"Última noche de Fiesta Mayor (el confeti del adiós, el vals de las velas) en un barrio popular y suburbano, las cuatro de la madrugada, todo ha terminado". El comienzo de ‘Ultimas tardes con Teresa’, una de las grandes novelas de Juan Marsé (Barcelona, 1933) es ahora su mejor homenaje. A los 87 años, el escritor barcelonés ha fallecido en el Hospital de Sant Pau, en la ciudad condal. Con él, despedimos a una de las figuras más importantes de la 'generación de los 50' y a unos de los mejores retratistas literarios de la posguerra.
Su vida, desde el comienzo, parecía marcar su futuro literario. La 'historia del taxi' fue el primero de sus relatos, pero no escrito por él, fueron sus padres biológicos los que hilaron una historia sobre su adopción que Marsé ha querido mantener en el tiempo. Hijo de Domingo Faneca y Rosa Roca fue adoptado nada más nacer.
La leyenda cuenta que Berta Carbó, su madre adoptiva, acababa de perder un hijo y que fue su padre biológico, taxista de profesión, el que le entregó a Juan, que también había perdido a su madre. La realidad dista mucho de estas líneas. Domingo y Pep Marsé, su padre adoptivo, se conocían de Estat Català, pero era una relación que, por el momento político que se vivía en España, era mejor ocultar.
"No solo comprendo los motivos de mi madre – reconocía Marsé en su biografía, escrita por Josep María Cuenca-, sino que es la versión que yo prefiero. Ella me lo contó así para protegerme. Lo mismo hace la buena literatura con nosotros". Desde ese momento, las letras han ido muy ligadas a su vida. Ya de niño devoraba tebeos y películas y pese a que en su casa se hablaba catalán, las historias le salían automáticamente en castellano, como solía reconocer, "hablar y escribir son cosas distintas".
Las letras no ha sido lo único en lo que ha tenido éxito Marsé, el amor ha sido otro de sus puntos fuertes, aunque él ha intentado durante toda su vida mantenerlo en secreto. Sus vecinas del barrio fueron las primeras en llamarle la atención. Según contaba Marsé, en el año 53, durante el servicio militar en Ceuta, intercambiaba correspondencia con una joven. Esas cartas, que evocaban momentos que habían vivido juntos, se convertirían a su regreso en la novela 'Encerrados con un solo juguete'.
Tras una relación con la escritora Helena Valentí y también con Bel, Isabel Gil Moreno, fue la extremeña Joaquina Hoyas la que le robó el corazón y se convirtió en madre de sus hijos. Se casaron en 1966 y alquilaron un pequeño apartamento en la calle Mayor de Gracia, en Barcelona. Joaquina era peluquera y él, después de perder su empleo como representante, firmó el mismo año de su boda, un contrato con la editorial Planeta. Tras más de cinco décadas juntos Marsé describía así su primera cita "no me pareció ni bien ni mal, ni blanco ni negro, ni todo lo contrario".
Pasaron apenas dos años hasta que la pareja tuvo su primer hijo, Alejandro, y otros dos hasta el nacimiento de Berta. La pequeña siguió los pasos de su padre, se convirtió en escritora y analista de guiones. Para ella, el mundo literario y el audiovisual han ido de la mano durante toda su vida. Ya a los 16 años empezó a trabajar en diferentes producciones cinematográficas nacionales y fue a partir de 1996 cuando varias productoras la contrataron como analista de guiones.
Su producción literaria se centra en los cuentos, la mayoría de los con protagonistas femeninas y con un tono humorístico en el que los malentendidos y equívocos se repiten sin parar. Además, trabaja para Planeta, Tusquets o Alfaguara emitiendo informes sobre novelas que lee.
Su hermano mayor, Alejandro o Alex como suelen llamarle, siguió otros derroteros. Él se dedica al mundo de la edición gráfica. Primero fue en Planeta Agostini, donde, según él mismo dice "aprendí el valor de la fotografía en el mundo editorial y atesoré una larga lista de contactos, entre agencias y fotógrafos". En la actualidad es director de 'Album', un archivo que representa internacionalmente el trabajo de una red de fotógrafos y archivos especializados en el mundo de la cultura y el espectáculo.