Empresario en los 80, infarto y depresión: las tres vidas de José Coronado, 'Coronator' para los amigos

  • Fue empresario de éxito durante los 80 y no debutó como actor hasta los 30 años

  • Su fama de galán, en realidad, no venía por sus películas sino por la noche madrileña

  • Estuvo a punto de morir en un accidente de paracaidismo y el infarto que sufrió en 2017 le cambió la vida

Cuando en 1988 el director Ricardo Franco eligió a José Coronado para su película 'Miami Blues' todo el mundo le dijo que estaba loco. ¿Cómo se le ocurría coger a un debutante sin experiencia para un papel protagonista? "Puede que no haya trabajado como actor antes, pero tiene mucha vida detrás. Sabe mirar a una mujer", respondía el cineasta.

Franco sabía lo que se decía. Coronado se convertiría en el galán oficial de la España de los 90, un hombre que sedujo a todo tipo de mujeres famosas (cantantes, actrices, aristócratas) y no famosas pero que acabó reinventándose como actor de carácter. Hoy es una de las pocas figuras públicas que pone de acuerdo a toda España, un país que contuvo el aliento cuando sufrió un infarto hace cuatro años. José Coronado, al fin y al cabo, es parte de la familia.

Me ha costado muchos años tener estas arrugas para que me las borren de un plumazo

Durante los 80, intentó estudiar derecho y medicina ("lo que aprendí es a jugar al mus", recuerda) pero sobre todo se dedicó a ejercer como empresario: regentó un bar de copas, un restaurante y una agencia de modelos. "Muchos actores llevan desde los 17 años practicando con el método, haciendo de gallina, de árbol, de no sé qué... Eso está muy bien. Pero no han vivido. No han conocido la noche y el lujo y la corrupción", explica.

En aquella época, Coronado practicaba deportes de riesgo. Motocross, trial, paracaidismo. En una ocasión no se le abrió el paracaídas y no se acordó de la segunda anilla de seguridad hasta que le quedaban 300 metros para tocar el suelo. Solo se partió dos costillas, pero pasó 36 horas durmiendo de la adrenalina que había gastado durante la caída.

Coronado y las mujeres

La segunda vida de Coronado llegó cuando el estrés de los negocios lo saturó y su entonces pareja, la actriz Maru Valdivieso, le sugirió que se apuntase a clases de interpretación. Así lo recuerda ella: "Yo tendría 20 años. Creo que nos conocimos bailando en Pachá. Él vivía una época espléndida, dirigiendo la agencia y llevando el restaurante más moderno de Madrid con otro socio extranjero que era modelo. Yo estaba tan enamorada de José que le dije que se viniera a las clases para verle todos los días. Y como él es así, que no le tiene miedo a nada y todo le apetece, entró a estudiar en la escuela de Cristina Rota".

Una semana después vendió todos sus negocios para "apostar a muerte" por la interpretación y dos años después protagonizaba una de las películas más famosas y más taquilleras de la época, 'Yo soy esa'. 80 periodistas acudieron a ver primer día de rodaje del el debut cinematográfico de Isabel Pantoja tenía un añadido de morbo: la entonces "viuda de España" aparecía vestida de novia, mostrando escote y besándose con otro hombre. Y Coronado, que era consciente de la expectación, la besó delante de los 80 fotógrafos.

El periodista Manuel Román contaba que el actor le confesó que se había enamorado de la cantante "por su personalidad y porque era un cañón de mujer". Y hace unos meses su entonces pareja, Paola Dominguín, confirmaba por fin el rumor tres décadas después: "José me dijo que se había enamorado de ella. Ahí decidí separarme".

Coronado tuvo un hijo con Dominguín, el actor y modelo Nicolás Coronado, y aunque en sus inicios se le encasilló en el papel de galán lo cierto es que tampoco interpretó tantos en la ficción. Su fama de galán, en realidad, venía por lo que se sobreentendía que hacía en la noche madrileña.

En aquella época daba declaraciones como "me gustan las pijas porque siempre huelen muy bien", pero si hubiera que asignarle un tipo a Coronado sería la aristocracia (artística o nobiliaria): entre sus parejas han estado Paola Dominguín (hija de Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé), Mónica Molina (hija de Antonio Molina y madre de la otra hija de Coronado, la adolescente Candela) o Eugenia Martínez de Irujo.

Y Coronado se volvió actor

El punto de inflexión en la carrera y en la imagen de Coronado llegó en 2001 con 'La caja 507'. Resulta simbólico que el actor dejase el papel que le dio más popularidad, el de director idealista del periódico Crónica en 'Periodistas', para rodar aquel thriller de Enrique Urbizu donde hacía de cabrón sin escrúpulos. Hasta se rapó los rizos, su seña de identidad estética junto con el color negro, con la intención de evocar una energía intimidatoria similar a la del entonces entrenador del Valencia Hector Cooper.

Y en un fenómeno parecido al que ocurrió con Maribel Verdú, la gente empezó a darse cuenta de que José Coronado era un gran actor. De que llevaba varios años siéndolo, quizá desde que a mediados de los 90 produjo y protagonizó la obra de teatro 'Algo en común' (sobre un hombre gay que pierde a su pareja a causa del sida) cuando nadie quería hacer algo así y desde luego nadie esperaba que lo hiciese Coronado. La gente, sencillamente, empezó a verlo con otros ojos.

