Juanra López y el fantasma de Rock Hudson: "Su anuncio de que tenía VIH fue muy importante para mi generación"

  • La muerte del actor es el punto de partida de su primera novela, 'El fantasma de Rock Hudson'

  • Valiéndose de su experiencia en la prensa del corazón, describe con acierto la crónica social en las últimas décadas y el fin de algunos tabús

  • Sin ser autobiográfico y sin dejar claro dónde acaba la ficción y comienza la vida, ha escrito un relato muy directo

El último gesto de dignidad de Rock Hudson, poco antes de morir, fue desvelar que recibía tratamiento en el Instituto Pasteur de París contra lo que se conocía entonces dañinamente con el sobrenombre de 'cáncer de los homosexuales'. Era el primer famoso que reconocía públicamente que padecía sida y supuso la primera bofetada contra los estereotipos que acompañaban a la infección. El galán, alto, fuerte, deportista y guapo rompía un gran tabú. Falleció el 2 de octubre de 1985. A Juan Villar le faltaban poco más de tres semanas para cumplir doce años y no estaba preparado para un terremoto emocional de tal calibre.

Atormentado por el VIH

Juan Villar es el protagonista de 'El fantasma de Rock Hudson' (editorial MaLuma), la primera novela del periodista Juanra López (Madrid, 1973). Hablamos con él de la impresión que dejó este acontecimiento en toda una generación, especialmente en los adolescentes que, como él, estaban empezando a descubrir su homosexualidad. "Aunque está escrita en primera persona y comparto con Juan Villar algunos datos, como la edad y la profesión de periodista, no es una autobiografía. Tenía necesidad de recorrer ese arco generacional que va desde los ochenta hasta hoy, porque yo también viví asa adolescencia atormentado por el VIH", indica.

Juanra aprendió a hablar antes que a caminar y a leer antes que a escribir. Una vez que descubrió la magia de la comunicación, no paró. Ha trabajado en radio, televisión, revistas, agencias de comunicación, blogs y digitales, sin dejar de buscar constantemente "caminos nuevos y retos que sean mi gasolina cotidiana". Su labor como crítico de cine le ha permitido dialogar con estrellas de la pequeña y la gran pantalla. No es extraño que por las páginas 'El fantasma de Rock Hudson' deambulen leyendas como María Teresa Campos y Terenci Moix o la actriz Gina Lollobrigida.

"Solo un poco gay"

A la diva italiana, fallecida este año en su casa a los 94 años, la conoció ya en los últimos años de profesión y la recuerda con la túnica de lentejuelas de Armani con la que se presentó en una rueda de prensa. La actriz, que rodó con Rock Hudson 'Cuando llegue septiembre', confesó que en alguna de las escenas le hizo sentir algo especial. "No era del todo gay", insinuó. 

Pero lo era. Y Juanra se ha permitido honrar su homosexualidad en su debut literario. "Murió cuando tenía once años y las noticias acerca de su enfermedad me impactaron mucho. Su imagen estuvo presente en mis pesadillas durante años, pero su confesión fue muy valiente y decisiva", indica. En esa época, según pone en boca de su protagonista, "se emitían imágenes de personas anónimas agonizando, en los periódicos se publicaban listados de síntomas muy dispares, en muchos casos compartidos con otras afecciones leves y es estipuló que existían grupos de riesgo: yo pertenecía a uno de ellos, el de los homosexuales".

Puso nombre a su fantasma

En sus sueños, de manera recurrente, aparecía con su piel mortecina y desprovista de vida, sus mejillas hundidas y su cuerpo hueco como la carcasa de un coche abandonado. "De tan habitual, me dio por ponerle nombre a la pesadilla que me atormentaba: el fantasma de Rock Hudson… Tres décadas más tarde, mis noches en vela pensando que podría contraer el VIH solo por ser marica parecen las vivencias de otra persona". Igual que Juan, el autor buscaba información sobre el sida a hurtadillas en revistas y periódicos.

