Fue demasiado sensible para la época feroz que le tocó vivir, en la que la ausencia de información provocó que una generación sedienta de placer no fuese capaz de entender que algunos de esos paraísos artificiales que visitaban, o de los que apenas salían, eran la manzana envenenada que mordió la ingenua Blancanieves.
Compositor excelso, escribió canciones de alta temperatura emocional que lo han sobrevivido y que ostentan un lugar preferente en la historia del pop español, como ‘Una décima de segundo’, ‘Lucha de gigantes’, ‘Se dejaba llevar por ti’, ‘El sitio de mi recreo’ y ‘Anatomía de una ola’. Muy pocos músicos españoles han conseguido crear piezas de semejante belleza y sutilidad, y técnicamente perfectas, por lo que se le considera con justicia uno de los más grandes autores de su tiempo.
Suya es también una de las canciones más populares, hermosas y mejor valoradas del pop español, ‘Chica de ayer’, que compuso para Nacha Pop, banda fundamental de la Movida y la post-Movida. Tras abandonar esa formación inició una robusta carrera en solitario que pudo haber sido más prolífica –aunque no más brillante– de no ser por su drogodependencia, que lo acompañó, como una mala enfermedad, durante toda su vida adulta y fue su lastre y, a la postre, su condena. He aquí los grandes momentos de su carrera, década a década.
En 1978, Antonio Vega (voz y guitarra), su primo Nacho García Vega (voz y guitarra), Antonio Martín Caruana Ñete (batería) y Carlos Villalta, más conocido como Carlos Brooking (bajo), se juntaron y dieron vida a una de las bandas de pop/rock más importantes de los ochenta, Nacha Pop. Todos ellos eran chicos de clase media-alta, y en un momento –durante los años de la Movida– en el que la mayoría de los grupos que surgieron apostaron por la transgresión y la provocación, por el ruido, ellos eligieron en cambio el camino de la elegancia y el buen gusto.
Su primer disco, ‘Nacha Pop’ (1980), reverenciado por la crítica, incluyó la canción más célebre del grupo, ‘Chica de ayer’, que brotó de una abstracción melancólica de Antonio mientras cumplía el servicio militar. Ese tema fue, en principio, una bendición, ya que les hizo entrar en el panorama musical como un trueno: sonaba insistentemente en las emisoras de radio y el single se vendía como pan caliente.
Sin embargo, su pegada fue tan poderosa que de algún modo ensombreció cuanto hicieron después, pese a firmar canciones de gran enjundia, tanto del propio Antonio como de su primo Nacho. Según distintos rankings, ‘Chica de ayer’ merece la distinción de mejor canción de la Movida y aun del pop español. Un título hiperbólico con el que el propio autor no estaba en absoluto de acuerdo, ya que citó otras canciones de aquellos años que él consideraba superiores, como ‘Malos tiempos para la lírica’, de Golpes Bajos; ‘Frío’, de los Alarma!!! de Manolo Tena, y ‘Annabel Lee’, de Radio Futura.
Más allá de esa canción, fueron los dos primos, Antonio y Nacho, quienes llevaron el peso de la composición en Nacha Pop, y sus temas, al igual que les pasaba a los hermanos Cano en Mecano, no podían ser más distintos. Antonio era un compositor sutil, lírico, obsesionado hasta la náusea con la métrica y la melodía, con la precisión, mientras que Nacho rezumaba energía y sus temas tenían un marcada intención lúdica y una palmaria propensión al pop/rock. Tener al otro enfrente potenció su creatividad, ya que ambos trataban de dar lo mejor de sí y fue Nacha Pop la que se benefició de esa competitividad carente de malos rollos.
Los otros discos de estudio que publicaron en la década en la que nacieron y murieron, la de los ochenta, fueron ‘Buena disposición’, ‘Más números, otras letras’, el EP de cinco temas ‘Una décima de segundo’, ‘Dibujos animados’ y ‘El momento’, que dejaron canciones memorables como ‘Luz de cruce’, ‘Agárrate a mí’, ‘Magia y precisión’, ‘Escala real’, ‘Vístete’ y ‘Persiguiendo sombras’, además de los clásicos ‘Una décima de segundo’, ‘Grité una noche’ y ‘Lucha de gigantes’. Sin embargo, su disco más vendido fue el doble en directo ‘Nacha Pop 80-88’, la última de sus criaturas, que se grabó a lo largo de dos noches en la desaparecida sala Jácara de Madrid.
Tras la separación de Nacha Pop, Antonio Vega inició una carrera en solitario que arrojó las mejores composiciones de su carrera y lo convirtió en una suerte de héroe maldito: respetadísimo como autor por crítica y público, tanto o más que otros superdotados como Sabina o Manolo Tena, fue sin embargo observado con recelo por su incurable adicción a la heroína, que dañó notablemente su aspecto y vida.
Pese a lo mucho que la heroína lo acompañó, sólo reconoció su nociva presencia en una canción, ‘Se dejaba llevar por ti’. Sin embargo, sí que hizo alguna declaración sobre las drogas en distintas entrevistas. Declaraciones que, aunque envueltas en un lenguaje poético, mostraban la verdadera faz del infierno: “Pertenezco a una generación que no tuvo una buena información de ese problema en aquel momento. Todo lo que era vivir aquella historia era una experiencia placentera, descubrir de pronto algo enorme, tremendo, algo que era casi como formar parte de los elegidos. Y todos los humanos que viven ahí abajo sabes que trabajan sudando, y esa visión es, en principio, la más prematura y alucinante", relataba.
