Manuel Vázquez Montalbán tendría hoy 83 años. El escritor que tanto cautivó con su detective Pepe Carvalho, hace 19 años que nos dejó a los 64, un día como este 18 de octubre. Su muerte sembró un vacío que muchos no olvidan. Entre ellos, la escritora Maruja Torres, su amiga, su 'hermana'. En este día tan señalado, la escritora y periodista ha querido tener más presente que nunca al poeta, al escritor, pero sobre todo, al amigo. Como si no hubiera pasado el tiempo, todavía recuerda como fue aquel día, donde las informaciones sobre su muerte, comenzaron de lo más contradictorias. "Aeropuerto de Melbourne, Elisenda Nadal dijo Hong-Kong, ¿Bangkok?", publicó la propia Torres en una semblanza en ese entonces. El periodista fallecía lejos de nuestras fronteras y todo llegaba a cuentagotas hasta que se confirmó la terrible noticia que traspasó la piel de toro. El autor de novela negra falleció en Bangkok, Tailandia. Ella no podía estar más impactada.
"La mañana en que supimos que Manuel Vázquez Montalbán había muerto: era temprano, yo salía de la ducha, sonó el teléfono, era mi medio hermana, creo que grité cuando me dio la noticia", ha recordado dos décadas después de aquella llamada de su hermana diciéndole que había fallecido en el aeropuerto de Melbourne, en sus redes sociales. La ola de reacciones no se hizo esperar. Nada más colgar con esta, apareció en su casa "Xavier Vidal-Folch, que vivía cerca". Maruja Torres bajó como estaba: "No pude abrir la puerta desde arriba, bajé en albornoz, descalza, los pies mojados".
De la misma manera que ella se quedó 'huérfana', le sucedió a Vidal-Folch que le dijo nada más verla: "No sabía a dónde acudir, dijo él. De lo que siguió (aquel absurdo de que su cuerpo estuviera volando con los pájaros desde Bangkok) sólo recuerdo una nebulosa".
La autora de 'Esperadme en el cielo' sigue sintiendo su marcha y no ha podido evitar mostrar lo que ha significado para ella: "Es la forma de la pena y, también, la del desamparo". Maruja se describió como "la orfandad camina por el pasillo" y siguen pensando igual: "Con Manolo muerto, quienes habíamos crecido bajo su generoso ramaje intelectual y moral sabíamos que nos habíamos quedado sin la brújula. Desprovistos, de súbito". Pero no solamente sus amigos y familia, o la parte más intelectual que se codeaba con él sino "también sus adoloridos lectores". Así, es como siente la catalana al escritor de 'Yo maté a Kennedy'.
Maruja siempre ha ensalzado la figura del barcelonés: "¿Qué será de las cocinas y de los fogones, y de su estudio y sus muebles y sus libros?" que para su entorno lo fue todo: "Los seres tenemos memoria". Más allá de la escritura, se le daban bien muchas cosas, en especial cuidar a sus amigos, a su mujer, a su hijo y su nieto al calor de una buena reunión como recordó Torres: "La querida Anna, el querido Daniel, su nieto, los amigos, tenemos su presencia en su país predilecto: Memoria. Pero ¿cómo será el vacío de sus ordenadores y sus proyectos, de sus papeles y lápices, que tanto amaba?". Era un excelente anfitrión: "¿Qué será de las alcachofas y del caviar y de la salsa holandesa, qué será de los turrones que elegía para nosotros, y de las patatas gallegas y la butifarra envuelta en hojaldre, y de aquellas lentejas con zampone, y de la santa mesa en donde reunía a los suyos (y suyos, de una forma u otra, en mayor o menor grado, éramos muchos), como un Cristo laico, el ateo más solidario y leal que podamos concebir?"
Si hoy, de pronto se apareciera, nunca imaginaría por lo que ha pasado el país ni el mundo, una pandemia, conflictos bélicos, planes de contención de ahorro de gas y de luz. Mucho ha pasado y mucho podría escribir. Por eso hoy se ha dirigido a él así, al finalizar su texto: "Manolo, 19 años después, te lo digo todo con una frase tuya: 'Estamos perdidos y, además, rodeados'”.