"Cuanto más investigaba, más se incrementaban mis miedos. Buscaba en el espejo manchas moradas detrás de las orejas o en las axilas, palpaba mis ganglios y me preocupaba si tosía más de la cuenta". Cuando salía a la discoteca, dice que se activaba un radar a la búsqueda de signos externos que corroboraran que alguien pudiera ser seropositivo. "Que estuviese demasiado delgado o que a primera vista pudiera parecer promiscuos con signos tan absurdos como los tatuajes o las camisetas sin mangas. Son muchas las camas que abandoné por pavor a contagiarme", cuenta en primera persona Juan Villar.

Durante años, Rock Hudson optó por el silencio debido a los señalamientos. Unos meses antes de su fallecimiento se emitió un primer comunicado que informaba que el actor padecía un cáncer de hígado irreversible. La versión no convenció y crecieron los rumores. Finalmente, el 25 de julio de 1985, se anunció que Rock Hudson tenía sida. En ese momento, solo en Estados Unidos ya habían muerto unas 12.000 personas a causa de la enfermedad.

El tema continuó siendo tabú, pero el hecho de que afectase a una celebridad le dio una nueva dimensión. No se trataba de alguien marginal, un consumidor de heroína o de otras sustancias. Entonces se vio la urgencia de combatir una epidemia que hasta entonces había sido ignorada y que muchos veían como algo ajeno, ya que donde más estragos estaba causando era en la comunidad gay. El gobierno de Ronald Reagan, que hasta entonces había eludido la cuestión, a pesar de la amistad entre su esposa Nancy y el actor, multiplicó exponencialmente los fondos para la investigación.

El diagnóstico era una sentencia de muerte

En aquellos años, y en los siguientes, la letalidad era elevadísima. El diagnóstico era casi una sentencia de muerte. A Rock Hudson le siguieron Rudolf Nureyev, Anthony Perkins o Freddie Mercury. El sida ha matado a más de 40 millones de personas en todo el mundo, pero gracias a la ciencia ha dejado de ser una amenaza para la salud pública. "Ahora el señalamiento no es tan feroz, pero hace falta avanzar más. Hoy el sida es una enfermedad crónica con un tratamiento efectivo, sencillo y sin apenas efectos adversos. El camino ha sido duro y no podemos permitirnos retroceder. La palabra sida no puede ser ya estigmatizante", insiste.

Juanra espera que su novela puede ayudar a muchos padres y otras personas a empatizar con los hijos homosexuales. "Todavía hay algunos contextos en los que los niños y adolescentes se encuentran cohibidos para mostrarse o sin referentes para expresarse y abordar su homosexualidad de forma explícita y natural. Desde Rock Hudson hemos avanzado, pero aún necesitamos acabar con algunos prejuicios, sobre todo cuando hablamos de sida". 

Lo más importante es que logró que la comunidad de Hollywood se movilizara. En 2015 fue Charlee Sheen quien hizo su propia confesión: "Estoy aquí para admitir que, de hecho, soy VIH positivo", anunció. "Son tres letras difíciles de absorber". Ya entonces su propio médico indicó que le preocupaba más el abuso de sustancias debido a la depresión que la enfermedad. Juanra recuerda también a Conchita Wurst, la ganadora de Eurovisión de 2014.

"Dio un paso al frente en contra de la estigmatización de las personas afectadas por la enfermedad y en 2018 confesó que era portadora del VIH". La diva, alter ego del cantante Tom Neuwirth, usó su cuenta de Instagram para comunicarlo: "Ha llegado hoy el día de liberarme para el resto de mi vida de una espada de Damocles: desde hace muchos años tengo VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana)".

Conexión con Papuchi desde el útero

Juanra vino al mundo de la mano del doctor Iglesias Puga, uno de los ginecólogos que trató a su madre en el embarazo. Su biografía está cuajada de divertidas anécdotas, sobre todo, gracias a su profesión. Shriley McLaine le habló de extraterrestres, lo que le hizo sospechar que muy bien no debía de andar. El ataque contra las torres gemelas del World Trade Center, en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, le pilló en una delirante comida con Sara Montiel en el hotel Miguel Ángel de Madrid. También conoció bien a Terenci Moix, en sus buenos y malos momentos, y sintió especialmente su decadencia física a causa de un enfisema, la enfermedad que sufrió su propio padre casi a la misma edad que el escritor. Y ahora que le ha tomado el gusto a la novela, avanza que la siguiente ya tiene trama y materia.