Un buen día de agosto de 2022 el escritor y guionistas Nicolás Casariego estaba dándole vueltas a la cabeza en busca de un plan con el que disfrutar y de pronto se le ocurrió. Decidió coger el metro y abonarse al Rayo Vallecano. Era madridista hasta la médula pero había buenas razones para mirar hacia Vallecas. "Era barato, el equipo jugaba al ataque e intenso con Iraola, podía salir más de casa y ver a gente en las previas de los partidos", nos cuenta. No sabía entonces que, tras hacer una cola surrealista de 72 horas para sacarse el abono, iba a disfrutar tanto los siguientes diez meses siguiendo a todas partes a su nuevo equipo. Una gran aventura que le llevó a escribir 'Rayografía. Cómo once tipos en calzones explican un barrio, una ciudad y un país' (Debate).
El libro es, en suma, la crónica en primera persona, entre la investigación periodística y el fresco social, de un aficionado tratando de entender qué significa hoy el fútbol, desde su vertiente más puramente económica hasta su aspecto más emocional. Para ello el coguionista de 'La sociedad de la nieve' siguió todos los pasos que el equipo de barrio por excelencia del fútbol español dio durante la temporada 20222-2023. Desde los partidos en Vallecas a todos los disputados como visitante. Más de 9.000 kilómetros viajando, tratando con cientos de personajes y viviendo multitud de experiencias para terminar reconociéndose como un rayista convencido. Y sin dejar de ser del Madrid, si eso es posible.
¿Qué significa ser del Rayo?
Si el fútbol es pasión y sentimiento, apasionarse y sentir el Rayo. Algo interno, emocional. Quien se emocione con el Rayo es rayista. Da igual lo que le diga otra gente, él lo sabe. Los repartidores de carnets me aburren casi tanto como los actos institucionales.
¿En qué es diferente el aficionado del Rayo?
Una afición se construye a través de los valores de un club, su historia deportiva y extradeportiva, la cultura a la que pertenece, la identidad personal de cada uno… El Rayo, con su “nobleza, coraje y orgullo” nace de una simbiosis con Vallecas, de una historia de supervivencia, de emigración, de disfrute pese a las adversidades. Equipo y barrio son uno y tienen ya casi un siglo detrás. Cada club, sea de la categoría que sea o del lugar que sea, ofrece algo a los aficionados que sepan verlo.
¿Es el Rayo el último equipo de fútbol romántico que queda?
Es uno de los que, al menos, lo parece. La cercanía de los jugadores con el aficionado, el contenido social de su propuesta… En realidad, parte de su imagen tiene que ver con jugar en un estadio antiguo y fuera de normativa en el corazón de Vallecas. El Rayo, con una gestión moderna -es una sociedad deportiva, no un club social-, perdería buena parte de su esencia.
¿Cómo es la experiencia de viajar como aficionado del Rayo?
Cuando cuentas tu experiencia viajando tras un equipo, cuentas la de cualquiera que viaja tras el suyo. Lo particular se convierte en universal, ahí está la gracia de narrar una experiencia propia como la de 'Rayografía'. Resultó triste comprobar cómo se maltrata al aficionado visitante. Las peores entradas, precios desorbitados, cacheos, desconfianza… Es un cliente y turista de visita a otra ciudad al que se le considera un delincuente.
Lo más increíble que te haya pasado en este año como aficionado rayista
Aparte de dormir al raso sentado en una silla en la cola de los abonos, al comienzo de la aventura, fui a ver el Athletic-Rayo en un viaje de peñas con mi hijo. Cerca de San Mamés conocí a una pareja de malagueños que lucían camisetas del Athletic, aunque eran aficionados del Málaga y del Real Madrid y Barcelona. Un buen lío, ¿verdad? Congeniamos y él, Luis, me regaló su prenda más preciada y mítica, la sudadera del año en el que el Málaga llegó a cuartos en La Liga de Campeones. Emocionante, esas cosas te las da el fútbol.
¿Y lo más emotivo?
En el fútbol, celebrar los goles de nuestro equipo, eso que nos hace adictos. Cuento mi año futbolero desde muchos puntos de vista: el urbanismo, lo financiero, los viajes… La neurociencia me sirve para explicar cómo podemos emocionarnos más con un gol en el último minuto de Unai López al Elche que con la noticia de un ascenso en el trabajo. Aquel gol de Unai me hizo abrazarme con demasiada fuerza al abonado sentado a mi lado, a quien por entonces apenas conocía.
¿Se puede entender el fútbol sin la pasión del forofo?
Por supuesto, se puede entender de formas diferentes, es lo enriquecedor en cualquier ámbito de la vida. Yo lo cuento con la mirada del forofo porque es lo que soy. Los profesionales del universo fútbol, por ejemplo, incluyendo a los jugadores, suelen vivirlo con mucha menos pasión.
¿Es tan diferente el mundo del equipo grande del modesto?
Todo es cuestión de escala. El Rayo, comparado con Unionistas, es grande. Muy grande. Según bajas por las escaleras, las diferencias entre el de arriba y el de abajo se van acentuando. Eso sí, al final todo consiste en jugar y meter goles.
¿Se ha convertido el fútbol en un deporte para ricos?
Ir a ver fútbol de élite es cada vez más un espectáculo y cada vez más caro. Lo de deporte popular, en el sentido de que es para cualquiera, ya no se sostiene. Queda la televisión, que es un sucedáneo.
¿Por qué el fútbol interesa menos ahora a los jóvenes?
Los que no somos jóvenes tendemos a creer que a ellos no sólo no les interesa el fútbol, es que no les interesa nada. A cada edad, su ceguera.
¿Cómo es Vallecas hoy?
Un barrio en transformación y más plural de lo que a muchos les gustaría. Como el tuyo, lector :)
Dice que ahora es un aficionado híbrido. ¿De verdad se puede ser de dos equipos a la vez?
Sí, e incluso de tres o cuatro. Durante el viaje del libro he conocido a muchos aficionados de varios equipos a la vez, o que se han cambiado de camiseta repetidas veces a lo largo de su vidas… Por suerte hay de todo y lo menos común también existe y puede estar hasta extendido. Ser madridista y rayista no es tan raro y, dado lo que viví la temporada pasada, me parece normal que me hiciera también rayista. Pero claro, cada uno tiene su opinión de lo que es normal.