Dice Emma Nogueiro (Asturias, Gijón, 1993) que le gusta juntar letras para contar historias. Y en ello estaba cuando su pareja, el escritor Fernando Sánchez Dragó a los 86 años, fallecía repentinamente de un infarto el 10 de abril de 2023. Esa misma mañana, con las gafas de leer sobre la punta de la nariz, escribía su último tuit: "El gato Nano me da los buenos días. Él sabe que en la cabeza está el secreto de casi todo".
En su casa de Castilfrío de la Sierra, en Soria, se encontraba Emma, su último amor, escribiendo las páginas finales de una novela que presenta cuando se cumple el primer aniversario de la muerte de Sánchez Dragó, 'Querido Nano', un libro que traza la personalidad del escritor a través de la relación epistolar que durante años Nano -así le llamaban en la intimidad- mantuvo con Elena, su madre. En 2020, en plena pandemia, Emma encontró en los baúles del caserón soriano un montón de legajos y cartas cruzadas entre madre e hijo que inspiraron a esta joven escritora una obra en la que ella misma hace de narradora tomando la voz de Elena.
Antes de morir, Sánchez Dragó pudo leer una parte del libro e incluso aportó algún comentario que su mujer ha incluido en el epílogo: “Se ha producido una extraña simbiosis entre Emma y mi madre. Emma, al escribir este libro, se convierte en mi madre, habla como mi madre, me recuerda a mi madre diciendo muchas de las cosas que decía mi madre y yo he olvidado”. La autora descubrió que Fernando era, en gran medida, el resultado de lo que su madre sembró en él cuando era niño, pero dejando que viviese su vida. 'Querido Nano' termina con una cuartilla que él escribió y guarda en el mismo sitio donde se la dejó: “Cuando tengas que escoger entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón”.
El libro nace una vez que descubriste la correspondencia de Fernando y su madre en un baúl. ¿Cómo han sido estos últimos meses trabajando en 'Querido Nano' sin él?
El libro 'Querido Nano' terminó de escribirse mientras Fernando estaba vivo. Incluso él alcanzó a leer algo más de la mitad de la novela. Dejó también una carta escrita sobre eso. En cualquier caso, la corrección y los añadidos que hice al libro después de la muerte de su protagonista no fueron dolorosos. Todo lo contrario. Fue una cura, un consuelo.
¿Qué Fernando descubriste al leer esta correspondencia?
El mismo que conocía. Él se había encargado de presentarse ante mí. También de presentar a su madre, a su padre y a todos los que forman parte de 'Querido Nano'. No descubrí nada nuevo, aunque sí completé la increíble imagen que tenía de todos ellos.
¿Qué rasgos del escritor crees que pueden sorprender al lector?
Supongo que la parte más familiar, infantil y personal. En el fondo es una correspondencia entre madre e hijo. Espero que todo el mundo sepa y quiera leer la realidad de lo que se cuenta.
¿Te ha permitido esta primera persona en la que escribes acortar la distancia temporal que te separa de Elena?
Elena murió en el año 2001. Yo no la conocí, aunque gracias a este libro ha bajado de su estrella para charlas conmigo, para ayudarme a entender sus cartas y guiarme para escribir este libro.
¿Cómo era esa relación materno filial?
Tenía altas dosis de libertad, comprensión y cariño. Ambos se complementaban, se necesitaban y se querían. No todo el mundo puede decir eso.
Fernando murió en tus brazos poco después de saludar en su red social X. ¿Cómo está siendo este duelo?
Como todo el duelo del que pierde a una persona querida. Ha tenido varias etapas y seguramente está lejos de terminar. Pese a todo, sirva este libro para brindar y enviar un beso al cielo.
Después de 'Querido Nano', ¿sigues ordenando sus recuerdos y legajos?
Ordeno mis propios recuerdos, que son también los suyos, los que ambos creamos y compartimos.
¿La memoria te está permitiendo reconstruir vuestra historia de amor? ¿Cómo fue este amor que, en el caso de Fernando, fue el último?
No es precisa la memoria para reconstruir ese amor. Sigue tan vivo como siempre. Ya lo dijo el verso: “Amor constante más allá de la muerte”.