"Pero, claro, al no tener información de lo que venía detrás, un día me encontré con que ya no podía disfrutar realmente. Ya era esclavo de esa historia y dependía totalmente. Uno no consumía drogas ya para obtener un placer, sino para situarse en el nivel cero y poder ser un humano normal y corriente de los que están ahí abajo sudando cuando trabajan. Empiezas a vivir ese infierno, ese submundo, y la dependencia absoluta de las drogas”, seguía.
En 1993, célebres grupos y solistas españoles le rindieron un homenaje con el disco ‘Ese chico triste y solitario’. A él, que entonces tenía tan solo 36 años, aquello le disgustó sobremanera, y más aún por el modo en que se enteró: “Parecía que venían detrás de mí con la pala y el camión de tierra, que me estaban enterrando. Ese tipo de homenajes siempre son a título póstumo. Precedentes de homenajes de ese tipo en vida no son fáciles de encontrar. Aquello fue idea de una discográfica y surgió como un reclamo comercial. Yo realmente ese disco me lo encontré. No tuve información ninguna de él, ni por parte de los artistas que intervinieron ni de su ideólogo, pues se cuidaron muy mucho de mantener la historia en secreto. Un día, buscando discos en El Corte Inglés, me encontré con un disco de Antonio Vega titulado ‘Ese chico triste y solitario’. Aquello fue la hostia. No hubo ni prepromoción”.
El título de aquel disco tenía que ver con el malditismo que siempre se le atribuyó, una etiqueta que él rechazaba: “Si he contribuido a algo, ha sido precisamente a lo contrario, a deshacer ese retrato, ese cliché. Porque no me considero un maldito en absoluto, ni un perdedor. Todo lo contrario. Creo que soy una persona afortunada y que disfruta de su obra y de la satisfacción que los demás hallan en ella. Es cierto que el hecho de haber vivido una experiencia con las drogas crea un fondo de enigmas y de rumores; alimenta el morbo de la gente a base de dibujar un personaje extraño, oscuro. La verdad es que nunca he tenido ningún temor a hablar de ese tema. Todo lo que la gente ha querido saber al respecto lo ha sabido sin tapujos y engañifas. Y, por otro lado, siempre he dejado muy claro que la historia de mi vida es una historia de imperfecciones, de tropezones, de recapitulaciones, de rectificaciones, pero nunca de despropósitos ni de malos augurios ni de autocompasión. Jamás. Yo preferiría, desde luego, encabezar la lista de los poco conocidos, y empezar a colorear ese retrato a base de reconocer el sentido del humor y el afán por aprender y estar vivo entre los vivos”.
A lo largo de los noventa, Vega editó tres discos de estudio, ‘No me iré mañana’, ‘Océano sol’ y ‘Anatomía de una ola’, que dejaron canciones sobresalientes como ‘Se dejaba llevar por ti’, ‘Esperando nada’, ‘Los mejor de nuestra vida’, ‘No me iré mañana’, ‘El sitio de mi recreo’ y ‘Anatomía de una ola’.
Participó además en distintos discos de homenaje, como ‘Serrat, eres único’, para el que grabó ‘Romance de Curro el Palmo’; ‘Tributo a Queen’, con una versión, ‘Días que no volverán’, del ‘These are the days of our lives’, y el disco dedicado a Enrique Urquijo ‘A tu lado’, para el que grabó ‘Agárrate a mí, María’, que en una encuesta popular fue elegida como la mejor versión de todas las incluidas en él.
El siglo XXI trajo dos nuevos discos de creación de Antonio Vega, los últimos de su carrera, ‘De un lugar perdido’ y ‘3000 noches con Marga’ (2005), este último un homenaje a la que fue su segunda mujer, Margarita del Río, que murió en 2004. Además, participó en el disco homenaje a Hombres G ‘Voy a pasármelo bien (un tributo a Hombres G)’, para el que grabó el tema ‘La carretera’, hizo el dueto con los Jarabe de Palo de Pau Donés, ‘Completo, incompleto’, y fue uno de los artistas seleccionados para el disco de homenaje al poeta Pablo Neruda en su centenario, ‘Neruda en el corazón’, para el que adaptó el poema ‘No te quiero sino porque te quiero’.
Pero la gran noticia que tuvo lugar en la primera década del nuevo siglo fue la reunión con su primo Nacho García Vega, en 2007, que les llevó a realizar una gira por España que duró cuatro meses. Dos años después, cuando estaban preparando material para un nuevo disco de estudio, el sexto de Nacha Pop, a Antonio le detectaron un cáncer de pulmón que lo derrotó ese mismo año: murió el 12 de mayo de 2009, a los 51 años.
El último disco de Nacha Pop llegó, no obstante, algunos años más tarde, en 2017, bajo el título ‘Efecto inmediato’, pero ya sin la misteriosa y sugerente presencia de Antonio Vega. Al menos, el tema ‘Hazme el favor’ contaba con su guitarra, que dejó grabada justo antes de que la enfermedad lo obligara a suspender toda actividad.
A aquel enamorado de la física, a aquel muchacho eterno con un talento natural que provocaba la admiración en sus más dotados colegas, la Tierra se le quedó pequeña y decidió conocer otros rincones del universo. Universal, inmortal, Antonio Vega, un gigante que vivió en permanente lucha consigo mismo. De nieve, huracán y abismos el sitio de su recreo.