Entra en plató. Se sienta. Sonríe. Y comienza el espectáculo. "Las mujeres de mi edad teníamos verdaderos cajones en las tetas. Cabía de todo en cada momento", aseguraba Maruja Torres en los primeros tres minutos de entrevista con Andreu Buenafuente. Empezaba fuerte. La cosa prometía. Sorna, humor y edad. Esas tres palabras definirían lo que se vivió el viernes en el plató de Late Motiv.
La periodista y escritora acudía como invitada. "¿Qué hace una mujer de mi edad en el territorio de la comedia? Me lo he preguntado muchas veces", continuaba. Maruja tiene 76 años pero su vitalidad y humor más los quisiera una de 20. Se ríe y hace reír. Esa es la clave.
"Supongo que tendrá que ver con la memoria", se responde unos segundos más tarde. "Si no es alguien de mi edad quién os va a contar…" y efectivamente. Ella no se esconde, ella es actitud. Valora lo que sabe, lo que ha vivido y también lo que le queda por vivir. Se adapta. Se reinventa. No se quiere bajar de la noria.
"El mundo de la robótica me está volviendo loca. He leído que nos van a matar los robots y a mi qué más me da". Actitud le sobra. Y efectivamente, después de ser corresponsal de guerra, de haber escrito y contado, no parece que sea una persona que le asuste el futuro ni la evolución. Lo que sí que le preocupa es el papel que el envejecimiento juega en la sociedad. "No hay viejas robots. Toda la ciencia ficción que hemos leído y visto son jóvenes inteligentes artificiosamente pero no hay viejas", reivindica enérgicamente.
Maruja Torres sabe lo que ha sido luchar porque la mujer se hiciese un hueco en la sociedad y ahora libra otra batalla, la de dar visibilidad a una vejez que poco tiene que ver con aquella que recordamos de nuestros abuelos. Solo Maruja es capaz de entremezclar en un mismo discurso cultura, anécdotas, entretenimiento y, también, ética. Y sobre todo, de hacerlo de forma amena, divertida. De esa forma que engancha.
"La novela última que he leído (…) presenta a un robot que tiene todos los circuitos del cerebro perfectos y va adquiriendo la conciencia. Tiene sentido de la justicia – fíjate tú que putada- y sentido de la verdad", prosigue en un sutil análisis de la evolución de nuestra sociedad y de la ética humana.
"Lo que hace la novela es colocarnos delante de ese espejo que tiene conciencia pero que carece de la complejidad de nuestra mente. Esa que nos permite ser padres y tener hijos (…) y al mismo tiempo saber que esa mañana han matado a mucha gente o que el planeta se acaba. Eso el robot no lo entiende", añade. Torres consigue, en apenas 40 segundos, explicar cómo la máquina nunca podré sustituir al hombre.
Tranquila y relajada, a gusto con su papel y posición, afirma contundentemente que la ciencia ficción "deprime y mucho", en una comparativa con el momento presente. "Yo quiero ser un artefacto armonioso animoso de la robótica caústica", revela ante el asombro del presentador.
"Vamos que el ser humano está jodido", replica Buenafuente. "Sí, pero qué le vamos a hacer. Vamos a tirar para delante que tenemos suficiente falta de consciencia como para hacerlo", asegura Maruja, en una más que magistral lección sobre la importancia de la vida y de disfrutarla cada segundo.
Para cerrar esta intervención impecable, en la que apenas da pie al presentador a hablar, cita una frase de la película 'Los pasajeros del tiempo': "todas las eras son atroces solo el amor las hace soportables". A nosotros, como al público que estaba presente, solo nos queda quitarnos el sombrero y aplaudirla. Bravo Maruja.