El actor coronó este segundo acto profesional con un Goya, de nuevo gracias a Urbizu y 'No habrá paz para los malvados'. Aquel personaje, Santos Trinidad, era directamente un animal pero esta vez a nadie le sorprendió que Coronado levantase la película entera. Ahora ya era ese actor.

Él dice que sus referentes son Cary Grant y Robert de Niro, aunque la evolución de su imagen pública (de galán a actorazo) se parece más a la de Paco Rabal. Ahora está tratando de emularlos Mario Casas, con quien Coronado aparece en el éxito de Netflix 'El inocente' (lleva tres semanas siendo lo más visto de la plataforma en España y en el tercer puesto a nivel mundial). Pero hay un factor en el triunfo de Coronado que pocos pueden alcanzar: es una figura pública que parece poner a todo el mundo de acuerdo.

El marido de España

Aunque se ha mostrado crítico con los políticos, Coronado nunca ha tomado partido abiertamente y ha preferido hablar con sentido común o guardar silencio. Sí ha admitido, por ejemplo, que considera que los Goya no son el momento para hacer política. ¿Quién si no podría haber sido imagen, a principios de los 2000, de una campaña para fomentar el turismo en Cataluña? "Ven a Cataluña", decía, "son una gente formidable". Coronado está por encima de las bromitas con los yogures, de sus líos sentimentales con famosas y de sus fracasos televisivos.

Mi mayor tesoro es poder irme de esta vida sin dejar enemigos

Es una cuestión de educación, integridad y coherencia. Él nunca ha negado su carácter vividor, pero nadie lo percibe con negatividad porque Coronado distingue entre ser un disfrutón y ser un crápula. Sí, tiene una mesa de billar y una barra de cócteles en el salón de su casa (que es exactamente cómo uno se imaginaría el salón de Jose Coronado), pero no ha protagonizado ni un solo escándalo ni hay nadie que hable mal de él en la industria. "Mi mayor tesoro es poder irme de esta vida sin dejar enemigos", dice.

Ni siquiera cuando dijo que si lo llega a saber no tiene hijos se despertó la polémica que se habría generado si dijese lo mismo, por ejemplo, Javier Bardem. "Muero por mis hijos", dijo, "pero si tuviera la oportunidad de tener dos vidas una la viviría de pájaro libre de principio a fin. Una vez tienes hijos ya solo vives para ellos. Y creo que lo piensa el 99% de los padres".

Coronado siempre ha vivido con Nicolás, a quien considera su mejor amigo, y desde hace unos años también con Candela. Pero estaba solo en casa cuando en 2017 le sobrevino en un dolor en el brazo. Él quiso dejar claro que si podía contarlo era gracias a la rapidez y efectividad con la que actuaron tanto los enfermeros del SUMMA como los médicos del hospital La princesa. En cuestión de minutos estaba en la sala de operaciones, donde le pusieron un stent.

"Fumaba como un carretero, paquete o paquete y medio a diario, comía lo que me daba la gana y no hacía deporte. Me llamó media España, me sorprendió mucho que hubiese tanta gente que se preocupase por mí, hasta amigos del colegio que tenía olvidados. Me han llegado más mensajes que cuando gané el Goya", dijo al salir del hospital.

El actor achaca su infarto al estrés profesional y personal. "Estaba con 27 cosas de trabajo y mi hija era pequeña, estaba acabando de pagar mis hipotecas, Hacienda... Yo ya sabía antes del infarto que así no podía seguir. Antes iba con el Ferrari corriendo y ahora prefiero ir tranquilo en un 4x4 disfrutando del arcoíris", indica el actor, quien, eso sí, admite que incluso si se hubiera muerto a los 30 ya tendría que dar las gracias de tanto que había vivido. "Y ya he doblado", presume.

La tercera vida de José Coronado

Meses después del infarto le sobrevino una depresión, pero él recondujo esa oscuridad para el personaje que le tocaba interpretar: Nemo en 'Vivir sin permiso' (que, junto a 'El príncipe', es una de las series con más audiencia de la televisión española reciente). La tercera vida de José Coronado consiste en comer mejor, hacer deporte y no fumar.

Por lo demás, sigue siendo el mismo. Hace unos meses le aseguraba a David Broncano en 'La resistencia' que es "una puta máquina" en el sexo y que pierde el control. Aunque se acerquen los 65 Coronado no tiene previsto jubilarse. Como Rabal, seguirá hasta el final. "Para acabar de abuelete en los escenarios tenía que jugar a las tres barajas: la tele, el teatro y el cine", decía hace años. Le ha tocado una buena mano, pero él además ha sabido jugar su propia suerte.

Hoy es imagen (y lo más importante, voz) de Audible, la plataforma de podcasts de Amazon. Tiene por estrenar 'Way Down, con Luis Tosar, y 'La familia perfecta' con Belén Rueda. Tiene por ahí hasta una película con Sharon Stone. Al fin y al cabo, sus amigos no le llaman 'Coronatori solo porque se mueva en una Harley con chupa de cuero. También porque cuando se trata de currar aguanta lo que le echen. "Me pongo el casco de obrero por la mañana y no me entero ni de la hora que es", dice.

"Yo siempre digo que de los 20 a los 30 hay que estar obsesionado con el trabajo. Debe ser tu prioridad para tu bien, el de tu futura pareja y el de los tuyos. Hay que vivir para el trabajo. Pero ahora ya no. Yo ahora trabajo para mi vida", explica. Coronado se ve más guapo pasados los 60 y por eso se niega a maquillarse para los rodajes: "Me ha costado muchos años tener estas arrugas para que me las borren de un plumazo".