Estas últimas semanas la polémica ha estado servida y la maternidad de Ana Obregón por gestación subrogada (luego ha aclarado que, pese a ser la madre legal de la niña, es su abuela biológica) ha ocupado gran parte de la conversación social, también fuera de nuestras fronteras, por la vía elegida y por otros aspectos que rodean la situación personal de la actriz, entre ellos la edad, tiene 68. Ahora, la muerte de Fernando Sánchez Dragó en Soria, donde disfrutaba de unos días de descanso con amigos y su hijo pequeño, Akela, de 10 años, vuelve a poner en primer plano dónde están los límites entre la edad y la paternidad.
El propio Sánchez Dragó había entrado en la polémica de Ana Obregón de forma indirecta. El mismo día que se publicaba la maternidad por vientre de alquiler de la presentadora, el escritor ponía en su Twitter que “mi hijo pequeño tiene 10 años y yo 86. Fue concebido a pelo, sin más, como toda la vida, como se ha hecho siempre”.
Un tema que no quedó ahí, ya que un seguidor le apuntaba que sí, “pero el recipiente entiendo que no tiene 68 castañas…”. Si la primera declaración ya levantó polémicas, su contestación a este mensaje lo fue más. “Si hubiese tenido la edad que usted indica, no habría hecho el amor con ella”, expuso Sánchez Dragó.
Akela es su hijo pequeño, de 10 años, fruto de su relación con su última esposa, Naoko, 38 años menor que él. Un niño que nació en 2012 en su casa, poco antes de que el escritor cumpliese los 76 años. No pasó mucho tiempo hasta que la pareja se separó, aunque siguió viviendo junta y sin divorciarse, pese a que se especulaba una nueva boda con Emma Nogueiro, su última pareja, 57 años más joven.
A los 75 años fue padre de su cuarto y último hijo, algo que cogió por sorpresa a todos porque Sánchez Dragó ya tenía tres hijos de relaciones anteriores. El mayor, Alejandro de 62 años, fue fruto de su primer matrimonio con Elvira. Ayanta, de 54 años, ha seguido los pasos de su padre en la escritura y nació tras casarse con la italiana Caterina Barilli. Su tercera hija, Aixa (41), fue el resultado de uno de sus muchos romances, en este caso con la francesa Marine Sáiz Pee.
El escritor nunca ha tenido reparo en hablar de su relación con el sexo. En una entrevista en el Chester de Risto Mejide afirmó que con Naoko, su tercera esposa, el sexo “fue muy placentero, más que con otras relaciones. No era celosa, consentía mis infidelidades”. Tampoco ha tenido reparos en hablar sobre ello con sus hijos. En una entrevista con El Mundo, Ayanta comentaba que en casa "he tenido una educación sexual fantástica porque siempre ha sido uno más de los temas que se podían tratar. La primera vez que tuve un contacto sexual con mi novio, lo primero que hice fue ir corriendo a mi casa a contárselo a mi padre".
En el podcast ‘Lo que tú digas’ en 2020 quiso señalar que ha hecho de todo, aunque hay cosas que se le han quedado en el tintero, “por ejemplo, la famosa lluvia dorada no la he practicado nunca. Otros jugueteos de sadismo, de masoquismo, siempre prudentes, siempre respetuosos, siempre con sentido común y con ciertos límites, por supuesto que los he practicado”.
Además, añadía que sus mejores años en el sexo han sido “los últimos siete u ocho. Yo con mi novia actual llega a tener 18, 30 o 22 orgasmos en una sesión de sexo”.
Pese a presumir de sus relaciones sexuales, muchas de sus declaraciones han sido punto de polémica en varias ocasiones. En 2021 se refería en Twitter a la ministra de Igualdad, Irene Montero, para señalar que se ha “acostado con muchas mujeres de las llamadas decentes y ninguna, jamás, me ha pedido que me pusiera un condón. Que eyaculara fuera, sí, y lo he hecho. Eso se llama respeto. Déjelas y déjenos en paz. Métase en sus asuntos y no en nuestras alcobas”.
Las polémicas llegaron a su obra, especialmente cuando publicó ‘Dios los cría… y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción’ junto a Albert Boadella. Entre sus páginas, Sánchez Dragó escribía lo siguiente sobre su estancia en Tokio en los años 60: “Me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda… Tendrían unos 13 años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra me trajinaba”.
La polémica ante este extracto no tardó en salir a la luz y el escritor quiso matizar sus palabras, explicando que la historia no era así y que solo se trató de “un coqueteo sin importancia”, que “nadie se trajinó a nadie” y que “los 13 años era una forma de hablar”.
Volviendo al tema de la paternidad, al igual que la de la madre, la edad del padre también influye en el transcurso del embarazo y en la salud del bebé. “Con la edad, la calidad del esperma puede decrecer, sobre todo por la disminución del número de espermatozoides, la disminución del número de formas móviles y el aumento de las inmóviles, lo que provoca una disminución de la fertilidad natural”, explicaba el urólogo especialista en andrología del Hospital Universitario HM Puerta del Sur Manuel Alonso-Isa a Uppers.
No obstante, una investigación señalaba que la edad paterna no afecta al feto, pero que sí se recomienda hacer pruebas en edad avanzada para saber si la calidad seminal es la adecuada, ya que de no serlo, puede aumentar el riesgo de enfermedades en el bebé.