típicas hamburguesas americanas y una barbacoa instalada en la azotea del edificio.
El trampantojo se repite con la obra de teatro que inspiró a la película,“Everybody comes to Rick´s” (Todo el mundo viene a Rick´s), escrita por Murray Burnett y Joan Allison. Al igual que el Rick´s Café de “Casablanca” es un espejismo, ya que nunca se estrenó. Pero contra todo pronóstico, en diciembre de 1941 el libreto de la obra teatral llega a las oficinas de la Warner Bros, cambian el título y cinco meses después comienza el rodaje la película.
Muchos críticos de cine consideran que “Casablanca” fue un milagro debido a los continuos cambios de dirección, guionistas y del propio texto. La actriz Ingrid Bergman cuenta en sus memorias que a diario preguntaba a Michael Curtiz a cuál de los dos hombres debía amar más, si a Rick o a Víctor, y el director la respondía: “A los dos por igual”. No podía contestar nada más porque el guión se terminó sólo tres días antes de concluir el rodaje. Incluso tuvieron que convocar a Bogart, meses después, para incluir la famosa frase que le dice al capitán Renault justo al final: “Presiento que este puede ser el comienzo de una gran amistad”.
También el guion final de “Casablanca” sufrió numerosas modificaciones respecto al texto original. Por ejemplo, el personaje de Sam en un principio se llamaba “El Conejo” e incluso se pensó que lo interpretara una mujer. Ella Fitzgerald era la candidata más firme para hacerlo. Y en el primer cártel de la película Ronald Reagan aparecía como Rick Blaine, papel que definitivamente inmortalizó Humphrey Bogart.
En la obra original Ilsa Lund (Ingrid Bergman) se llamaba Lois Meredith y era estadounidense en vez de noruega. De hecho, varios personajes cambiaron de nacionalidad, como el Señor Martínez, qué pasó a ser el italiano Signor Ferrari, o Rinaldo, qué pasó de tener nacionalidad italiana a francesa, dando origen al legendario capitán Renault.
Pese a todas las dificultades “Casablanca” logró convertirse en un cocktail perfecto de amor, política y guerra que se desarrolla en la ciudad marroquí donde coinciden muchos refugiados que huyen de la Europa ocupada por los nazis. Todos se reúnen en el Rick´s Café mientras esperan un salvoconducto que les lleve a Lisboa y de ahí hacia Estados Unidos.
La historia arranca la mañana del lunes 8 de diciembre de 1941, justo un día después de que la aviación japonesa destruyera la flota norteamericana de Pearl Harbor y Estados Unidos declarara la guerra a Japón. Unos acontecimientos históricos que se aprovecharon no sólo para el guión sino también para su presentación mundial. Aunque la premiere se celebró en 1942 en Nueva York, el estreno oficial no se realizó hasta el 23 de enero de 1943, coincidiendo oportunamente con la cumbre angloamericana entre Churchill y Roosevelt, para fijar la estrategia durante la Segunda Guerra Mundial, que se celebró en el Hotel Anfa de Casablanca.
En España, la película llegó a nuestros cines tres años después y con algunas modificaciones que introdujo la censura, como la eliminación del dialógo donde Rick reconoce su pasado como combatiente en las Brigadas Internacionales, en el bando republicano, durante la guerra civil española.
Y aunque este clásico del cine en blanco y negro obtuvo tres Óscar de las ocho nominaciones a las que aspiraba, Bogart y Bergman no lograron llevarse la estatuilla. Sin embargo, forman una de las parejas protagonistas más admiradas por el público. Tienen el mérito de que no congeniaron durante el rodaje pero, pese a sus diferencias personales, supieron plasmar el amor que unía a sus personajes. La grabación transcurrió sin más problemas, mientras ella se ocupaba de que sólo grabaran su perfil izquierdo, él usaba tarimas y cojines para aparecer siempre en pantalla un poco más alto que su compañera de reparto. Tampoco ésta es la única ilusión óptica que vimos en “Casablanca”.
Dooley Wilson, el actor que interpreta al entrañable Sam, era cantante y percusionista pero no sabía tocar el piano. La interpretación real es del pianista Elliot Carpenter. Cuenta la leyenda que el director, Michael Curtiz, puso el piano de Carpenter frente a Wilson para que mientras cantaba pudiera imitar los movimientos de las manos simulando que tocaba “As time goes by”.
Paradójicamente, la canción más memorable de la banda sonora de “Casablanca” no fue compuesta expresamente para la película, ya existía 10 años antes de rodar el film gracias a Herman Hupfeld. Muy al contrario, Max Steiner, autor de la banda sonora, quiso eliminarla en el montaje final porque pensaba que era demasiado vulgar. Pero una peluca se lo impidió. Ese cambio musical suponía volver a rodar todas las escenas en las que sonaba y por aquel entonces, Ingrid Bergman ya se había rapado el pelo para rodar “¿Por quién doblan las campanas?” (1943). Como fue imposible encontrar una peluca idéntica al peinado que lucía en las escenas ya rodadas, finalmente, se salvó la famosa melodía.
Tampoco se dijo nunca “Tócala otra vez, Sam” sino “Tócala, Sam. Toca As time goes by”. La confusión se produjo por el título original de la película “Play it again, Sam” (Tócala otra vez, Sam) de Woody Allen y que en España se tradujo como 'Sueños de un seductor’ (1972). Algo similar ocurre con la frase más famosa de la película y que seguramente todos hemos repetido en algún momento de nuestra vida. Aunque si realmente queremos ser fieles a las palabras que pronuncia Bogart deberíamos decir “We’ll always have Paris” (“Siempre tendremos París”) en vez de la traducción española “Siempre nos quedará París”.
Lo único cierto de este cúmulo de espejismos que rodea a“Casablanca’ es que Kathy Kruger puso en su sitio el Rick´s Café y le dio el auténtico lugar que le correspondía. Más vale tarde que nunca.